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Sevilla, una de las ciudades más emblemáticas de España, ha tenido diversos nombres a lo largo de su rica y extensa historia, cada uno de ellos reflejando las influencias culturales, políticas y sociales de las civilizaciones que la habitaron.

En sus orígenes más remotos, durante la época de los fenicios, el asentamiento que hoy conocemos como Sevilla era llamado Ispal cuyo significado es 'tierra llana'. Este nombre es uno de los más antiguos asociados a la región y se remonta a la Edad del Bronce.

Ispal estaba situado en una zona estratégica cercana al río Guadalquivir, lo que lo convertía en un enclave crucial para el comercio y la vida social de la época. Aunque los registros de esta etapa son escasos, este nombre representa el inicio de la historia documentada de la ciudad.

Cómo fue el cambio

Con la llegada de los romanos, en el siglo III a.C., Ispal evolucionó hacia Híspalis. Este nuevo nombre se consolidó durante la dominación romana y marcó una etapa de gran esplendor para la ciudad, que se integró en la provincia. 

Híspalis se convirtió en una próspera urbe con un importante foro, acueductos y anfiteatros, además de ser un centro administrativo y comercial. Durante este periodo, el nombre reflejaba la romanización de la región y su incorporación al vasto Imperio Romano.

Siglos más tarde, con la conquista musulmana en el año 711, Híspalis pasó a ser conocida como Ishbiliya. Este nombre, derivado del latino pero adaptado a la fonética árabe, marcó el inicio de una nueva etapa de esplendor cultural y económico.

Bajo el dominio andalusí, Ishbiliya se convirtió en una ciudad de gran importancia dentro del Califato de Córdoba y, más tarde, en un centro destacado durante los reinos de taifas. Este periodo dejó un profundo legado arquitectónico y cultural, como la construcción de la Torre del Oro y los cimientos de lo que posteriormente sería la Giralda.

Finalmente, tras la conquista cristiana en 1248 por parte de Fernando III de Castilla, Ishbiliya comenzó a transformarse en el nombre que hoy conocemos: Sevilla.

Este proceso no ocurrió de forma inmediata, sino que el término fue adaptándose progresivamente al castellano de la época.

Bajo el dominio cristiano, la ciudad experimentó importantes cambios políticos, sociales y arquitectónicos, consolidándose como un punto clave en la historia de España, especialmente durante el siglo XVI, cuando se convirtió en el puerto principal para el comercio con América.

Así, los distintos nombres de Sevilla –Ispal, Híspalis, Ishbiliya y finalmente Sevilla– son un reflejo de las múltiples culturas que han moldeado su identidad. Cada etapa histórica ha dejado una huella imborrable, haciendo de esta ciudad un lugar único donde convergen siglos de historia y tradiciones.

Magna 2024

Hoy arranca uno de los momentos más esperados por los sevillanos: la venta de sillas para presenciar la Procesión Magna de Sevilla. Este evento, que congrega a miles de personas cada año, será uno de los grandes hitos de la ciudad, reuniendo a las principales hermandades en un recorrido único que combina devoción, arte y tradición. 

Desde primera hora de la mañana, se espera una alta demanda tanto en los puntos de venta físicos como en la plataforma online habilitada para facilitar el acceso a todos los interesados.

La organización ha insistido en la importancia de adquirir los pases con antelación, ya que la expectación para esta edición es especialmente alta debido a la participación excepcional de imágenes y pasos de gran relevancia histórica y artística.

Las sillas, como en años anteriores, están organizadas por tramos y precios para adaptarse a las diferentes preferencias del público.

La Procesión Magna es mucho más que un acto religioso: es una cita que conecta a Sevilla con sus raíces y convierte sus calles en un escenario de espiritualidad y belleza.

Para quienes consigan su silla, será una oportunidad inigualable de vivir de cerca este acontecimiento único, que promete quedar grabado en la memoria de la ciudad y de quienes la visiten para la ocasión.