Uno de los soldados muertos en el lago de Cerro Muriano al ser trasladado a tierra.

Uno de los soldados muertos en el lago de Cerro Muriano al ser trasladado a tierra. EE Sevilla

Sevilla

"Socorro, me ahogo, me falla el cuerpo": así ignoró el capitán Zúñiga los gritos de auxilio en Cerro Muriano

A las cinco de la mañana despertaron a los reclutas con tiros al aire. Dos murieron ahogados horas después en un lago artificial. 

3 abril, 2024 02:39

"Socorro, me ahogo, me falla el cuerpo". Es uno de los gritos que se escucharon en el lago de la base militar de Cerro Muriano. Así lo cuenta uno de los soldados a los que ordenaron entrar en el agua pese a que la temperatura era gélida. Dos de los reclutas murieron ahogados esa mañana.

Al frente de la maniobra estaba el capitán Zúñiga. Está señalado por el fallecimiento del soldado Carlos León Rico y del cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar, junto con otros dos mandos del Ejército que dirigieron las maniobras, el teniente Tato y el sargento Estupiñán.

El sumario del caso, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, detalla una escena de caos y gritos en las aguas del lago de Cerro Muriano a primera hora de la mañana del 21 de diciembre pasado. "¡Que se están ahogando!", gritó otro soldado. "¡Se te está ahogando un por allí, otro por allí!", chilló otro, según el relato recogido por la Guardia Civil.

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Los soldados hablan de cuerpos "sin fuerza", que se "hundía"; de "mucho frío en las piernas, que estaban entumecidas"; de verse "con la mandíbula entumecida"; de que los reclutas que conseguían salir del agua los hacían "azules" porque el agua estaba "próxima a la congelación". 

Agua helada

Aunque el relato es, a ratos confuso -la Guardia Civil, que ha llevado a cabo la investigación ha recolectado decenas de testimonios-, casi todos los soldados coinciden en que el agua estaba helada. La instrucción coincide y detalla: hacía menos de 7 grados cuando los reclutan recibieron la orden de entrar al agua.

El ejercicio, añade, consistía en recorrer los 110 metros que separaba una orilla de otra. La profundidad máxima era de dos metros y treinta centímetros. La visibilidad era nula en el fondo. El agua estaba helada. Y el fondo, lleno de limo, barro y troncos.

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Recoge el informe de la Guardia Civil que, con las temperaturas de esa mañana en el lago de Cerro Muriano, el cuerpo humano pierde calor "25 veces más rápido que en el aire". Nada de eso paró las maniobras, relata el sumario del caso. 

A las circunstancias del terreno se sumó, en una tormenta perfecta, la carencia de ciertos medios. Señala el sumario del caso que no había ni barcas en el agua ni buzos. De hecho, el Regimiento "no disponía de embarcaciones Zodiac, flotadores o salvavidas", señala el documento judicial. 

Militares en Cerro Muriano.

Militares en Cerro Muriano. EP Sevilla

Sí que contaba con ese material el Batallón de Zapadores X, pero no se le pidió, como había ocurrido en otras ocasiones cuando se planteó un ejercicio similar de vadeo de este lago artificial. 

Nueve de la mañana

Eran algo más de las nueve de la mañana cuando los soldados empezaron a entrar al agua del lago de Cerro Muriano después de que un mando -el teniente Tato- explicase cómo proceder dentro. 

Cuando uno de los primeros soldados entró en el lago, se le cayó el fusil. El ambiente, describen varios soldados, era tenso. Según uno de los reclutas, el capitán Zúñiga, estalló: "Me cago en mi puta madre que al final me voy a tener que meter yo a buscar el puto fusil", asegura que dijo. 

La tensión siguió en aumento y, pese al frío -la Guardia Civil habla de temperaturas por debajo de cinco grados-, se dio orden de seguir el ejercicio. "Me suda la polla todo. Todo el mundo para dentro", indica un soldado que gritó el capitán Zúñiga. 

Esa frase de Zúñiga pudo marcar el destino del cabo Jiménez y del soldado León. Murieron poco después dentro de lago, ahogados.

El último día de vida del cabo Miguel Ángel Jiménez y el soldado Carlos León comenzó a las cinco de la mañana del 21 de diciembre del año pasado, relatan los soldados que participaron con ellos en los ejercicios.

A esa hora un mando -algunos señalan al capitán Zúñiga- les despertó con tiros al aire. Morirían ahogados pocas horas después en un lago del cuartel de Cerro Muriano, en Córdoba. 

Abrieron los ojos como si estuvieran en la guerra, oyendo los disparos de su superior. "¡Qué viene el enemigo!", cuentan algunos reclutas que oyeron en sus declaraciones ante los agentes de la Guardia Civil encargados de investigar el caso.

Se vistieron a toda prisa y, tras dos días de maniobras donde algún soldado asegura que solo durmió una hora y media por noche, los llevaron a la primera prueba del día.

Arrastrase por una alcantarilla 

En un camión, se dirigieron todos a unas construcciones que hay dentro del cuartel de Cerro Muriano. Querían que los soldados realizaran una práctica de asalto en ciudad, señala el informe de la Guardia Civil que ha instruido el caso y al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. 

Allí hay quienes señalan que ya se mojaron porque les hicieron arrastrarse por una alcantarilla para que conocieran cómo es el combate en ámbito urbano. 

El dato es clave, porque el frío y los uniformes mojados jugaron, cree la instrucción del caso, un papel clave en la muerte de los dos soldados Carlos León y Miguel Ángel Jiménez.

Soldados en Cerro Muriano.

Soldados en Cerro Muriano. EP Sevilla

De hecho, el informe de la instrucción del caso recoge que hacia 3,9 grados centígrados cuando se comienza el día para estos soldados. Cuando todos acabaron el asalto en la construcción, vuelta al camión.

Solo el uniforme, la mochila y el arma

El vehículo les llevó al lago donde morirían el cabo Jiménez y el soldado León. Allí les pidieron a los soldados que se quitaran todo salvo el uniforme y conservaran la mochila y el arma reglamentaria.

Sobre el agua, una cuerda. No era una línea de vida sino un cabo que se había puesto el día antes. Estaba tenso, pero no pensado para servir de salvavidas de los soldados. En el mismo lago no había ni lanchas, ni buzos ni ambulancia, coinciden la mayoría de las versiones. De hecho, a un soldado que acabó inconsciente y con agua en los pulmones le reanimó un militar que corría por la zona y se encontró con el incidente. 

Antes de entrar en el agua es cuando las versiones sobre lo que ocurrió se vuelven más confusas. De las decenas de testimonios recabados por la Guardia Civil entre los presentes se deduce que sí que se preguntó a los soldados si sabían nadar. De hecho, a algunos se les indicó que no realizaran el paso del lago por el medio porque no se desenvolvían bien en el agua. 

El frío en el lago

En ese escenario de soldados pataleando por mantenerse a flote y de un frío extremo que les paralizaba, nadie recuerda exactamente cómo los dos reclutas se metieron al agua. O cómo lo hicieron. Pero entraron. Y no salieron vivos. 

Según relatan los investigadores, la mochila del soldado León tenía, además de los objetos habituales, una mina de instrucción que pesaba más de tres kilos y medio. En total. Un lastre fatal. 

Cuando los soldados consiguieron ir saliendo del agua -con ayuda algunos, por sus medios otros-, hubo desmayos y miedo. Faltaba un soldado. En un primero momento se pensó que solo había un desaparecido. A lo largo de la mañana se vio que eran dos. 

Cuerda guía

Según la instrucción del caso, la muerte del cabo Jiménez "pudo deberse a que no utilizó adecuadamente la mochila como elemento flotación" así como a que "falló la medida de emergencia que suponía la cuerda guía" y su "posible incapacidad para nadar" -cuestión que rebaten su hermano y su viuda- además de que "no recibió el auxilio necesario por no haber elementos o personas que pudieran proporcionarlo". 

En el caso del soldado León hay menos indicios, señalan los investigadores, pero sí que encontraron su mochila flotando, lo que demostraría que sí era estanco. 

Sea como fuere, ambos murieron. A la zona, declaró una médico de la localidad más cercana, llegó la asistencia sanitaria cuando ya se habían sacado a los soldados del agua. La ambulancia, añade la instrucción, no tenía un médico sino una persona con formación básica en primeros auxilios.

De hecho, la maniobra de reanimación que debieron hacer a un soldado inconsciente con agua en los pulmones llegó por casualidad. La practicó, señala las diligencias, un militar que había salido a correr y se encontró con el incidente. 

Otro elemento clave es la estanquedad de las mochilas. Porque los interrogados, en su mayoría, señalan que tuvieron que comprarse ellos mismos el dispositivo para que la mochila flotase. No se lo dio el Ejército. Alguno incluso señala que usaba una bolsa de basura.