"¡Buenos días, mi reina! ¿Has dormido bien? Y yo que me alegro". Seguramente en un día como este, viernes de feria y con la plaza llena, Juncal le hubiera preguntado su mítica frase a la bella Maestranza.
En esta tarde ha sonado con mucha majestuosidad su pasodoble "...Juncal es un torero más artista que Belmonte, más valiente que Espartero", como homenaje a su director, Jaime de Armiñán, recientemente fallecido. Pero ni eso ha salvado la tarde.
Probablemente el genial personaje hubiera salido refunfuñando de la plaza al ver cómo Morante, Sebastián Castella y Tomás Rufo se estrellaban con una preciosa y noble, pero desfondada y mansa corrida de Alcurrucén. Elegida con todo el mimo del mundo tras llevar siete años sin lidiar en el coso del Baratillo.
No obstante, el francés sí pudo lucirse más al aprovechar las arrancadas del cuarto, que sacó algo más de fondo en su muleta tras salir muy abanto del capote y del caballo. Castella se metió entre los pitones para tirar de él e hilvanar una faena ligada en los medios por ambos pitones con un animal cada vez más parado.
Muy firme estuvo con su primero, que a veces fue muy desconcertante porque se le coló en varias ocasiones. No obstante, antes de esa primera colada se gustó por verónicas.
Con la muleta se impuso Castella hasta que dominó su embestida con toques fuertes y derechazos mandones en un trasteo que se hizo largo. Sonó la música y lo que empezó a oler a oreja se quedó en una ovación porque el palco la denegó.
El tercero fue un berrendo en negro de bella lámina, que salió muy distraído de los primeros tercios y fue muy tardo en el caballo. Rufo se lo sacó a los medios, pero en la segunda tanda empezó a echar el freno hasta que lo echó del todo. Con el último tampoco pudo remontar una tarde, ya en caída libre, por mucho que se esforzara.
Morante se estrelló del todo con su lote, pero no sólo esta tarde, sino en el resto de la feria. Con el de La Puebla siempre existe la esperanza de que su último anuncio sea el día, pero esta vez no. Coger las bolitas buenas en los sorteos no es lo suyo en este aciago y triste mes de abril para el cigarrero.
El primero, que fue aplaudido de salida por guapo, demostró que con lo bonito no se come y se desfondó en la primera tanda. Con el noble cuarto, dejó una media y tres muletazos que crujieron a la Maestranza entre las ansias del personal por ver algo con lo que poder rememorar los 25 años que han pasado desde su primera Puerta del Príncipe. Desde luego, que lo que Dios da, Dios quita. En San Miguel será si ese Dios quiere.