Las toallitas húmedas se han convertido en una amenaza persistente para la red de saneamiento de Sevilla, afectando tanto a viviendas particulares como a instalaciones públicas esenciales para el tratamiento de aguas residuales. Para afrontarlo, EMASESA destina unos cinco millones de euros al año.
El diseño de las tuberías está pensado para transportar exclusivamente agua. Sin embargo, al arrojar residuos sólidos como toallitas, el sistema se ve comprometido. El agua encuentra obstáculos, se estanca y fluye con mayor dificultad.
Este bloqueo puede provocar malos olores, problemas de salubridad, inundaciones y hasta cortes en el suministro de servicios como la telefonía e internet.
Anualmente, EMASESA, la empresa de aguas de Sevilla, retira enormes cantidades de toallitas de las tuberías y cauces de la ciudad. En 2023 recogió 755 toneladas, lo que equivale a un edificio de diez pisos.
Para enfrentar este problema, EMASESA destina unos cinco millones de euros al año en la limpieza de cauces, reparación de averías, y eliminación de atascos. Además, las comunidades de vecinos gastan un promedio de 160 euros por servicio para desatascar sus tuberías internas.
Impacto ambiental
La situación se agrava porque una toallita puede tardar hasta 100 años en degradarse naturalmente. Durante episodios de fuertes lluvias, estas toallitas pueden acabar en ríos y playas, contaminando el entorno y afectando la cadena alimentaria.
En contacto con el agua, las fibras de las toallitas se expanden, formando tapones que bloquean tuberías y arquetas.
Esto causa estancamientos de agua, malos olores, problemas de salubridad, inundaciones, y daños a infraestructuras críticas, como los cables de fibra óptica. Y es que se forman tapones que arrastran algunos de estos cables, que discurren por algunas grandes tuberías grapados a la pared superior.
¿Qué sucede con las toallitas?
Las toallitas se recogen en los elementos de desbastes ubicados en la fase de Pretratamiento de la EDAR. Por su naturaleza, se tratan como un residuo no
peligroso y son retirados de las instalaciones de EMASESA por Gestores Autorizados que los llevan a vertederos.
El problema es que estos residuos son considerados no reciclables debido a la complejidad de sus materiales de fabricación: su estructura se compone de una capa exterior de fibras de poliéster, una capa interior de celulosa de origen vegetal y un porcentaje de poliacrilato de sodio en polvo.
No solo toallitas
Además de las toallitas, otros productos como compresas, pañales, tampones, preservativos y bastoncillos también causan graves problemas al sistema de saneamiento. Estos últimos son especialmente problemáticos, ya que se enredan fácilmente con otros residuos formando acumulaciones y grandes atascos.
Asimismo, arrojar medicamentos, aceites usados y grasas al desagüe es extremadamente dañino debido a su alta carga química y el coste y dificultad de su depuración.
Para mitigar el impacto, se recomienda almacenar aceites usados en recipientes y llevarlos a puntos limpios, y evitar verter restos de comida en el fregadero o sanitario.