Interestelar Sevilla registró en su primera jornada un lleno absoluto. La cita, que ya está asentada en el calendario cultural de la ciudad, consiguió este viernes además convencer a un público de lo más heterogéneo: desde niños de siete años que corrían por los jardines del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) hasta grupos de amigas de más de 50.

El truco para un primer día pleno estaba en el cartel. Arrancó con Arde Bogotá, lo que fue el reclamo perfecto de indies, alternativos y demás público de festivales. La base de la receta. Pero luego llegó al escenario principal Amaral. Ahí se sumaron boomers, millenials y zetas. Niños, padres, casi abuelos. Todos cantando a pulmón "Son mis amigos". 

Desde ahí, quedaron los incombustibles. Hasta las dos y media de la mañana, cuando acabaron los Varry Brava, el público era menos dispar. Mucho joven bien de purpurina; mucho grupo de chicas con atuendo de Coachella. Hasta una chica con botas vaqueras, al más puro estilo Burning Man. 

La fiesta, en realidad, empezó bien temprano. A medio día ya se podían ver grupos de asistentes tomando una cerveza en las inmediaciones del CAAC. Cualquier sombra era buen refugio para quienes querían llegar los primeros. 

Sin embargo, la entrada fue accidentada. La cantidad de personas que se juntaron cuando se abrieron las puertas provocó algo de caos que, sin embargo, se solucionó pronto. Fue el único incidente reseñable de un día que, por otro lado, fue como la seda. 

Siloé y Varry Brava

Siloé, que abrió el escenario José Cuervo, fue uno de los primeros grupos en salir. Marcaron el ritmo del día y pusieron a bailar a los asistentes. Después llegaría un rosario de grupos. 

Sexy Zebras, Delaporte, Shinova o Karavana, ya en el escenario Ariane, animaron un día que empezó pronto y acabó tarde. 

"Tía, ¿te acuerdas que el año pasado yo vine con el cora roto?", le preguntaba una joven a sus amigas antes de entrar, a eso de las cinco de la tarde, en la puerta del festival. "Pues este año, arraso". Como Interstellar.