Como si fuera un reflejo de la vida misma, el mundo del cine y las series a menudo dan un giro inesperado y nunca se sabe cuándo un actor puede adentrarse de nuevo en un mundo similar al de otra de sus películas.
Algo similar le ha ocurrido a Elena Anaya, una actriz consagrada que, después de La piel que habito, regresa al universo cinematográfico de El Deseo y también al de la cirugía plástica con Mentiras Pasajeras, la nueva serie que se estrena el 9 de octubre en SkyShowtime.
En ella interpreta a Lucía, que al igual que el protagonista del largometraje de 2011 es cirujana plástica. La diferencia es que Lucía ha conseguido tener la vida, el trabajo, la casa y hasta el prometido perfectos.
Sin embargo, antes de su merecido ascenso a directora general, es despedida y acusada de espionaje industrial. Y así es como emprende una gesta solitaria para recuperar su vida y demostrar su inocencia, pero ocultando la verdad a su entorno. Y como una mentira lleva a otra, la cosa se complica mucho.
Con motivo del estreno de la serie, SERIES & MÁS | EL ESPAÑOL habló con la actriz Elena Anaya, que junto al resto del reparto, reflexionó sobre la obsesión con la belleza como tema central de la ficción, qué tienen en común su personaje y el de Antonio Banderas y la perspectiva que tiene de su carrera.
El universo de 'La piel que habito'
"Creo que Lucía y Robert no se llevarían bien, porque Robert y la ética no van de la mano. Y por sus principios y sus valores... Robert es un personaje muy destruido, abandonado y con un deseo muy grande de venganza. Y Lucía es un personaje más luminoso, una mujer muy perfeccionista, muy trabajadora", comparó Elena Anaya.
"Quizá en eso sí que pueden tener algo que ver, pero ella no es rencorosa, a pesar de necesitar encontrar al culpable de todo lo que le ocurre. Y a lo mejor sí que le sale un poco de rencor, pero no es rencorosa. Es simplemente una mujer apasionada, muy amorosa y con unos principios muy claros que creo que jamás traicionaría".
Permitirse envejecer
Después de comparar a ambos personajes, la actriz habló de la obsesión con la belleza y de cómo esta está ligada a la felicidad y la perfección. "No sé si es una manía o una obsesión, pero hay algo de no permitirse envejecer y no permitirse la imperfección que a mí personalmente me asusta un poco", reconoció. "No quiero decir que sea lo más acertado ni lo más equivocado, pero sí que cada uno es libre de decidir lo que desee y lo que más feliz le haga".
"Hay algo que nos aleja de lo real y de lo evidente. Cada día sale el sol y cada día se va. Y pasan los días y pasan los años y pasa la vida. Y eso es algo que quienes tenemos la suerte de seguir aquí y de vivirlo, deberíamos de celebrar. En vez de intentar borrar la arruga y borrar los rasgos de expresión de la cara, que lo único que te aportan es experiencia de un largo viaje que comenzó hace tiempo", señaló.
Sobre la obsesión de ser perfectos y de ajustarnos a unos cánones de belleza, Elena Anaya también opinó que "no se nace con ello". "Es algo que la sociedad nos impone, como la exigencia de mantenernos siempre jóvenes. Y eso es algo que no funciona así en la naturaleza, aunque no hay manera de evitarlo. Siento que esto es algo que de alguna manera la sociedad y el estrato social nos lo impone y carga sobre nuestros hombros. Creo que los niños no tienen esa visión, es algo que nos venden y nos cuentan y nos hacen creer".
Mirando al pasado con perspectiva
Finalmente, la actriz observó que las mujeres estamos condicionadas a pasar una presión incluso mayor. "Afortunadamente no somos las mismas que hace 20 años. Afortunadamente hemos crecido y podemos contar otras historias y tenemos la suerte de tener actrices de mi generación, como casi todas las de esta serie, pero también de una generación anterior como la de Susi Sánchez, con una belleza que si hace años era abrumadora, ahora llega al máximo", elogió.
"Siento que las mujeres tenemos más presión, que está peor visto que las mujeres envejezcan a que lo hagan los hombres. Yo he oído comentarios hacia actrices o incluso a mí misma que dices 'bueno, pues claro, es que tengo 48 años. He crecido y ya no tengo la cara que tenía cuando hice La piel que habito, ni la misma piel. Esto es lo que hay, estoy en otro momento, disfrutémoslo'".
"Mi personaje en Mentiras Pasajeras descubre con este viaje que a lo mejor hay otras maneras de encontrar la felicidad, desprendiéndose de tantas cosas que son necesidades impuestas, necesidades que uno piensa que son propias, pero que descubres que son impuestas por la sociedad y su estructura", observó.
"La sociedad a veces considera que un hombre puede envejecer o que los hombres envejecen mejor que las mujeres. Y es que las mujeres tienen otra nueva carrera de obstáculos que atravesar cuando van cumpliendo años. Cada uno es libre de tomar las decisiones que quiera, pero creo que es un privilegio y que está muy bien mostrar lo que cada uno es y lo que cada uno tiene".
"Yo tengo muchísima presbicia, con lo cual cada vez veo menos de cerca y no me fijo mucho en todas las arrugas que tengo en la cara y cuando veo una foto mía digo '¡madre mía, qué mayor me estoy haciendo! ¡Qué suerte tengo!'", dijo.
"Cuando con 19 años me llamaron para hacer mi primer trabajo, que pensaba que iba a ser algo puntual y ya está. Pero han pasado 30 años casi de oficio y aquí sigo contando historias. Y envejecer delante de la cámara me parece el mejor regalo", expresó.