Sevilla

Varias peleas muy violentas con armas entre jóvenes dio la voz de alarma a la Guardia Civil. Los agentes detectaron que en la provincia de Sevilla operaba una banda que se hace llamar 'Blood' y que captaba a jóvenes y adolescentes. 

Según explica el Instituto Armado, una vez dentro de la banda, los líderes de Sevilla de la organización -la banda tenía su 'central' en Madrid- les obligaban a pagar una cuota. Por ello, los miembros acababan robando o vendiendo droga. 

Los agentes han conseguido detener a dos personas y hay otros seis investigados, casi todos menores de edad por "pertenencia a organización criminal, amenazas,

coacciones y lesiones, así como la inducción a la comisión de delitos contra las

personas, contra el patrimonio y contra la salud pública".

Según explica la Guardia Civil, el líder sevillano de 'Blood' -sangre en inglés- viajaba con frecuencia a Madrid para reunirse con sus 'jefes' nacionales y recibir instrucciones. Una de esas órdenes era que captase más jóvenes para ampliar la rama sevillana de la banda. 

Cae en Sevilla una peligrosa banda juvenil que obligaba a sus miembros a delinquir

Prueba para entrar

Para entrar a la organización, los jóvenes sevillanos tenían que pasar una prueba. Tras eso, debían pagar una cuota. Además, contaban con un estricto sistema de normas que, si se incumplían, suponían un castigo físico. 

"Incumplir el código de conducta de la banda o las exigencias de sus líderes se castigaba con graves agresiones físicas o incluso la muerte", explican los agentes encargados de la investigación. 

La red no era discreta. Usaba las redes para mostrar sus delitos. Desde la venta de drogas hasta las peleas o los robos que cometían. 

Romperse los nudillos

Para entrar en la banda los aspirantes debían superar pruebas. Les pedían desde pegarle a otros adolescentes, recibir palizas o cometer delitos como robos o hurtos. "A estas tareas se les suele denominar '‘misiones'", explica la Guardia Civil. 

Mediante su cumplimiento, "los miembros captados pasaban de tener una condición de aspirantes a ser considerados como miembros juramentados", señalan los agentes.  Entre las pruebas que se les pedía estaba que se rompieran los nudillos dando puñetazos en la pared o con un calcetín lleno de piedras. 

"Una vez pasadas las pruebas, le asignaban al nuevo miembro una posición concreta en la organización. Su estructura jerárquica y piramidal, implantaba una rigurosa normativa interna con un código de conducta, vestimenta y disciplina", indican los agentes. 

Muerte al desertor

Abandonar la banda era la cuestión más castigada. En ese caso el "desertor", indica la Guardia Civil, se enfrentaba a castigos físicos o incluso la muerte. También amenazaban a los familiares de los miembros. 

De hecho, narran los agentes, los miembros de la banda llegaron a apedrear la casa de la familia de unos de los adolescentes y hasta dispararon con un arma de aire a un exmiembro.