Tras una madrugada perdida por la lluvia, el Gran Poder y la Macarena la hicieron posible en pleno diciembre con los traslados a la Catedral por la Magna de Sevilla. Fue una noche íntima en la que hubo tiempo para recrearse y disfrutar con calma en el preludio de una jornada histórica
No obstante, el inicio del día de la Inmaculada no distó mucho de la tarde protagonizada por la Esperanza de Triana y El Cachorro. Las salidas fueron masivas. El público se agolpó en la Resolana desde varias horas antes. No había ni una esquina libre frente a la Basílica de la Macarena, todavía engalanada por la Rosa de Oro.
El palio salió sobre las 00:30 tras un largo cortejo. Sonaron todos los clásicos. Coronación de la Macarena, Como tú ninguna o Aniversario Macareno. También le cantó la coral de la propia hermandad a la Virgen. Todo estaba preparado para una noche única.
Tras el éxtasis de la Resolana, todo empezó a ser más reposado en la calle Feria. Así lo anunciaba el solo de clarinete de Pasa la Virgen Macarena. Fueron muchos los que pudieron acompañarla.
Ya no era necesario esperar el cortejo. También apareció el clásico cangrejeo que siempre acompaña a la hermandad y con el que sufren especialmente los acólitos portadores de los ciriales.
Las aglomeraciones estaban en La Campana, donde la gente esperó con tiempo o en Plaza Nueva. También había mucho público en La Alameda, aunque se podía caminar con holgura. Según avanzaba la noche, la sensación de amplitud era mayor.
Hay quienes la siguieron desde la calle Feria hasta Méndez Núñez, una hazaña difícil de lograr en la Madrugada. Después se fueron a ver la salida de El Gran Poder. En San Lorenzo hubo muchos valientes que esperaron pacientemente en la gélida noche.
Se pudo incluso ver a algunos dormidos apoyados en los bancos. Había tanta gente como en el cierre de un Sábado Santo con La Soledad.
Pero la espera empezó a merecer la pena en torno a las 6:30. El Señor de Sevilla apareció como casi nunca, con la túnica persa. No la luce desde 1939. Es una imagen que siempre sobrecoge. La sensación era potenciada por las recuperadas vestiduras.
Tras una multitudinaria salida, también se pudo seguir al Gran Poder con relativa comodida por la mayoría de calles. Las mayores aglomeraciones también se originaron en el entorno de la Campana y en Plaza Nueva.
En las últimas horas de la madrugada y en las primeras de la amanecida, las calles parecían dispuestas para los cofrades más intensos. Algunos aguantaron toda la noche y dormirán por la mañana para coger fuerzas de cara a la Magna. Otros madrugaron para enlazar con la jornada maratoniana.
Encuentro 29 años después
En la Catedral, hubo, una vez más, espacio para la historia. La Macarena y la Esperanza de Triana quedaron frente a frente 29 años después, una imagen que muchos sueñan con presenciar en la calle, al final del recorrido común de la Magna. El Gran Poder, a su llegada, también se colocó frente a la Macarena en otro regalo para la posteridad.
Solo es un aperitivo de la decena de estampas que esta Magna de Sevilla dejará grabadas en la memoria. Los que tuvieron la oportunidad de presenciarla ya no olvidarán esta madrugada íntima como preludio de la jornada más importante de la historia de las cofradías en la ciudad.