El botellón que tiene en vilo a los vecinos de San Bernardo: "Hay inquilinos que han tenido que dejar sus casas"
La zona, junto a una guardería, amanece con todo tipo de restos: botellas rotas, comida, colillas, compresas y preservativos.
12 octubre, 2024 06:50Los vecinos y empresarios de la zona de San Bernardo soportan todos los fines de semana -y también algunos días laborales- centenares de jóvenes hacen botellón en su barrio cercano al Centro de Sevilla.
El problema afecta a los negocios cercanos a donde se reúnen los jóvenes, señalan. Por las mañanas, los trabajadores tienen que dedicar un buen rato a limpiar su parte de botellas rotas, cristales, restos de comida, compresas, preservativos, bebidas y orinas, explican a EL ESPAÑOL.
Lo más grave, señalan quienes sufren estas reuniones es que los adolescentes, además de en la plaza Arquitecto Balbotin de Orta -lugar dónde se reúnen más gente-, también se instalan en las galerías que desembocan en ella, espacio donde vive gente en los bajos y hay negocios como una guardería.
En dichas instalaciones hay ubicadas unas rejas que servirían como 'barrera' de las viviendas, aunque estas no se cierran. "En julio se acordó cerrar las cancelas pero desde la comunidad no ha habido movimiento", denuncia la propietaria de una de las viviendas afectadas.
Desde el Ayuntamiento cuentan que "la Policía ha intervenido en los últimos tres meses una quincena de veces y que la situación quedaba resuelta con la presencial policial". Además, añaden que los jóvenes "suelen ser estudiantes de los centros educativos cercanos".
Fines de semana
"La concentración de jóvenes en espacios públicos como zona de esparcimiento durante los fines de semana es algo frecuente en todas las ciudades", añaden.
"Cuando estas concentraciones alteran la pacífica convivencia de los vecinos o perturba el descanso de los vecinos, por parte de la Policía Local se activan dispositivos disuasorios que dispersan estos grupos", añaden.
El jaleo que se forma por las noches y la basura que amanece al día siguiente es "inaguantable", aseguran. Incluso, "los inquilinos de una de las viviendas han decidido irse" de esta. Es el caso de una de las vecinas que ocupaba un bajo, que se mudó recientemente, harta de soportar ruidos y suciedad.
Aunque en la zona hay botellón hace 20 años, los vecinos explican que, después de la pandemia, todo mejoró. Sin embargo, el ruido, las molestias y la suciedad han vuelto a ser los protagonistas del barrio durante las noches y las mañanas.
Quienes viven allí detallan que hay tres zonas calientes de la botellona. Concretamente son la plaza Arquitecto Barbotín de Orta, la calle Balbino Marrón -dónde están la mayoría de las discotecas de la zona- y la calle Fernández de Ribera.
Conciliar el sueño
María, vecina de uno de los edificios colindantes con la plaza dónde tiene lugar el botellón, confiesa a EL ESPAÑOL que "este año, la situación va a peor y que cada vez los jóvenes que se reúnen aquí son más incívicos". Además, denuncia que "los días de botellón es imposible conciliar el sueño con la ventana abierta".
Uno de los negocios más perjudicados es la guardería que está en la plazoleta interior que forman los edificios, donde los jóvenes se reúnen a beber. A pesar de que esta si cierra las rejas, a su puerta llegan restos del botellón. Esto ralentiza el montaje del patio que todos los días las trabajadoras colocan para el disfrute de los más pequeños.
Aunque desde el centro escolar afirman que las madres de los niños no han protestado, vecinos de la zona han evitado matricular a sus hijos en esta guardería. También, Rocío Alcaide, la dueña de una de las peluquerías afectadas sostiene que "es horroroso".
La peluquera manifiesta que, "a pesar de que ahora la situación es mala, hace años la orina le entraba en el salón". Fruto de esto, incluso tuvo que "cambiar el mueble de recepción porque se estropeó".
Aguantar hasta las 03,00 horas
José Antonio, dueño de uno de los bares, denuncia que "es un espacio que no está habilitado para el botellón, pero que tampoco lo quitan". No está en contra de que los jóvenes se reúnan y usen estos espacios, pero sin molestar, pide.
Durante un tiempo, los jóvenes "saltaban la reja que da a una iglesia abandonada" que hay en la zona, algo que, últimamente, está dejando de hacerse. Los vecinos creen que esto se puede deber a que el templo ahora esta "está ocupado por indigentes".
La Policía Local, señalan fuentes del Ayuntamiento, acude a la llamada de los vecinos siempre que éstos les solicitan en la zona. Eso tiene su efecto: espantar a los jóvenes que se reúnen en esas calles a beber.
Sin embargo, señala una mujer que vive el problema que "algunas veces están saturados y no pueden acudir", por lo que los vecinos tienen que aguantarse hasta que los jóvenes se van a las discotecas aledañas sobre las 03,00 horas.