Alberto vive en un tradicional barrio en el corazón de Sevilla que, a pesar de su historia, ha perdido su verdadera esencia tras convertirse en un continuo hervidero de turistas.
Lo que antes era una zona tranquila y con vida de barrio, ahora está lleno de pisos turísticos y visitas guiadas a todas horas. "Cuando llegué aquí después de la pandemia, todo era silencio. Ahora, hay días en los que parece que vivo en un parque temático", cuenta.
Debido a su historia, Santa Cruz es una de las zonas más turísticas de la ciudad y el resultado es evidente: calles llenas de gente, ruido constante y alquileres por las nubes. Sevilla es ahora la ciudad de interior con más pisos turísticos de España. Solo en 2024 se registraron más de 9.500 viviendas de este tipo en la capital, y la mayoría están en este barrio.
Santa Cruz está en el punto de mira.
Para los vecinos, la situación se ha vuelto complicada. "No me molesta que haya turistas, pero a veces hay demasiados. En primavera y otoño llega a ser complicado caminar por algunas calles, los bares están siempre a reventar y llega a haber guías turísticos con grupos de hasta 40 personas detrás", explica Alberto. Eso sin contar el ruido de los músicos tocando a la hora de la siesta o las incansables despedidas de soltero.
Sin embargo, los problemas no terminan ahí. "Tengo varios pisos turísticos justo enfrente y, más de una vez, los inquilinos han montado fiestas hasta altas horas. Las calles son tan estrechas que cualquier ruido se amplifica. Alguna vez hemos tenido que llamar a la policía”, dice Alberto.
Aunque reconoce que la mayoría de los turistas son respetuosos, hay excepciones. Y es que a veces las situaciones pueden ser más incómodas de lo habitual. "Una tarde estaba sentado en el escritorio y se escuchaban sonidos íntimos que venían del piso de enfrente. Era escuchar las relaciones íntimas de los turistas en el balcón".
Pero lo que más le duele a Alberto es que el barrio ha perdido su esencia. Tal y como le han contado vecinos mayores de la zona, "antes vivía aquí mucha gente de Sevilla y había lecherías, carbonería, tiendas de comestibles... Ahora casi todo está pensado para los turistas. Se ha perdido esa sensación de barrio, de conocer a tus vecinos, de bajar a comprar el pan y saludar a la gente", lamenta.
Un barrio dedicado a los turistas.
Y es que aunque el turismo ha traído dinero, también ha hecho que muchos sevillanos se marchen de este tipo de zonas, dejando un barrio con cada vez menos residentes locales.
El joven explica que "es un tema complicado de abordar, pero cuando yo soy turista me gusta visitar barrios donde puedo ver la esencia real de la ciudad y no un mero parque temático. Es un tema para reflexionar, pero tampoco se puede ser idealista porque también genera economía para la ciudad y su gente".
Sus callejones son míticos en la ciudad.
El Ayuntamiento ha intentado poner freno al problema con nuevas normas que limitan la concesión de licencias para pisos turísticos, pero el impacto de estas medidas aún está por verse.
Para Alberto, la solución no es acabar con el turismo, sino regularlo mejor. "No se trata de prohibir nada, pero hay que poner límites. Controlar el número de visitas guiadas, reducir el ruido nocturno y fomentar el alquiler para los sevillanos", reflexiona.
Mientras tanto, sigue disfrutando de lo bueno que tiene vivir aquí. "Me gusta vivir en una casa y un barrio bonito, lo cual es un lujo que valoro y está muy bien ubicado en la ciudad, lo que permite ir andando a lo sitios. Por contra, tiene momentos molestos por la masificación turística, el comercio de proximidad es casi inexistente y echas de menos esa vida de barrio de cruzarte con gente que conoces o ir al bar típico debajo de casa".
Una historia que refleja la de muchos sevillanos que ven cómo el turismo que da vida a la ciudad, también la está transformando en un lugar irreconocible para ellos.