Sevilla es conocida por su arquitectura, fiestas o costumbres. Otra de sus señas de identidad es la gastronomía, repleta de recetas tradicionales.
A lo largo de los años, hay sitios y sabores que han pasado a ser conocidos por todos los sevillanos. Pues bien, a los aromas del azahar o el incienso, desde hace décadas se le sumó un tercero, el del adobo.
En el centro de Sevilla, en la calle Tetúan, hay un aroma que despierta el hambre de todo aquel que la atraviesa. Para muchos habitual, para otros es una novedad. Esta calle repleta de tiendas es una de las más transitadas de Sevilla y cuenta con uno de los bares más reconocidos de la ciudad.
Se trata de Blanco Cerrillo, un bar que pronto cumplirá un siglo desde que este título diera nombre al primer negocio de esta familia. Hoy cuenta con tres bares en la provincia de Sevilla y la misma especialidad sigue deleitando cientos de paladares cada día.
Daniel Blanco, uno de los dueños de este bar del Centro de Sevilla, ha concedido una entrevista a EL ESPAÑOL.
¿Qué es Blanco Cerrillo?
Es el típico bar familiar de Sevilla. Un negocio donde todos somos familia y se sigue ofreciendo el tapeo sevillano de cerveceo con los amigos.
¿Quién está al frente de Blanco Cerrillo?
El principal propietario es José Francisco Blanco Trujillo, más conocido como Pepe. Después estoy yo, Daniel Blanco, hijo de Pepe y cuarta generación en esta empresa familiar.
¿Desde cuándo está abierto?
La empresa nace en 1926. Un tío de mi abuelo abrió un bar en Marchena. Después se vinieron a Sevilla. Mi bisabuelo compró el bar del centro en el año 48 y a los dos años lo transformó en una frutería. Tras varios años volvió a abrir Blanco Cerrillo tal y como lo conocemos hoy.
¿Con cuántos locales cuenta Blanco Cerrillo?
El del centro en calle José de Velilla, que es el más famoso; el de Triana y otro en el municipio de Gines. Un primo de mi padre tiene otro Blanco Cerrillo en Pio XII, aunque es distinto a los demás porque es más restaurante que cerveceo.
¿Cuál es la oferta gastronómica?
No es cocina tradicional sevillana porque lo que trabajamos es sobre todo el pescado frito. Todo lo que ponemos en el bar es casero: la ensaladilla la hace mi hermana y mi madre, las huevas las cocemos nosotros y el adobo lo hago yo para los tres bares.
¿Cuál es el plato estrella?
Sin duda el adobo. La fama es sobre todo el olor, es nuestra publicidad junto al boca a boca de la gente.
¿De dónde nace?
De la necesidad. El bar al principio era conocido por los caracoles. Tras una crisis nacional bajaron las ventas y a mi abuela se le ocurrió la idea de aliñar boquerones. Los primeros boquerones que se sirvieron en el bar se marinaron en casa de mi abuela en una lata de mantequilla de Arias Tascón. Se empezó a vender y a correr la voz hasta el punto de que las cañerías del piso de mi abuela se atascaban un par de días en semana por las espinas del pescado.
¿Cuál es la clave?
La clave está en las cantidades, no es lo mismo guisar para dos que para seis, pues igual pasa con nuestro aliño. El adobo en sí lleva lo que la mayoría, pero nosotros usamos mucha más cantidad de cada producto y más pescado. Esto es algo que tenemos totalmente controlado y de ahí viene el sabor tan especial y reconocible.
¿Qué pescado utilizan?
El boquerón es el pescado que adobamos, la seña de identidad. También la merluza para las pavías, las potas de calamar y las huevas.
¿Cuánto adobo sale en un día?
Depende de la época del año. En navidades o Semana Santa sale muchísimo pescado.
¿Qué siente al saber que Blanco Cerrillo es una de las marcas más reconocidas de Sevilla?
Sobre todo responsabilidad. Soy la cuarta generación y siento incluso miedo a ser yo el que falle. Por un lado sé que tengo este peso a la espalda pero también siento un gran orgullo.
¿Qué plato destacaría, además del adobo?
Las pavías son muy buenas, hacemos la masa cada mañana nosotros mismos. También tenemos, aunque en el del centro no por cuestión de espacio en la cocina, montaditos de pringá que a mi personalmente me vuelven loco.
¿La demanda ha crecido?
Ha habido un cambio desde la pandemia. Aunque ahora estamos remontando se notó una fuerte bajada porque la gente, sobre todo el cliente español que es nuestro público principal, debido al miedo se acostumbró a estar en terrazas. La gente prefiere esperar una hora de cola para sentarse fuera. También se ha notado mucho la reducción de veladores, aquí en Triana de once mesas exteriores hemos pasado a tener solo tres.
¿Qué futuro quieren para Blanco Cerrillo?
La intención de mi padre es seguir tal y como está, la mía es seguir abriendo locales. No sé si cambiar de sector al ocio nocturno o al tardeo de copas, dadas las restricciones que nos están imponiendo y la dificultad para encontrar profesionales de la hostelería.
¿De quién fue la decisión de abrir otro local?
La decisión fue mía. Mi padre me exigió estudiar una carrera e hice Magisterio. Cuando la acabé le dije que quería seguir con los bares, donde llevaba trabajando desde los 16 años. Entonces encontramos un local en nuestro pueblo, Gines, y dado el éxito, al tercer año abrimos este en Triana. Este bar, el de Triana, abrió un viernes 13 de julio de 2018, una amenaza dada mi supersticción.
¿Cómo ve la actualidad del sector hostelero en Sevilla?
Nos están limitando demasiado. Entiendo que todo nace por un abuso de nosotros mismos por siempre querer vender más. Aún así las medidas son extremadamente duras y las sanciones son para cerrar el negocio directamente. No pueden meternos a todos en el mismo saco y deben recordar que esta ciudad vive del sector turismo.