El torero Borja Jiménez da un derechazo en la Maestranza.

El torero Borja Jiménez da un derechazo en la Maestranza. Arjona- Empresa Pagés

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Sevilla

Borja Jiménez brilla sin espada en una tediosa tarde de Gracigrande en Sevilla

Roca Rey se impuso a su tercero y Manzanares topó con el peor lote, pero él tampoco se entonó.

28 septiembre, 2024 21:35

La empresa Pagés puso el cartel de No hay billetes en la segunda de la feria de San Miguel. La terna lo merecía porque el aficionado pensó que iba a ver toreo del bueno y ese pique que siempre gusta al personal de dos toreros jóvenes.

Tras la temporada de ambos sin torear apenas juntos por circunstancias de la vida (y del sistema), Borja Jiménez y Roca Rey llegaron a Sevilla con el cuchillo en la boca, para morir o matar, o al menos es lo que esperaban los tendidos. Sin embargo, el poco celo y la poca fuerza que trajo de Salamanca la corrida de Garcigrande lo desdibujó todo.

De hecho, hasta el quinto hubo poco que contar cuando Jiménez se fue a los chiqueros a recibir a Diablillo. Ya nunca se sabrá, pero si hubiera enterrado la espada hasta la gamuza, hubiera cortado una oreja o quizás dos porque fue cuando el público entró en la corrida.

Pocos, incluyendo a Jiménez, vaticinaron la casta que sacaría ese quinto en su muleta. A su capote embistió cogido con pinzas, aunque también con franqueza, lo que también le permitió templarse a la verónica y rematarlo con una revolera tan larga como lenta.

Tras un gran tercio de varas de Tito Sandoval, se lo brindó a su hermano y la plaza comenzó a rugir cuando lo recibió de rodillas en el tercio con un trazo largo y profundo.

Fue subiendo la intensidad de la faena, con emoción y mucha verdad, hasta explotar con un circular al natural a sones del pasodoble Juncal. Con los riñones encajados, se los pasó siempre a escasos centímetros con la izquierda con mucha profundidad para rematar con doblones que terminaron de crujir al personal y a Diablillo, que fue aplaudido en el arrastre.

Pero todo lo emborronó la espada, tanto el premio como el sueño de ganar la pelea por derecho, aunque realmente él sabe que sí la ganó. Tanto que tras tres pinchazos el público le pidió que diera la vuelta al ruedo. Con el segundo de la tarde quiso, pero no pudo por la sosería del animal.

Tras este sabor agridulce la gente esperaba que Roca Rey acabara con el cuadro, pero el sexto Ligerito tampoco se lo permitió. Se llamaba como aquel al que le cortó el rabo Morante la pasada temporada del otro hierro de la casa, pero con la diferencia de que ese estará padreando en el campo y este ha pasado sin pena ni gloria por la vida. 

Hizo bien Roca Rey al abreviar ante tan poco material. Un rato antes su faena al tercero, con más calidad y fijeza, fue a más a medida que fue afianzando la embestida, aunque sus naturales fueron tan exigentes como despegados. Sonó la música, que él mismo paró, dejando media estocada y el animal no tardó en caer.

Dos horas antes José María Manzanares había abierto plaza, pero más bien como invitado de piedra. Su lote no sirvió, pero a él tampoco se le vio muy animado. Mañana seguramente se podrá contar algo más. El cartel, con Juan Ortega y Pablo Aguado tras la ausencia de Morante, promete.