Día 4. Se puede caminar por el albero. Es fácil, además; sin esquivar. Sopla el miércoles festivo hasta brisa a primera hora de la tarde, un regalo después de los 33 grados de la víspera. Es la compensación que parece haber dado un día amplio en espacios y en tiempos de quienes se han acercado al Real, que es, además, de los más pacíficos que se recuerdan.
Ese es al menos el balance de la Policía Nacional. La madrugada precedente, convertida en la más larga de la Feria por contar con la promesa del descanso laboral inmediato, se ha saldado con una veintena de reyertas. Es la mitad de lo registrado el año pasado.
Y a esa noche ha seguido la calma. En contraste con los récords que han acompañado este año a la Feria, que suma unos nuevos 19.000 visitantes y tuvo el martes hasta un 7,5% más de viajeros en transporte público que el año precedente, el miércoles ofreció un bálsamo de calma.
Amplitud en las aceras y una afluencia que amagó pero jamás llegó a golpear ha sido la nota clave del día. No era un día de prisa. Ni para llegar del autobús y metro al Real, ni para saludar, y ni siquiera para compartir las fotos de la noche anterior.
Ha habido más pasteles y café en las mesas que jarras de rebujito. Más falda amplia que vestido entallado. Menos recepciones de empresas y eventos, aunque han reinado de nuevo las citas inevitables.
Por ejemplo, el cónclave en torno a la caseta de la Cadena SER. Allí estaba la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, para, inevitablemente también, hablar de actualidad nacional: las consecuencias del Caso Koldo.
Y muy en concreto, sobre citar a fiscales en el listado de comparecientes en el Congreso sobre el caso de las mascarillas.
"Ha habido que hacer acuerdos con otros grupos políticos para incorporar y hacer un listado que estuviera consensuado", decía Montero, flor roja en la sien. Porque nada escapa ni en festivo a la actualidad del Real.
Detrás de ella, un mar de coches de caballos y amazonas. Casi tantos como viandantes, pese a la escalada de precios que también han aplicado sus dueños -"la inflación"-, justifican.
En algunas calles del Real, como Pascual Márquez, todo el horizonte lo componían ellos. Aparcados a la hora de comer, refrescando a los caballos con cubos de agua mientras Pacma se pronunciaba sobre el control a la salud de los animales en la Feria, después de que un equino muriera de un infarto a principios de semana.
Son solo "un par de incidencias diarias", replica el Ayuntamiento. Un dispositivo controla la presencia de unos 6.000 equinos diarios en lo que llevamos de Feria, remarcan, y en todo caso ellos tampoco tienen prisa este miércoles, en el que también ronda la satisfacción de haber tenido la noche anterior más paz que en años anteriores.
La previa del festivo local dejó como balance de seguridad apenas a una persona herida por arma blanca y varias reyertas que exigieron la intervención de la Policía Nacional, pese a la masificación de una larga madrugada en la que el alcohol juega sus peores pasadas.
La mayoría de enfrentamientos estuvieron protagonizados por hombres ebrios, según ha explicado el cuerpo; casi siempre sin mayores incidentes. Salvo dos: en una de las reyertas, como resultado de la trifulca, una mujer resultó herida y requirió ambulancia, tras ser golpeada por una piedra. En otra llamada, hubo que atender una agresión con arma blanca en la calle Chicuelo.
La Policía tuvo que intervenir además en una pelea multitudinaria en la que acabó siendo detenida una persona. Con todo, ésta es una feria "mucho más tranquila que en ediciones anteriores, tanto en el número de reyertas como en el del resto de hechos delictivos", han asegurado los uniformados.
Cae la noche y el albero sigue sin aglomeración. Las colas en el baño no superan los cinco minutos. Los camareros preguntan de motu propio si se quiere algo más. Se hace fuerte la sospecha de que los sevillanos empiezan a tener suficiente Feria.