El carácter mediterráneo de Alessandro Pugno (Casale Monferrato, Italia, 1983) sale a relucir cuando, al preguntarle dónde quiere sentarse, responde "al sol, siempre". Recibe a EL ESPAÑOL en una terraza, portando bufanda y gafas de sol, que solo retira en el momento de las fotografías.
Acaba de estrenar en el Festival de Cine Europeo de Sevilla su primera película de ficción, Animal | Humano, una cinta grabada parcialmente en la capital andaluza. En ella, el director retrata, de manera paralela, el camino de Matteo, un niño italiano que sueña con una muerte heroica en el ruedo, y de Fandango, un becerro que ignora su fin: convertirse en un toro que morirá en la plaza.
La obra deja entrever el bagaje intelectual de Pugno, que antes de dedicarse al cine se inclinó por la fotografía y la poesía, y antes de eso decidió estudiar Filosofía. Precisamente, esta etapa universitaria le brindó su primera experiencia en Sevilla, ciudad que hoy sirve como escenario del estreno europeo de su película. La capital hispalense, en el corazón de Alessandro Pugno, ocupa un lugar preferente al haber sido su hogar en su estancia Erasmus.
El director vive desde 2007 en España, y como documentalista ya ha explorado el terreno de la tradición española. En 2013 presentaba A la sombra de la cruz, un documental sobre los niños cantores que vivían en el Valle de Cuelgamuros, antes conocido como Valle de los Caídos. Este largo le valió la Biznaga de Plata a Mejor Documental en el Festival de Málaga.
Sevilla sirve como escenario para el estreno europeo de su película. Me comentaba que hizo su Erasmus aquí, ¿le ilusiona que la primera parada en Europa sea esta? Sevilla, además, que es una tierra íntimamente ligada al toreo
Sí, me gusta mucho que sea en España la primera parada que hacemos, y más en Andalucía. Pasamos primero por competencia internacional en Mar de Plata, donde estrenamos, y luego como diez días después vinimos aquí.
Me gusta por varias razones. Por un lado, como hice el Erasmus aquí, para mí este es casi un momento predestinado. Después, se grabó aquí una buena parte de la peli. Y luego claro, creo que aquí tienen la tauromaquia muy arraigada culturalmente, y pues es interesante saber cuál será la reacción del público.
¿Cómo llega al mundo del toro, y por qué se interesa en hacer su primera película de ficción sobre él?
Ah, yo no tenía, ni tengo, ningún interés por la tauromaquia. Nunca he sido un aficionado a los toros, y sigo sin serlo. Mi interés es más propiamente filosófico, quizás, y simplemente vi una posibilidad.
Todo empezó cuando vi una foto de un torero, creo que colombiano, que parecía arrepentirse frente a un toro. Al final resultó ser un fotomontaje, pero me interesó mucho porque veía que la tauromaquia en sí, como universo, encerraba una serie de contrastes, de oposiciones, que podían ayudarme a contar lo que yo quería, que es una fábula universal sobre el hombre y el animal.
En Animal | Humano, la lógica dice que el animal es el toro, y el humano es el torero. Sin embargo, conforme se ve la película, no quedan estos límites tan claros... ¿Somos, entonces, las personas más animales de lo que queremos reconocer?
Claro, todo depende de lo que pensamos que es un animal, o lo que es un humano. La película quería ser, justamente, un juego de espejos para cuestionarse sobre lo que significa ser humano y lo que es animal.
Cuán bestias somos nosotros, o cuán racional es un animal, son algunas de las preguntas que plantea. Es una película que invita a cuestionarse. No plantea en absoluto respuestas, sino más bien preguntas en torno a nuestras condiciones, tan arraigadas.
Vivimos en un momento de horror, con conflictos en Europa y Oriente Medio ¿Cree que, en este sentido, los animales estarían a la altura de la bestialidad humana?
(Pugno pide uno segundos para reflexionar su respuesta). Había un místico en el Renacimiento, creo que era Marsilio Ficino, que cuando empezó a pensar el hombre dijo que este era el único, en la escala de seres de Dios, que puede bajarse al nivel más horrible, y a la vez ser un ángel. Y es verdad.
"Quizás lo que nos puede definir a los hombres es que nosotros somos capaces de dar sentido a las cosas, llegamos a lo simbólico".
Yo creo, al menos en lo que he visto, y por lo menos en el toro, no hay una intencionalidad tan bestial como la de los humanos.
Le doy la vuelta a la cuestión. Si el humano puede ser animal, y si el animal puede ser humano, ¿qué nos hace humanos realmente?
Quizás lo que nos puede definir a los hombres es que, al menos hasta donde sabemos, nosotros somos capaces de dar sentido a las cosas. Estamos en lo simbólico, y quizás eso sea lo que nos hace ángeles a veces, y bestias otras.
Yo creo que la base de todo es que somos, y lo dice la película, seres que sienten. Ambos –animales y humanos– sentimos, ambos sufrimos, y ambos vivimos sin saber bien por qué. Estamos arrojados a la existencia. También quería mostrar en la película dos protagonistas que quisieran escapar, digamos de formas similares, a la muerte.
Hablaba de la muerte. En la película, los niños miran a la muerte cara a cara. ¿Cree que los jóvenes deben estar protegidos ante la muerte, o deben tenerla presente en sus vidas?
Como cineasta yo tengo el deber de plantear más preguntas que respuestas, es lo que me tomo como camino. Pero puedo decir que efectivamente vivimos en una sociedad donde quitamos la muerte, el sufrimiento... lo escondemos.
Algo que siempre me extrañó de España es la existencia de los tanatorios. La muerte ya no está en un velatorio en las casas, sino en un espacio absolutamente obsceno, como es un tanatorio, y en el que se trata de esconder la muerte. La enfermedad también la escondemos en los hospitales, la vejez la intentamos esconder.
Yo creo que no podemos erradicar completamente el sufrimiento. Vivimos en una sociedad completamente hedonista donde podemos hacer muchísimas cosas, el sentido de la vida es casi una lista de deseos. Pero no creo que podamos ocultar la muerte, por eso creo que tiene que estar presente.
Yo por lo menos con mis hijos intento, obviamente tenemos que protegerlos porque son mentes frágiles, pero tenemos que tratarlos como adultos, no podemos ocultarles cosas. Aunque, claramente, tenemos que usar un lenguaje comprensible para ellos.
Nos encontramos en el Festival de Cine Europeo. ¿Cómo se puede competir desde Europa con las grandes producciones anglosajonas que copan la programación en las salas?
Es una tragedia. Estados Unidos creo que solo exporta armas y cine –se ríe–. Pero de verdad, a mí me resulta increíble cómo, no solo han invadido el mercado de la distribución, pero como han homologado los gustos y como han permeado el imaginario colectivo.
Ya no me acuerdo quien, pero un cineasta dijo que, en Europa, si un personaje saca una pistola en escena, tiene que preguntarse por qué lo hace. No puede haber una violencia tan gratuita. Sin embargo, ahora hay una tal banalización de la violencia...
"Algo que siempre me extrañó de España es la existencia de los tanatorios. La muerte ya no está en un velatorio en las casas, sino en un espacio absolutamente obsceno en el que se trata de esconder la muerte"
Yo creo que tenemos que defender orgullosamente lo europeo, y muchas veces se tiende a pensar en lo occidental en una cosa única, pero justamente tenemos que ver cuáles son las diferencias con la cultura estadounidense, que son muy grandes.
Usted estudió Filosofía antes de dedicarse al cine. ¿Cómo pasó de un campo a otro?
Cuando estudiaba Filosofía a mí me gustaban las cuestiones de fondo. Pero a la vez tenía una pasión por el mundo de la imagen. Recuerdo en casa de mi padre, cuando era chico, yo le decía "papá, yo quiero vivir en una película". Era una cosa muy infantil, esa pretensión de vivir en tercera persona y que nos pasen cosas.
Luego, durante la universidad, tuve una crisis existencial muy fuerte, y empecé a hacer fotos, cosa que sigo haciendo, y en la poesía. Y por alguna razón, cuando me vino la oportunidad de hacer cine, vi naturalmente que estos dos caminos, de la poesía y el cine, podían converger.
Decía que le interesaban las cuestiones de fondo, ¿concibe el cine sin que la película tenga un mensaje detrás? Es decir, ¿una película meramente entretenida, sin una cuestión de fondo tras el guion?
Obviamente existe, y yo también veo películas entretenidas, veo dibujos animados con mis hijos. Pero no me interesa hacerlo porque me tomo un poco en serio esto. Creo que el arte, el mundo del cine, tiene su estatuto, no puede hacer otra cosa que cuestionar, que debatir, y que observar. Entonces, claro, veo un poco el hacer películas como una misión.
Ve entonces el arte como una función social, ¿no?
Sí, absolutamente, y también me atrevería a decir que como algo espiritual.
Por último, ¿sabe ya de qué tratará su próxima película? ¿Repetirá en la ficción o volverá al documental?
Para mí los documentales han sido una escuela. Ahora tengo dos ideas de ficción. Quiero hacer una historia de una pareja en una playa, para investigar un poco el tema del amor. Y cuando hablo de amor, lo hago en varios términos: erótico, y a la vez saber si hay otros tipos de amor.
También me servirá para investigar la cuestión de la identidad, algo que me interesa mucho, el cómo nos definimos a través de la memoria. Entonces estos dos personajes, en una playa un poco metafísica, empiezan a perder la memoria hasta preguntarse quiénes son.
Por otro lado, tengo pensada una serie sobre ecoterroristas. Me parece un tema muy interesante, pensar en una generación donde no se escuchan sus demandas de un mundo más justo y más sostenible, y cómo perdiendo esperanzas pueden entrar en la violencia.