La Audiencia Provincial de Sevilla ha condenado a cuatro años de prisión a un hombre acusado de abusar de su expareja sentimental, una mujer con discapacidad física a la que insultaba de manera reiterada. El condenado también realizaba "tocamientos" a la víctima a pesar del rechazado de esta a dichas prácticas.
El condenado, J.G.C., mantuvo una relación de un mes con la víctima durante el verano de 2022, sin que hubiera convivencia entre ambos. Según recoge la sentencia emitida por la Sección Cuarta de la Audiencia, el procesado, además, padecía "un trastorno antisocial con inteligencia límite" que afectaba a su "capacidad volitiva" e intelectual.
La mujer dio por terminada la relación en septiembre de ese mismo año, y a pesar de expresarle al hombre su deseo de no mantener el contacto con él, este acudía "de manera constante" al Centro de Acogida Municipal donde ella residía.
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El relato de los hechos señala que el condenado "la esperaba cada día en la puerta a las 8 de la mañana, frecuentaba los lugares a los que sabía que ella acudía en las inmediaciones y le insistía en retomar la relación sentimental". Cuando ella se negaba a volver con él, el hombre le llamaba "puta", le escupía, y le amenazaba diciéndole "eres mía. Si me denuncias, te mato".
"Mi ley es la gitana"
Las amenazas se mantuvieron en el tiempo. Dos meses después de la ruptura, en noviembre de 2022, el acusado seguía acudiendo al Centro de Acogida para intentar contactar con su exnovia.
En una ocasión, los trabajadores del centro le pidieron que se fuera, momento en el que el condenado envió, a través de los profesionales, el siguiente mensaje a la joven: "Como la puta esa me arruine la vida, le estrello la cabeza contra la pared. Mi ley es la gitana y esa dice que a una mujer como ella se le marca la cara".
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Días más tarde, el hombre abordó a la mujer en un bar cercano a su residencia, donde volvió a insistir a la víctima para que retomaran la relación. Ante la negativa de ella, y la petición de los trabajadores que la acompañaban de que la dejase tranquila, el acusado volvió a intimidarla, avisándole de que "si no eres para mí, no eres para nadie". Volvió, además, a amenazarla de muerte, diciéndole "puta, te tengo que quitar la vida".
Abuso sexual
Además de la violencia verbal, el condenado también llevó a cabo abusos físicos. Según el fallo judicial, el hombre se aprovechó de la discapacidad motora de la mujer –que la obliga a desplazarse en silla de ruedas–, así como de su "fuerte adicción al alcohol", para realizarle "tocamientos en los pechos y genitales, incluso por debajo de la ropa".
A este respecto, la resolución apunta que en el mismo mes de noviembre, el acusado logró entrar en contacto con su expareja en un momento en el que ella "se encontraba afectada" por las "importantes cantidades de alcohol" que había consumido.
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En este punto, en el que la mujer estaba tumbada en el suelo a causa de su estado de embriaguez, el condenado, "movido por el ánimo de satisfacer sus libidinosos deseos", se tumbó junto a ella y le tapó con una manta. A continuación, le quitó los pantalones y le realizó "tocamientos".
La mujer suplicó al hombre que parase su acción, una solicitud que el condenado ignoró dado que solo frenó el abuso cuando otros usuarios del centro avisaron a los responsables del mismo.
El Tribunal considera que el acusado es culpable de delitos de hostigamiento, amenazas y contra la libertad sexual, por lo que tendrá que hacer frente a la citada pena de prisión, así como a trabajos en beneficio de la comunidad. Del mismo modo, tendrá que indemnizar a la víctima con 10.000 euros, y no podrá acercarse ni comunicarse con ella en los próximos nueve años.