José Antonio Sánchez Barriga lleva 30 años ocupando titulares en la prensa. Ninguno bueno. Hace casi 30 años estuvo involucrado en uno de los mayores escándalos de pederastia que se han dado en España, el caso Arny. Desde ahí ha sumado tres asesinatos y continuas entradas y salidas de prisión.
La vida de este hombre, consumidor habitual de drogas, es escalofriante. Mató a su primera víctima siento menor de edad. A la segunda, cuando era un joven de solo 26 años tras tener sexo con él. A la tercera, en una refriega en la que clavó un hacha en la yugular de su víctima e intentó asesinar a otras dos personas en la misma pelea.
La última sentencia en su contra señala que José Antonio tiene "rasgos anómalos de personalidad" y sufre "un trastorno mixto de personalidad". Es, además, "antisocial y narcisista". Y todo eso aderezado con su drogadicción, que solo se interrumpe -no está claro hasta qué punto- cuando entra en prisión, por lo que sufre episodios de abstinencia.
Y sin embargo, señala el juez, nada de eso "condicionó" el que matase a un conocido clavándole un hacha en el cuello no que, después, quisiese hacer lo mismo con otro hombre y una mujer presentes en la misma habitación.
Eso ocurrió en Brenes en el año 2021, el último asesinato de José Antonio. Pero 30 años atrás ya sabía lo que era un Juzgado. Porque este hombre, cuando aún era menor de edad fue el testigo principal del caso Arny.
Años 90
En la década de los 90, mientras Sevilla pasaba la resaca de la Expo, José Antonio Sánchez Barriga mató por primera vez. Aún era menor de edad y asesinó a un hombre. Poco se sabe de los detalles de este suceso debido a la edad de Barriga entonces.
Con esos antecedentes, saltó la noticia de la década en Sevilla: en un pub de la capital andaluza había una trama de prostitución y abuso de menores. Chicos que se acostaban con hombres por dinero.
Barriga se convirtió en uno de los principales testigos. Él mismo se situó en el lugar de los hechos y señaló a muchos de quienes acabaron luego en el banquillo de los acusados. Sin embargo, el juez mismo señalaría luego que su credibilidad era muy limitada.
Porque, indicó el magistrado, se contradecía, acusaba a personas sin ton ni son y, en algún caso, indicó que parte de la trama de abuso era un juez con el que tenía cuentas pendientes. Le señaló, se cree, para vengarse por una rencilla de niñez.
Cuando aún no había cumplido la mayoría de edad, este delincuente con un crimen de sangre ya en su historial es parte, también, de una trama de abusos sexuales a menores que llevó a los titulares a muchos nombres conocidos de la Sevilla del momento.
Dato curioso: en los mismos días que tenía que ir a los Juzgados de Sevilla para declarar por el caso Arny se le detuvo por robar a varias personas en las inmediaciones de las instalaciones judiciales, como recoge Diario de Sevilla. El dato parece menor, pero da una idea de la personalidad de Barriga, que entonces usaba el nombre Eduardo para proteger su identidad.
Cuando cumplió los 18 años, su situación no mejoró. Con 26 años volvió a matar. Segunda víctima. En este caso era un hombre de 72 años al que conoció en la estación de Santa Justa de Sevilla. Allí acordaron tener relaciones sexuales a cambio de dinero.
Barriga acudió a casa del hombre. Allí le mató. Usó una viga de hormigón, con la que le golpeó hasta acabar con su vida. Tras matarle le quitó la cartera y otros efectos personales y se deshizo del cadáver en un paraje del Aljarafe de Sevilla usando el coche de la víctima para ello.
Siguiente asesinato
José Antonio confesó según le detuvieron. Aseguró en su declaración que estaba arrepentido. Sin embargo, tardó unos pocos años en volver a matar a un hombre. Los justos que pasó en prisión, donde permaneció hasta 2015 por la muerte del anciano.
En 2021, solo seis años después de recuperar la libertad, José Antonio, Barriga, Eduardo... como se le quiera llamar, volvió a matar. Esta vez en la localidad sevillana de Brenes, donde se encaró con un conocido en casa de una pareja.
La discusión -por dinero y drogas-, acabó como ya se sabe. José Antonio sacó un hacha y se la clavó en la yugular a su víctima. Cuando cayó sobre una cama que había en la habitación, siguió asestando golpes con el arma.
Y luego, señala la sentencia, se encaró con el hombre y la mujer que estaban en la sala. A ambos los atacó también con el hacha y, aunque los malhirió, no los mató.
Por estos hechos Barriga tendrá que pagar 21 años de cárcel. Si se suman a los 15 que ya ha pasado preso, habrá estado más tiempo entre rejas que en libertad. Y, sin embargo, cada vez que ha pisado la calle, ha matado.