Sevilla

En Proyecto Hombre Sevilla están preocupados. Ellos, que tanta costumbre tienen de ayudar a personas que sufren de adicciones, ven cómo crecen los jóvenes enganchados al juego por Internet. 

Según la directora general de Proyecto Hombre Sevilla, María Ángeles Fernández, el juego es una adicción que crece de forma generalizada en toda la sociedad. Pero, más aún, entre los menores de edad. 

Así, ellos tratan a chavales que tienen entre 14 y 21 años y ya presentan problemas de adicción a las pantallas y bingos online. A partir de los 16 o 17 años, especifica, ya sí desarrollan una adicción patológica. Es lo que más ven en sus sesiones. De hecho, indica Fernández, el 15 por ciento de quienes tratan son jóvenes con adicción al juego. 

En el caso de los adultos, esta es un problema que también crece en Sevilla. Pero se da, sobre todo, en juego presencial. Máquinas tragaperras y similares.

En el caso de los más jóvenes, la adicción al juego suele llegar como un problema enmascarado. "A veces llega un chico con un problema pero, cuando indagamos, además de un consumo de cannabis, de agresividad o cuestiones así hay enmascarado un problema de apuestas. Cogen dinero a sus padres, se lo gastan en juego online", señala la directora de Proyecto Hombre en Sevilla. 

A esto no ayuda, señala Fernández, el alto número de salas de juego que hay por las calles de Sevilla. "Es tremendo", valora. 

Además del juego, en Proyecto Hombre se muestran preocupados por el aumento del consumo de cocaína en Sevilla. En este caso, sobre todo entre quienes tienen más de 30 años. 

Algunos, señalan, son personas "funcionales que conservan su trabajo pese a su adicción", señala Fernández. Sobre todo en el caso de los hombres. En las mujeres, el caso es diferente. 

¿Por qué? El machismo, señala la directora de Proyecto Hombre Sevilla, también incide aquí. "Cuando llega un hombre a tratarse casi siempre viene alguien con él que le anima. Pero cuando llega una mujer, no". 

Se sienten juzgadas

Esto es así, señala Fernández, porque "ocultan el consumo al sentirse juzgadas porque están, creen, descuidando lo que les han dicho siempre que tienen que hacer, que es cuidar de sus hijos, padres, parejas..." 

Ese papel impuesto de cuidadoras les impide pedir ayuda. Y, cuando lo hacen, no suelen ir con compañía. De hecho, en Proyecto Hombre Sevilla tienen plazas para que puedan hacer el programa fuera de su ámbito.

Ese ingreso directo las aparta de un ambiente en el que, señala Fernández, suele haber parejas que las han introducido en el consumo o, al menos, no les importa ni lo ven como un problema.