El maltrato hacia las mujeres por el simple hecho de serlo sigue siendo un problema latente en la sociedad. Según el INE, el 28,7 por ciento de las españolas son víctimas de violencia de género. Lejos de afectar solo al físico, estas agresiones causan daños psicológicos que muchas acarrean de por vida.
La profesora de fisiología de la Universidad de Sevilla, Susana P. Gaytan, ha hecho público un artículo que muestra cuáles son las consecuencias que tiene para el cerebro femenino haber sufrido violencia por parte de su pareja o expareja. Gaytan sostiene que "para combatir esta lacra, se debe saber cuáles son las emociones que experimentan las víctimas".
Los daños ocasionados en la mente afectan a sus decisiones, vista o pensamiento entre otros. Pero, por suerte, estos tienen cura. Aunque el maltrato puede afectar gravemente al cerebro, con el tratamiento adecuado se puede recuperar la calidad de vida.
La mayoría de las víctimas son maltratadas por personas de su entorno. Muchas de las mujeres agredidas, desarrollan una espiral de violencia y miedo que se conoce como círculo de la violencia de género. Así, en el empeño por parte de la mujer por calmar a su agresor, este, lejos de tranquilizarse, la agrede a ella o a sus hijos. Luego, el mismo experimenta el arrepentimiento.
Este abuso tiene graves consecuencias para quien lo sufre. Las mujeres desarrollan lesiones, traumas y, en muchas ocasiones, problemas de salud crónicos como dolores de cabeza, insomnio, ansiedad o depresión.
Afecta al movimiento, la vista o la audición
Después del abuso el cerebro cambia. Muchas de las víctimas experimentan daños neuronales detectables. La materia blanca es una de las partes del cerebro que se ve afectada. Esta es la encargada de 'compartir' la información entre las neuronas, por lo que su deterioro provoca problemas en el movimiento, la vista, la audición o el pensamiento.
Los estudios afirman que los cerebros de las víctimas de violencia de género son menos voluminosos y tienen menos pliegues y surcos. Esto hace que haya menos neuronas y por ende el procesamiento de información también es menor.
La parte social del cerebro también se ve dañada. Por lo que a las víctimas les resulta mucho más difícil relacionarse e interpretar comportamientos ajenos y propios. Del mismo modo, los abusos sufridos deterioran la capacidad de planificar, organizar, resolver problemas, tomar decisiones, mantener la atención y adaptarse al entorno.
La fisióloga señala que "el estrés generado por la agresión daña a la serotonina, el cortisol o la dopamina". Todas estas son sustancias humanas encargadas de regular el estado de ánimo y las emociones. Este cambio puede ocasionar "trastornos depresivos, de ansiedad y otros problemas habituales".