Sevilla

El joven de 19 años acusado por el crimen de Palomares ha sido condenado a nueve años de internamiento por delitos de asesinato y robo con violencia.

El juzgado de Menores ha notificado la sentencia este lunes. Se cierra así un juicio que se ha celebrado a puerta cerrada durante las ultimas semanas.

El condenado tenía 17 años cuando participó el 1 de noviembre de 2022, la noche de Halloween, en el asesinato de Jesús Rosado. Fue apuñalado después de recibir una paliza. Tenía 18 años.

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Cumplirá su pena en el centro de menores donde ahora se encuentra. Luego estará otros cinco años en libertad vigilada, en los que las autoridades controlarán sus movimientos.

La sentencia se ha quedado muy cerca de la petición de la acusación particular en representación de la familia, que reclamaba diez años. Por su parte, la Fiscalía pedía ocho de internamiento.

El otro acusado, pendiente de juicio

La sentencia cierra uno de los procesos que juzgan este crimen. En él han participado otros tres menores de edad, presentes en el momento de los hechos, como testigos. No obstante, otra persona mayor de edad está pendiente de juicio en la Audiencia de Sevilla. Está en prisión preventiva.

Aunque la vista se ha celebrado a puerta cerrada, el abogado del acusado reveló que su defendido había mostrado arrepentimiento en la vista e incluso había pedido perdón a la familia. No obstante, el juzgado de menores lo ha considerado igualmente culpable de los delitos de asesinato y robo con violencia.

La sentencia, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, considera probado que el menor de edad y, el mayor de edad pendiente de juicio, abordaron a la víctima mientras regresaba a casa "con la intención de obtener un beneficio económico ilícito". Les acompañaban los otros tres menores de edad que han comparecido como testigos.

Llevaban una barra extensible de hierro y una navaja. Ante la negativa de la víctima a entregarles el dinero "comenzaron a propinarle puñetazos en la cara y por la espalda".

La resistencia del agredido continuó. Por ello, decidieron, "actuando de mutuo acuerdo atacarle sorpresivamente de manera simultánea y conjunta utilizando las armas que cada uno de ellos portaba".

Golpes y navajazos mortales

Lo hicieron "a sabiendas" de que las mimas podían "ocasionar la muerte". Le dieron dos golpes con la barra de hierro en la cabeza y el costado. A continuación, dos navajazos, uno en el antebrazo y otro "que le entró de lleno en la zona del cuarto arco costal izquierdo, pericarido y cara anterior del corazón".

La víctima cayó al suelo desvanecida justo delante de la puerta de su domicilio. Mientras, los dos atacantes y el resto de testigos emprendieron la huida.

Justo en ese momento, su madre "alertada por el ladrido de los perros se encontró a su hijo tirado en el suelo auxiliado por dos personas que le intentaban reanimar".

Minutos después, acabó falleciendo "como consecuencia de un shock cardiogénico e hipovolémico y hemopericaridas y hemotórax secundarios a herida por arma blanca penetrante en tórax con afectación de víscera cardíaca".