Se puede discutir sobre cuál es la mejor película de animación de todos los tiempos, pero si en algo están de acuerdo todos los amantes de este tipo de cine es en que Studio Ghibli es uno de los que mejor cine de animación ha producido siempre.

Conocido por largometrajes como El viaje de Chihiro o El castillo ambulante, Ghibli se ha ganado el corazón del público por sus diseños de personajes únicos, su estilo inconfundible y sus conmovedoras historias. Y aunque también es cierto que en su filmografía destacan especialmente los filmes de fantasía con colores brillantes, hay una película que se desvía por completo de este camino.

Estrenada en el año 1988, La tumba de las luciérnagas es ya uno de los grandes clásicos de esta productora y también una de las mejores películas bélicas jamás realizadas. En ella se cuenta la desgarradora historia de dos hermanos que se quedan huérfanos durante la Segunda Guerra Mundial. 

Se trata de Seita y Setsuko, los hijos de un oficial de la marina japonesa, que viven en Kobe y que un día, durante un bombardeo, no consiguen llegar a tiempo al búnker donde su madre los espera. Cuando después buscan a su madre, la encuentran malherida en la escuela, que ha sido convertida en un hospital de campaña.

La tumba de las luciérnagas es la adaptación que realizó Isao Takahata del cuento cuento semiautobiográfico de Akiyuki Nosaka y la historia de cómo se llevó a cabo es realmente sorprendente. Entre otras cosas porque no fue sencillo llevar a la pantalla este relato tan doloroso y hermoso al mismo tiempo.

Así se hizo 'La tumba de las luciérnagas'

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Akiyuki Nosaka escribió La tumba de las luciérnagas durante una época en la que Japón estaba atravesando un buen momento. Tuvo que aprender a vivir con la pérdida de muchos miembros de su familia durante la guerra y el dolor que le provocó la muerte de su hermana con solo dos años le inspiró a escribir esta historia.

Nosaka se sentía culpable por haber sobrevivido a su hermana en aquel momento y quiso escribir una "versión idealizada" de lo que ocurrió, retratando al hermano mayor como alguien cariñoso y amable con su hermana pequeña.

Cuando el libro se publicó en octubre de 1967, Nosaka tuvo muchas ofertas para adaptar su novela en una película, pero se opuso firmemente a la idea porque creía que sería imposible recrear la devastación que él retrató en su libro. Y tampoco creía que ningún niño pudiera interpretar al personaje principal. Sin embargo, cuando Studio Ghibli le ofreció hacer una adaptación animada, cambió de opinión y pensó que esta podría ser la única manera de llevar su historia a la pantalla.

Este giro fue el que dio pie a que se rodara la película más cruda de Hayao Miyazaki, que aunque nunca ha evitado representar escenas de guerra en sus películas, en La tumba de las luciérnagas opta por hablar más bien de las consecuencias que tiene y de las vidas inocentes que se ven afectadas de manera irreversible por ella.

Otra de las razones por las que Nosaka se sintió atraído por la idea de una adaptación animada fue porque creía que las películas de animación no solo podían usarse para contar historias de aventuras. Aunque hay grandes películas de fantasía y de animación, La tumba de las luciérnagas es un ejemplo de que la animación puede trascender a ser un simple entretenimiento.

De hecho, aunque su premisa sea desgarradora, La tumba de las luciérnagas logra un equilibrio entre un estilo de animación impresionante y una trama muy impactante. Al igual que ocurre con el libro, la adaptación no es una imitación de la realidad, sino que permite contar de forma simbólica un triste hecho basado en algo real. En este relato, las luciérnagas se convierten en un símbolo de la felicidad efímera, pero también en una forma de adelantar la tragedia que está por venir. Y aunque sea algo lúgubre, también deja espacio para ciertos momentos de luminosidad y alegría.

De lo mejor de Studio Ghibli

Fotograma de la película null

Studio Ghibli incluye en su filmografía verdaderas obras maestras, desde títulos tan célebres como El viaje de Chihiro hasta joyas infravaloradas como Recuerdos del ayer. Su manera de cautivarnos con su impresionante estilo de animación y la profundidad de los temas que trata hacen de esta compañía un indicador de que todas sus películas son una experiencia en sí mismas.

Es posible que La tumba de las luciérnagas no sea tan conmovedora o extravagante como Mi vecino Totoro o Ponyo en el acantilado, pero no deja de ser un largometraje inmenso con un mensaje muy poderoso que sin duda sigue y seguirá calando en nosotros pase el tiempo que pase.