En la madrugada del 5 de abril de 1998 una de las paredes de la balsa de residuos de la mina de Aznalcóllar se vino abajo. Dejó escapar seis millones de metros cúbicos tóxicos que recorrieron 62 kilómetros por el Guadiamar hasta las mismas puertas del Parque de Doñana. Cuatro años más tarde, la explotación de esta mina cerraba sus puertas.
Hoy, la Junta de Andalucía ha abierto paso a su reactivación. Según ha afirmado su alcalde, Juan José Fernández, supone "el futuro de las próximas generaciones", ya que se prevé que durante los 20 años próximos de concesión se creen más de dos mil nuevos puestos de trabajo.
Tras superar numerosos procesos judiciales, la firma de la Autorización Ambiental Unificada efectuada este jueves ha dado luz verde a pasar página de lo que fuera el considerado desastre del 98, cuando una de las balsas se desplomó y contaminó más de 4.500 hectáreas.
El primer edil de este municipio sevillano -quien fuera minero de esta corta cuando la misma era explotada- asegura que la localidad "llora hoy de alegría". En declaraciones a Europa Press, hizo hincapié en la indisoluble conexión de la localidad con la actividad minera, exponiendo que su reapertura ha sufrido "muchas zancadillas".
Se trata de una mina que durante más de 20 años ha estado en una especie de coma inducido tras su cierre en 2002 y ahora podrá volver a resurgir. Para ello ha tenido que cumplir unos meticulosos procesos medioambientales, aunque tanto la Junta de Andalucía como la empresa que tiene la concesión de explotación, Minera Los Frailes, insisten en desvincular este proyecto del de 1998 y los riesgos ambientales que provocaron aquel desastre.
El consejero de Medio Ambiente, Ramón Fernández-Pacheco, asegura que esta mina nada tiene que ver con la que provocara la catástrofe, ya que al ser subterránea, el riesgo de vertido es nulo. "La minería del siglo XXI no es la de la del XX. Aquí hay mucha tecnología y seguridad", ha reafirmado también el consejero andaluz de Minas, Jorge Paradela.
Impulso económico
El proyecto supone para la zona una reactivación de la actividad económica, que llevaba décadas dormida. "Esta es la mayor oportunidad de impulsar la economía de la zona en años", asegura Paradela. Además, se espera que contribuya al grave problema de despoblación de Aznalcóllar.
En el próximo año comenzarán los trabajos preparatorios y se cree que la explotación de las cortas podrá estar operativa entre finales de 2027 y principios de 2028. Se espera que se puedan explotar durante los próximos 17 años y extraer de ellas cobre, zinc y plomo.
Una vez sobre la mesa la Autorización Ambiental Unificada, la delegación territorial de la Consejería de Industria, Energía y Minas en Sevilla debe emitir la resolución de autorización del proyecto de explotación y el plan de restauración, para que la Dirección General de Minas conceda la autorización final.
La postura ecologista
Los colectivos ecologistas, por su parte, han alertado durante todo el proceso de que el proyecto supone "un vertido tóxico global de 85.520 millones de litros" en una Zona de Especial Conservación de la Red Natura 2000 del Bajo Guadalquivir. Alertan de que podría "contaminar todo el río desde Sevilla hasta la desembocadura en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), afectando igualmente al Parque Nacional de Doñana".
Frente a ello, el alcalde ha insistido en que se tratará de una mina "del siglo XXI", que marcará "un antes y un después de la minería metálica moderna" por su grado de protección ambiental.