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Sevilla ya ha vivido la primera de sus jornadas multitudinarias con motivo de la Magna. Los traslados de la Esperanza de Triana y El Cachorro han congregado a miles de personas en el Centro y Triana. Fue una tarde que los sevillanos y visitantes paladearon con gusto tras una Semana Santa donde dichos pasos se quedaron sin salir por la lluvia.

Había ganas de cofradías en la calle y se pudo ver desde primera hora de la mañana. A las 8:00 ya había gente junto a la Capilla de los Marineros esperando la salida de la Esperanza de Triana. Poco después del mediodía ya no se cabía en la calle Pureza.

A las 15:24, tras un cortejo de más de 1.000 personas salió el palio a sones de Esperanza de Triana Coronada y bajo un cielo azul radiante vespertino, como pocas veces se ha visto. "¡Viva Triana y su Esperanza! ¡Viva la reina de Triana!, gritaba una señora. 

Con su clásico andar alegre dio la revira completa para saludar al inmenso público que la esperaba. La recibieron con cohetes. De nada servía la prohibición del Ayuntamiento. El júbilo se mostraba también desde el aire.

Después llegó Reina la Esperanza, donde toda Pureza le cantó una de sus salves. "¡Dios te salve, reina de Triana!" Poco después de la salida tuvo la ocasión de tocar el llamador José María Fernández Cabrero, Hermano Mayor de La Macarena, señal de la fraternidad de estos días.

Primer plano de la Esperanza de Triana en el traslado a la Catedral por la Magna de Sevilla. EFE Sevilla

Las petaladas no dejaron de caer por toda la calle. Había que disfrutar del momento tras la salida frustrada de la Semana Santa. Tardó una hora en salir hasta el Altozano. Esperaba gente en todas sus esquinas. De allí se despidió con el emocionante solo de Siempre la Esperanza. Ya se la espera en la madrugada del lunes.

Si la madrugada será de La Macarena y el Gran Poder, la tarde del sábado fue de Triana. Mientras la Esperanza buscaba el Centro, El Cachorro, que salió una hora después, avanzaba por Castilla con los sones fúnebres de la Banda de Música de La Puebla del Río.

Por segunda vez acompaña al Cristo esta banda tras el estreno en el Santo Entierro Grande de 2023 que tanto satisfizo a los hermanos y aprobaron dejar atrás las cornetas y tambores.

La tarde en la calle Castilla estaba para recrearse. Las aglomeraciones todavía no habían llegado. Era posible contemplar con calma la mirada del Cristo barroco por excelencia mientras los sones de La Puebla invitaban a la reflexión.

Hubo espacio de sobra hasta la Parroquia de La O, donde muchos esperaban para disfrutar del saludo a la hermandad vecina, en el que sonó Sevilla Cofradiera. Antes se escuchó la primera saeta de la tarde desde un balcón. Enfiló San Jorge con Nuestro Padre Jesús y el paso por el Altozano fue apoteósico. Tampoco cabía ni un alfiler.

La sucesión de la Esperanza de Triana y El Cachorro prácticamente seguidas provocó los primeros tapones entre Reyes Católicos y Pastor y Landero. Había mucha gente en todo el Centro, pero no se registro ningún incidente, tal como informó el Ayuntamiento. Sevilla superó la primera prueba, pero la del domingo son palabras mayores.

Fue una jornada en la que se estrenaron los semáforos puestos en marcha por el Ayuntamiento de Sevilla para controlar las calles. Sobre las 19:10 estaba en rojo, con aforo completo, en Hernando Colón hacia Alemanes. Por su parte, se informó de la alta ocupación (ámbar) en Avenida de la Constitución, García de Vinuesa, Plaza Virgen de los Reyes y Plaza del Triunfo.

La Esperanza de Triana llegó a la Catedral sobre las 20:30, con media hora de retraso y con los hermanos cantando desde el interior la Salve Marinera. Unos 20 minutos se demoró El Cachorro, que entró con su marcha Cachorro (Saeta Sevillana).

Tras la Magna se espera una tarde-noche de júbilo en Triana. Los recorridos estrenan nuevas calles. La primera tirará por Castilla, Alfarería y Procurador. La segunda se adentrará en las calles del Zurraque.

Es solo la primera parte de los prolegómenos de la Magna. La segunda llegará con nocturnidad. El Gran Poder y La Macarena protagonizan la madrugada que no se pudo vivir en la Semana Santa dentro de un maratón de 40 horas que el sevillano tardará en olvidar.