La Semana Santa de Sevilla ya ha sido pregonada este Domingo de Pasión por el periodista Juan Miguel Vega Leal. Pasados unos minutos de las doce del mediodía, las autoridades y el pregonero cruzaban con una ovación las tablas del Teatro Maestranza de Sevilla para dejar claro que "una Semana Santa sin Dios es una performance vacía".
La marcha Macarena, de Abel Moreno, interpretada por la Banda Municipal, abría este acto que estuvo presidido por el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz; el presidente del Consejo de Hermandades, Francisco Vélez; y el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Menses, entre otros representantes.
El encargado de presentar al pregonero fue el teniente de alcalde y delegado de Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Sevilla, Manuel Alés. El edil recordó sus años de juventud "cuando sonaba en un viejo transistor la sintonía de 'El Llamador' de Canal Sur y surgía la voz clara, reconocible, auténtica de Juan Miguel Vega; voz que, para nosotros, representaba el inicio del tiempo que nos llevaba a nuestra gran pasión: la Semana Santa".
Tras la marcha Amarguras, himno oficioso de la Semana Mayor hispalense, tomaba la palabra Juan Miguel Vega, que dedicó el pregón a sus padres, "un trianero llamado Juan Vega Ramírez y una sevillana de la Cruz del Campo que se llamó Dolores Leal Estudillo", protagonistas de la "historia de amor" sobre la que giró el pregón.
El periodista comenzó con un canto a Sevilla, la ciudad que el profesor Francisco Morales Padrón le definió como "esa luz que entra por la ventana". Vega declaró su amor incondicional por la ciudad que le vio nacer. "Fue en ti donde abrí los ojos y eché a volar al futuro, amparado por tu cielo y mi Virgen del Refugio".
Tras confesar su amor incondicional a Sevilla, Vega introdujo a los presentes en la víspera de la Semana Santa que se respira estos días en la capital andaluza. "Huele a esparto, a almendra garrapiñá, a calentitos de papa, a miel, a azahar… Dime que no te llena de alegría -de esa alegría, sevillano, que sólo tú y yo comprendemos- saber que la semana que viene será Semana Santa".
Un pregón de estilo clásico
El pregón, de estilo clásico y sin golpes de efecto provocados por la música u otros elementos, continuó haciendo un recorrido por las cofradías del Domingo de Ramos, las que abren los desfiles procesionales por la Carrera Oficial. "Es el día más luminoso y la noche más excelsa. Cuando Sevilla derrocha toda su inmensa belleza".
Sus primeros recuerdos lo llevaron a Triana, el barrio de su padre. "La Semana Santa se nos mete en el corazón cuando empezamos a vivir. Desde el principio forma parte de nuestras emociones más profundas; la llevamos tan dentro como la caricia o la voz de nuestros padres".
En el viejo arrabal vio por primera vez a la Esperanza de Triana, en la mañana del Viernes Santo. "En la capa llevan un escudo que preside un ancla. El niño no lo sabe aún, pero esa ancla es ya parte de las ataduras que lo unen a los suyos; a su sangre", continuaba. "¿Tendré que quererte o no, Esperanza de Triana?".
Vega viajó en sus recuerdos a un lejano Viernes Santo en el que, de la mano de su padre, veía al Cristo del Cachorro en Triana. "Ese hombre al que ahora vuelvo a ver, en una tarde de hace ya muchos años, junto a mi padre que ha vuelto, como ha vuelto aquella tarde; y sin hablar lo miramos: el Cachorro sobre el puente va camino de Sevilla".
Tras dedicar unos versos a la Estrella, cruzó las aguas del Guadalquivir para dirigirse al viejo arrabal de San Bernardo, donde reside una de sus cofradías, la que lleva el nombre del barrio y de su parroquia.
En "las penas" del pregonero: el Cristo de la Salud; en "las alegrías" la Virgen del Refugio. "Es mi Virgen, siempre niña, aunque pasen muchos años. El Refugio de María, Lo mejor de San Bernardo", recitaba.
Ahondando en sus recuerdos, Juan Miguel recordó a su vecina Conchita, una señora con la que pasó muchas horas siendo un niño. "En los relatos de Conchita se entrecruzaban la historia y la leyenda; la realidad y la ficción, sin que faltara una mijita de guasa", recordaba el pregonero.
Los versos a la Canina
En estos pasajes afloró el buen sentido del humor del periodista, que se atrevió a dedicar unos simpáticos versos al paso de la Canina, al que Conchita tenía cierto respeto, levantando risas y aplausos. "Tu bajío nos fulmina, mas te llevamos muy dentro. Ven y sal a nuestro encuentro, no nos das miedo, Canina".
"Todos hemos tenido alguien como Conchita. Alguien que nos enseñó a conocer y amar la Semana Santa y, a través de la Semana Santa, a Sevilla", continuaba Vega, recordando con cariño a su entrañable vecina.
Las hermandades de vísperas, que salen entre el Viernes de Dolores y Sábado de Pasión, también tuvieron cabida en el pregón. "Vinieron a reparar ese injusto desarraigo de tantos sevillanos, que ahora sí tienen a Sevilla, a la Sevilla más honda, a la de la tradición y la fe, en sus barrios, al lado de sus casas".
El pregonero defendió que "una Semana Santa sin Dios es una performance vacía, un cuerpo sin vida; un carnaval absurdo…", añadiendo que no creer en Dios "es la corriente dominante en el pensamiento actual".
En este sentido, hizo un llamamiento a los cofrades de Sevilla, levantando una gran ovación: "Tened esa personalidad. No lo neguéis, como Pedro. No sois menos que nadie. Decidlo abiertamente. Sin complejos. Sí, creo en Dios. ¿Qué pasa?".
Llegando al ecuador del pregón, llegó el turno para el Gran Poder. Para hablar del Señor, Vega recordó que nombre de la ciudad "es el resultado de la evolución, a lo largo de tres mil años" y que quiere decir "La Orilla del Señor".
Hablando de Señor de Sevilla, recordó la Santa Misión que presidió en la zona los Tres Barrios, en 2021, centrándose en el emotivo momento en el que el Señor se volvió para despedirse "justo en el lugar donde estuvo el puente sobre el Tamarguillo".
"Frente a él, otra vez, los tendederos de los bloques de Federico Mayo, la calle donde vivía mi abuela. Y fue como si en el cielo de Sevilla retumbaran entonces las últimas palabras de Jesucristo en el Evangelio de San Mateo, con las que el Gran Poder se despedía de aquellos barrios humildes y castigados, haciéndoles una promesa: Yo estaré con vosotros todos los días, hasta la consumación del mundo”.
Juan Miguel recordó cuando, refugiándose de la lluvia en los soportales del Ayuntamiento, una tarde en la que las cofradías no pudieron salir, conoció a la que sería su mujer y madre de sus hijos, Isabel.
"Hoy los dos sabemos -en realidad lo supimos hace ya mucho tiempo- que no fue casual aquel encuentro durante una tarde de lluvia en la que no pudieron salir las cofradías. Todas se quedaron en sus iglesias, menos una que salió para nosotros: la del Cristo del Amor; nuestro Cristo, Isa, del Amor".
Hubo lugar para recordar a los costaleros profesionales. "Es cierto que la llegada de los hermanos costaleros ha sido una de las mejores cosas que le han pasado a la Semana Santa de Sevilla, pero, oiga, un respeto para quienes durante siglos estuvieron llevando antes los pasos. Un respeto", apostilló Vega.
Se acordó de los maestros
Juan Miguel mencionó a aquellos maestros que le hicieron soñar la Semana Santa de su niñez, como Antonio Burgos, con sus textos, o Filiberto Mira, José Luis Garrido, Chano Amador, José Manuel del Castillo, Agustín Navarro y tantos otros, a través de la radio.
Recordando sus primeras retransmisiones, ya como periodista, no olvida cuando descubrió a uno de los grandes personajes que ha dado la Semana Santa de Sevilla, como fue Pepe Hidalgo, tambor y director de la Centuria Macarena, que para Juan Miguel tocaba como "Charlie Watts, el batería de los Rolling Stones".
Y del tambor de Hidalgo a su Centuria Romana Macarena, a la que pregonó en 2011. En estos versos recordó a otro gran personaje de Sevilla, como fue el genial rockero Silvio. Nombres como el de Pascual González, eterno pregonero de Sevilla, o Pepe ‘Peregil’, cantaor de saetas y tabernero de Sevilla, fueron citados en algunas de sus múltiples anécdotas.
Conmovió la historia de Paco y su mujer, dos sevillanos que querían ser padres. Él "no creía en Dios", pero en quien sí cree "a pies juntillas es en la Virgen de la Esperanza". Contaba el pregonero que, una Madrugá, "cuando la tuvo delante, Paco la miró y, olvidando su falta de fe, se dirigió a ella con el pensamiento para decirle: ayúdame a ser padre".
Lo sorprendente o llamativo fue que meses después llegó la anhelada adopción de su hija. "Una niña que, casualmente, había nacido pocas semanas antes: el 1 de septiembre, festividad de San Gil Abad. La carta que traía aquella noticia […] llevaba la fecha del día 18 de diciembre, festividad de la Virgen de la Esperanza".
El tramo final
Llegando al final, el pregonero quiso dedicar un recuerdo a esos niños y niñas eternos […] que, como la Virgen María, "vinieron al mundo sin pecado original […] Sólo por ellos merece la pena que exista la Semana Santa de Sevilla”, decía en referencia a los niños que padecen algún trastorno de por vida.
"En su homenaje, quisiera hacer mía a esta hora la arenga instituida por un singular cofrade de Sevilla; Angelito el aguaó, alguien que, a su manera, también es cada año pregonero de la Semana Santa”, apuntaba.
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En el epílogo del pregón, Juan Miguel Vega apeló al popular "cofrades, a la calle" que popularizó Angelito en los años de la pandemia. "Cofrades a la calle. Que el tiempo vuela y la Semana Santa llega para irse en un suspiro", rezaba el pregonero.
En sus últimos renglones, el pregonero llamó a los cofrades a vivir la Semana Santa de Sevilla 2024, para la que faltan solo siete días. "Ahora ya no lo soñamos. Llegó al fin lo que esperamos: la gloria, la maravilla, del cielo azul de Sevilla en un Domingo de Ramos".
Durante más de una hora y media de recuerdos, anécdotas y vivencias, Juan Miguel Vega Leal mantuvo atento al público del Teatro Maestranza y a los miles de sevillanos que siguieron el acto a través de radio, televisión o internet.
El día continuó con el tradicional almuerzo del pregonero con las autoridades, en el Real Alcázar de Sevilla. En las calles, gran ambiente de vísperas con altas temperaturas. En las iglesias, pasos montados y besamanos, como preludio de la inminente llegada de la Semana Santa. El vía crucis de Jesús Despojado, en la Plaza de Molviedro, pone punto y final a un día pleno de cofradías.