Sevilla esconde infinidad de historias que dan buena cuenta de su vasta historia. En algunas ocasiones incluso se conservan vestigios físicos. Sucede en pleno centro de la ciudad con la calle Cabeza del Rey Don Pedro, cuyo nombre es casi literal.
La denominación de esta vía responde a una leyenda del siglo XIV, en la época de Pedro I de Castilla, quien popularmente era conocido como el Cruel.
Este monarca tenía una importante rivalidad con la acaudalada familia de los Trastámara-Guzmán, especialmente con un caballero, conocido como el de los Cuatro Cantillo, que se dedicaba a difamar al rey con continuas mentiras.
La afrenta podría haber provocado una guerra civil si el monarca se hubiese enfrentado a él directamente. Por ello, aprovechó una noche para batirse en duelo con él y asesinarlo.
Sin embargo, no lo hizo suficientemente en secreto, ya que una anciana presenció la escena asomada a una ventana. Trataba de alumbrarse con un candil, que se le cayó y encontraron junto al cadáver.
Búsqueda del asesino
Un día después, toda la ciudad se había enterado del suceso. El padre del caballero de los Cuatro Cantillo pidió justicia ante el rey. Pedro I no dudó en ofrecer una recompensa para aquel que encontrase al asesino. Además, si este aparecía, colgaría su cabeza en un nicho de la calle donde se cometió el crimen.
La anciana se lo había dicho a su hijo, que tuvo el valor de ir a ver al rey para acusarlo. No obstante, lo hizo en privado al ponerlo delante de un espejo. Le pidió que mantuviese el secreto con la amenaza de ahorcarlo y le entregó la recompensa.
Eso sí, cumplió con su palabra y puso la cabeza del asesino en su lugar. Encargó un busto de su figura pero envuelta en una caja de madera, por lo que su identidad estaba a salvo.
Hubo que esperar hasta su muerte en la guerra contra Enrique de Trastámara, su hermano, para abrir la caja, donde se encontraba la cabeza de piedra de Pedro I.
No se conserva la original
Hoy en día, se mantiene la estatua en una hornacina, aunque no es la original. Fue realizada por Marcos Cabrera hacia 1630 por orden del Ayuntamiento, que deseaba mantener vivo el recuerdo de la leyenda.
La calle contigua se llama Candilejo, en honor a la anciana que presenció con un candil el asesinato cometido por Pedro I, cuya figura sigue presente en el centro de Sevilla.