Manuel León, el pintor de 'pueblo' y a nivel mundial: "Con mis pendientes es como llevar un cuadro mío colgado"
"Parece que uno es más libre creyendo en la Virgen del Rocío que en la política"// "El mundo del arte es duro, pero más duro es ser albañil, que también lo he sido"// "Me encantaría que Rosalía me comprara un cuadro"// "A Pedro Sánchez le diría que tuviera cuidado porque la nariz le puede llegar al suelo".
31 diciembre, 2023 08:48El pintor Manuel León Moreno (Villanueva del Ariscal, Sevilla, 1977) es versátil y camaleónico por naturaleza. Diplomado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, se considera un tipo de pueblo, más bien de su pueblo, pero a la vez es reconocido a nivel mundial y con él, Villanueva también.
Desde el lagar municipal en este rinconcito aljarafeño, que tiene como estudio, este pintor impresionista con influencias barrocas exporta a medio mundo sus cuadros en los que mezcla la cultura popular y urbana con obras y paisajes llenos de colorido. Realmente, cada día intenta reflejar en ellos lo que ve a su alrededor.
En su trayectoria ha subido dos peldaños claves que le han llevado al éxito y ambos han coincidido con los nacimientos de sus hijos Darío y Telmo. Cree que sin duda trajeron un pan bajo el brazo cuando en 2012 fichó por la galería Javier López & Fer Francés y en 2017 el futbolista Sergio Ramos le compró siete cuadros de una tacada.
Manuel habla como pinta y nos cuenta que termina el año feliz y afortunado de poder comer todos los días de su arte tras 20 años exponiendo. También, con ganas de empezar 2024. Tiene por delante la ardua tarea de dar vida a 40 lienzos para llevarlos a dos exposiciones individuales en Madrid y en Bruselas, y a varias ferias de arte de México, Corea, Grecia, Abu Dabi...
Sin embargo, ahora junto a su mujer, la fotógrafa Celia Macías, tan camaleónica como él, se ha embarcado en un nuevo proyecto de joyas de autor: una colección de pendientes, gemelos, anillos y alfileres, bajo el título 'Pendiente de ti', tan característicos como sus cuadros. Los crea uno a uno, pieza a pieza, y con lupa para que no se repitan.
"No me esperaba este éxito cuando se nos ocurrió la idea, pero realmente es como llevar un 'Manuel León' colgado en las orejas. A mí eso me mola y a la gente le ha encantado también", cuenta Manuel a EL ESPAÑOL de Sevilla, hablando en plata, tal y como pinta...
¿Siempre quisiste ser pintor?
De pequeño no lo sabía. También quise ser toreo y astronauta. En la adolescencia me di cuenta de que lo único que no me cansaba era pintar y me ganaba mi dinero pintando abanicos y Cristos de Sevilla. También, de que lo poco que hacía, lo hacía bien. Constante me he vuelto con la edad.
¿Lo volverías a hacer? ¿Animarías a tus hijos a que fueran pintores?
Sí volvería a ser pintor. Estoy convencido de que la vida que llevo es plena. Vivo en mi pueblo porque soy muy de pueblo, pero también viajo un montón y a mí me encanta. Sí animaría a mis hijos si les viera cualidades, pero les diría que la virtud más grande que tienen que tener es la constancia porque antes de ser pintor será autónomo fiscalmente.
¿Cómo funciona el mundo de las artes plásticas en España?
De las subvenciones hay que olvidarse. Pensar que el Estado te puede sacar del hoyo no es buen camino. Nunca he esperado nada del Estado ni lo espero. Sin embargo, veo con esperanza que está habiendo un despertar del coleccionismo. Las redes sociales también han cambiado mucho este mundo al adquirir tu obra mucha más proyección. Es decir, si eres profesional, no es difícil promocionarte en Internet.
Lo que sí echo de menos y que veo en otros países es que el Gobierno sí favorece el coleccionismo. Por ejemplo, aquí no hay ventajas fiscales por coleccionar como sí las hay en países nórdicos. Cada vez que he expuesto en Bruselas he vendido mis cuadros en una hora.
"El Gobierno debería procurar exenciones fiscales, bajar el IVA a los materiales que usamos o aminorar el precio del transporte. Mover un cuadro por España es carísimo".
Yo vivo de esto, pero comercializar con arte en Andalucía y España es más difícil que en cualquier sitio. Sin embargo, vivo en Villanueva porque adoro mi realidad y para mí es un paraíso terrenal. Yo me puedo adaptar a pintar en cualquier lado sabiendo siempre que voy a volver. También criar a unos niños en un pueblo es mucho más sensato.
¿Crees que las instituciones se tienen que volcar más con el arte?
En España hay un problema muy gordo con las administraciones. Han entendido la implicación con la cultura en el ámbito de la construcción. Es decir, se construyen más bibliotecas o museos que artistas para llenarlos.
Yo utilizo materias primas muy raras y caras, en poscovid tuve problemas para encontrarlas, por tanto, creo que las administraciones deben allanar el camino por ahí... Es decir, debería apostar más por procurar exenciones fiscales, bajar el IVA a esos materiales o aminorar el precio del transporte. Mover un cuadro por España, por ejemplo, es carísimo.
¿Es duro el mundo del arte?
Es duro, pero más duro es el mundo de los albañiles, que también lo he sido. Como me gusta tanto, me exploto a mí mismo, pero el miedo es muy miedoso y cuando se para la economía lo primero que se ha dejado de comprar es arte. Los ricos realmente lo conciben como una inversión.
Tienes cuadros en medio mundo, pero entiendo que no ha sido fácil, ¿no?
A nivel internacional fichar por la galería Javier López & Fer Francés en 2012 me abrió a otro mercados y empecé a ir a ferias internacionales. Exponer en el CAC de Málaga sí fue otro logro. Todos los pintores queremos exponer allí.
¿Cree que Sevilla se está quedando detrás en este aspecto?
Creo que Sevilla no ha aprovechado el tirón de la pintura sevillana. El 60% de los artistas que exponen en ARCO son andaluces y la mayoría son sevillanos. Creo que el Ayuntamiento, al menos hasta ahora, no ha sabido aprovechar el músculo tan potente que tiene en pintura con artistas de la talla de Luis Gordillo, Juan Lacomba, Rubén Guerrero, Miki Leal, Ana Barriga o Cristina de Miguel, entre muchos otros.
Un director de un museo me dijo una vez que "Sevilla estaba muy completa y que meterle al nuevo era muy difícil". Sin embargo, con nuevas galerías como Di Gallery, Delimbo o Magasé Art Gallery parece que se está focalizando y eso está bien.
Pero ¿cómo se conecta ese mundo con el público de a pie?
La pasta no es el problema porque para montar una caseta en la Feria de Sevilla o hacer un camino del Rocío por derecho hace falta mucho dinero. El problema es más la tradición o la educación de adquirir una obra de arte. Quizás hace unos años sí había más respeto. Hay una frase muy bonita de Goya que dice: "El tiempo también pinta".
A su vez, influye el miedo tan absoluto que hay al entrar en una galería de arte, parece que hay una placa de hielo en el suelo antes de la puerta. Hay miedo que te digan: "Tú no entiendes". Sin embargo, todo el mundo sabe lo que le gusta y lo que no.
¿Entonces?
Se puede ver como una inversión. Hay gente que ha comprado un cuadro de 30.000 euros y lo ha vendido en 5 millones, pero sobre todo es que tener en tu casa un objeto con aura va más allá del precio. Eso tiene mucho valor. También te digo que cualquier persona que compre tres cuadros puede ser un coleccionista y tiene algo de enganche.
¿Como los tatuajes?
Sí, es buena analogía [ríe].
Bueno, cuéntame sobre la nueva aventura de vender pendientes artísticos que realmente identifican tu concepto… ¿imaginabas el éxito?
Siempre me ha gustado llevar lo que pinto a objetos raros, como abanicos, hace poco le pinté un mantón a mi mujer, Celia. Realmente, ella es el motor de todo esto. Me pidió que le diseñara unos pendientes y nos dimos cuenta de que tenían salida. Al principio los hacíamos como coleccionismo, como regalo, y fue ella quien dio el paso para comprar el material, aunque no queremos morir de éxito [ríe].
Artistas como Picasso o Miró también diseñaron joyas. Realmente los diseño como si estuviera pintando un cuadro, veo los pesos de color, la silueta, la forma...Y me encanta que alguien pueda llevar un 'Manuel León' colgado en las orejas.
Es muy democratizar el arte porque es como llevar una pieza artística encima. Los vendo con su certificado de autenticidad firmado uno a uno. Me divierto mucho la verdad y no me esperaba este éxito, sobre todo de gente cercana.
Si tuvieras que describir tu pintura ¿cómo lo harías?
Me considero un pintor impresionista. Le doy importancia al color por encima de todo. También a la huella del pincel e intento hacer gestos de pintura que imitan el baile flamenco. Me dio una rallada de hace 15 años por el compás en los colores, la composición...
"Me han influenciado mucho Goya y Velázquez, aunque este último es que es inalcanzable. Es como ser torero y querer imitar a Curro Romero, es imposible".
No obstante, siempre mi zona de confort es abandonarla, no repetir lo que sé hacer. En fin, ponerme siempre una mano atada a la espalda para avanzar.
Tus nazarenos también se hicieron muy famosos ¿cómo se te ocurrió pintarlos?
En aquella época hacía una pintura abstracta, pero a escondidas hacía cosas muy realistas. En un ensayo pintando en plein air en la sierra de Huelva llegué a la conclusión de que apoyando el pincel sobre el lienzo varias veces se percibía un ciprés, pero cuando te alejabas parecía una fila de nazarenos. Me di cuenta de que había un punto de sátira... Me pilló en una etapa en la que me reía de mí mismo.
¿Tú eres creyente? ¿Te criticaron en su momento en una ciudad como Sevilla?
Soy creyente, no practicante, aunque a nivel moral soy muy cristiano. No había intención de faltar el respeto y nadie se lo ha tomado así porque han entendido bien eso. Gente de la Hermandad del Gran Poder tiene un nazareno mío.
¿Todos tus cuadros tienen un mensaje?
Todos tienen una línea narrativa, pero no lineal, sí es verdad que todo el tiempo estoy narrando, aunque a veces ni siquiera sé lo que narro. Y cuando no lo hago tengo muy claro que es 'un cuadro sofá', es decir, un cuadro bonito, pero sin interés intelectual ninguno.
¿Qué proyectos tienes ahora en mente?
El primero más gordo que tengo es una exposición individual en la galería Yusto/Giner en la calle Barquillo de Madrid, donde llevaré una docena de cuadros. Ahí me la juego. Y después, a finales de verano, expondré en Bruselas. Allí llevaré algo vitalista orgánico. Ellos confían en tu obra.
Al año exposiciones individuales no te da tiempo a hacer más de dos. Hay gente que en diez años hace una. Después también expondré en ferias colectivas en México, Corea, Grecia, Abu Dabi... En total serán entre 30 y 40 cuadros. Para estar en primera división hay que crear mucho.
¿Te consideras que estás en primera?
Por lo menos como todos los días, siendo pintor.
¿Se han quedado muchos compañeros de facultad por el camino?
Muchos, la mayoría, pero en mi generación y en la anterior cada vez hay más gente que se dedica con pasión a esto. También se ha abierto más el mercado. Yo sé en tiempo real lo que se está haciendo en Japón o en EEUU y eso te da ventajas.
Tu estudio es un lagar municipal en un pueblo de mucha tradición bodeguera ¿crees que el arte y el vino están relacionados?
Muchísimo porque la relación de lo báquico con lo apolíneo es el arte. El vino es una creación, un objeto mágico y uno de los milagros fijados de la humanidad. La cultura del vino es una especie de alquimia.
"Siempre he sido muy antisistema, la política crea más problemas de los que resuelve. No debe haber tanta gente desde los púlpitos diciéndole a los demás cómo tiene que vivir, siempre que sea sin hacer daño a nadie".
Llevo a gala tener mi estudio en un lagar. Incluso he tenido el honor y el gusto de pintar un par de etiquetas para dos vinos muy buenos de mi tierra. Además, en Villanueva está la bodega Góngora, la más antigua de Andalucía y la segunda de España.
¿Qué pintores te han influenciado más a lo largo de tu carrera y en este momento?
Con diferencia Goya, por eso de moverse en distintos lenguajes. Y Velázquez, aunque es inalcanzable. Es como ser torero y querer imitar a Curro Romero, es imposible. De los actuales me han marcado mucho Luis Gordillo o Juan Lacomba.
Hablando de lo divino y de lo humano, desde tu punto de vista, ¿cómo ves a la sociedad en general?
La veo mejor que nunca en el sentido de que cada vez menos gente pasa hambre. Hemos pasado una pandemia y el sistema, el capitalismo, ha tenido músculo, pero el rollo moralista que se está dando desde la política me molesta un poco.
Ahora parece que uno es más libre creyendo en la Virgen del Rocío que en la política. En la aldea del Rocío no hay ni una señal de tráfico y pasan muy pocas cosas. No creo tanto en la regulación, que en parte es necesaria, pero la hiper es atrofiante.
Explícate...
No debe haber tanta gente desde los púlpitos diciéndole a los demás cómo tiene que vivir, siempre que sea sin hacer daño a nadie. De la obra Apocalípticos e integrados, de Umberco Eco, yo soy más de los integrados.
Sí creo en el feminismo y en el cambio climático, pero no creo que se esté dando por cosas que estemos haciendo nosotros. Con el rollo de la huella del CO2 nos van a cobrar por respirar. Es decir, que me parecen más excusas del sistema para hacerse con dinero. De todas formas, siempre he sido muy antisistema, la política crea más problemas de los que resuelve.
Si tuvieras que pintar la sociedad en un lienzo ¿qué pintarías?
Es lo que persigo, que alguien dentro de mil años vea un cuadro mío y entienda la sociedad que yo viví. Es lo que intento todo el tiempo, mirar a mi alrededor y dar la visión de las cosas.
Uno de tus principales clientes es Sergio Ramos y es amigo tuyo personal ¿te ha abierto muchas puertas?
Sí, me las ha abierto y me ha presentado a gente muy buena. Siempre es interesante estar a su lado. No he salido más en la prensa que desde que lo conozco. Es un apasionado del arte. Estaban Pilar y él en una galería en Nueva York, vieron mis cuadros y me compró siete de una tacada.
Le hiciste también un retrato a Alejandro Talavante como anuncio de su vuelta ¿te gustaría pintar a más toreros?
En la imagen suya trabajamos mucho tiempo. Me han pedido varios toreros que los pinte y me gusta la idea. Me parece el arte más verdadero que hay, a mí no me va a matar un cuadro, pero a ellos sí los puede matar un toro.
¿Quién te gustaría que te comprara un cuadro?
Conocí a Rosalía en 2017, cenamos juntos y me di cuenta de que iba a llegar muy lejos. Me gustaría que me comprara un cuadro o pintarla a ella [ríe]. Sin embargo, uno de los clientes que más ilusión me ha hecho fue el albañil que me hizo la obra de mi casa, que me compró uno cuando la acabó.
Si tengo la suerte de ver un cuadro mío en el Museo de Bellas Artes de Sevilla también estaría bien, o en el museo del Prado o en el MoMa de Nueva York, aunque ya eso es mucho soñar.
Una última petición, si le pudieras decir algo a Pedro Sánchez a la cara ¿qué le dirías?
Que tenga cuidado a ver si da con la nariz en el suelo y que se baje del Falcón, que esté con la gente y vea sus problemas reales.