Carlos Llanos, el artista peruano que pintaba santos en el suelo de la avenida de la Constitución, en Sevilla, ha pasado de plasmar las imágenes en la calle a ganarse la vida haciendo encargos.
La pérdida de su hijo les obligó a él y a su pareja a cambiar de aires para poder salir adelante. Después de barajar la opción de irse a Argentina, al final el matrimonio se decantó por la capital andaluza.
La necesidad de buscarse la vida lo llevó a vender rosarios en el centro de la ciudad, pero dejó de hacerlo cuando se percató de que era ilegal. Finalmente, decidió hacer lo que hacen muchos peruanos en su país para salir adelante: pintar en el suelo.
Sus primeras pinturas fueron caricaturas con mensajes, todas ellas firmadas de la misma manera, con la palabra 'ReysPerú'. La razón de que esta fuera su seña de identidad era recordar a Rey Sebastián, su hijo.
Estando en una ciudad tan cofrade como es Sevilla, no faltaban quienes le pedían que decorara la avenida con la cara de las vírgenes y los cristos más queridos. Pero no se sentía cómodo haciéndolo; el fallecimiento de su hijo le "había hecho perder la fe en Dios".
Ahora, la llegada de sus dos hijos, María Paz y Santiago, ha hecho que el peruano vuelva a confiar en Dios: "mi hija María trajo Paz a mi familia y curó una herida que estaba abierta y aunque esa cicatriz siempre me va a doler, ella se convirtió juntos a su hermano Santiago en mi cura para el alma".
La Macarena fue su primera pintura
Después de tanta insistencia por parte de los sevillanos, accedió a retratar a la Virgen de la Macarena. El artista nos cuenta que "fue un antes y un después, un cambio instantáneo". A partir de aquí, Carlos es conocido por ornamentar la calle principal de la ciudad con el rostro de los santos más venerados pintados en el suelo.
Su jornada de trabajo comenzaba poco antes de las 10,00 horas de la mañana y terminaba alrededor de las 21,00 horas, durante este tiempo, pintaba de manera casi ininterrumpida y podía ganar hasta 40 euros.
Gracias a un camarero de la zona -que ahora es el padrino de su tercer hijo- el artista dio el salto a las redes sociales.
Una foto protagonizada por una de sus pinturas de la Esperanza de Triana durante la salida extraordinaria de 2018 fue la causante de que su nombre se hiciera público. A partir de este momento, cientos de personas, cofradías y hermandades comenzaron a fijarse en él para venerar a sus devociones.
Ahora que su nombre ha salido de la avenida de la Constitución, lo que empezó como una salida a la desesperada para ganarse la vida se ha convertido en su trabajo. Este peruano vende sus obras por un precio mínimo de cien euros.