Sevilla

Francisco Liñán es el mejor posicionado de los 117 investigadores de la Universidad de Sevilla que pertenecen al selecto grupo del 2 por ciento considerados como los mejores científicos del mundo. Lo dice el ránking que publica cada año la Universidad de Stanford, el más prestigioso de todos.

Aunque se quita mérito, este catedrático de Economía Aplicada por la Universidad de Sevilla, experto en emprendimiento, ha publicado más de 55 artículos académicos, todos ellos muy citados por compañeros de profesión, una de las claves de su reconocimiento.

La publicación de artículos en revistas de alto impacto, "cada vez más exigentes" y el volumen de citas conseguido son los principales indicadores con los que se evalúa a los investigadores en Europa. La compatibilización con la docencia hace que la jornada laboral de 37 horas y media se quede corta para muchos, tal como indica Liñán.

La necesidad de publicar con frecuencia hace que todos "sientan la presión". Es por ello que los que tienen más vocación, como le sucede a este catedrático, hayan llegado a dedicarle hasta 80 horas de trabajo a la semana.

- ¿Qué supone para usted ser considerado el mejor investigador de Sevilla, según el ranking de Stanford?

- Siendo honesto, no creo que haya hecho méritos suficientes para ser el primero en ese ranking. Me he especializado en un tema y he tenido la suerte de que mis aportaciones sean bastante citadas. Este ranking valora especialmente que sea citado en otras fuentes importantes. Pero no me atrevería a decir que la aportación que yo hago tiene más impacto o es más relevante que la que puedan hacer otros compañeros de mi área o de otras como Física, Química o Ingeniería.

- ¿Cómo de duro es el camino de un investigador para alcanzar este prestigio?

- Por una parte, requiere mucho esfuerzo y muchas horas de dedicación, más allá de lo que es la docencia. Hay que dedicar mucho esfuerzo a la investigación, a hacer artículos, asistir a congresos y mantener redes de contacto internacional. Eso requiere mucho tiempo. Pero, por otra parte, el concepto de duro es relativo, porque a los que hacemos estas cosas, normalmente nos gusta mucho. Es una dedicación importante, pero no un sacrificio en el sentido de que lo hagamos a disgusto.

- ¿Reciben los investigadores suficiente apoyo de las instituciones?

- Últimamente estamos recibiendo más apoyo. Con los cambios que se están produciendo en los últimos años, se está poniendo más énfasis en incentivar la investigación. Se empiezan a destinar más fondos. No es que antes no tuviéramos apoyo, pero quizá ahora se nota más ese apoyo de la institución para realizar actividades de investigación.

- ¿Se refiere a la universidad en general? ¿No solo a la de Sevilla?

- Sí, en general porque me consta por compañeros de otros centros. Pero en mi caso me refiero a la Universidad de Sevilla. Sí es verdad que siempre ha dedicado fondos a investigación, pero a lo mejor no siempre ha puesto el énfasis suficiente en destacar la investigación de calidad. En el pasado ha habido un criterio de repartir fondos de una forma más equitativa. Y ahora parece que se está poniendo más énfasis en repartir fondos en función de los resultados.

- ¿Cómo es eso de vivir con la necesidad de publicar continuamente en revistas de alto impacto?

- Recuerdo cuando empecé a publicar en revistas internacionales. Resultaba muy estresante, porque en mi centro, la Facultad de Económicas, al menos en mi departamento, no existía una gran tradición de publicar en revistas científicas. No es lo mismo cuando vas de la mano de profesores con más antigüedad, que ya tienen la experiencia y pueden ayudarte. Algunos compañeros y yo hemos sido los primeros en hacer esto. Es estresante al principio, pero cuando se va consiguiendo la sensación es de normalización.

No es que sea fácil, sigue siendo difícil. Cada vez son más exigentes al aceptar un artículo, pero sí es cierto que después de haber publicado en varias revistas, te lo tomas con más calma cuando un artículo es rechazado.

- ¿Entonces los investigadores están acostumbrados a sentir siempre la presión?

- Los compañeros sienten desde hace tiempo esa presión, porque el sistema de evaluación en la universidad ha ido cambiando desde la Ley Orgánica del 2001 para incentivar más los resultados de investigación. Ahora, todos tenemos que pasar una serie de procesos de evaluación que incluyen tener que publicar. Por lo tanto, todos sentimos la presión y la vamos resolviendo como podemos.

- ¿Qué opinión tiene en general de los sistemas de evaluación en base a la publicación en revistas de alto impacto y el volumen de las citas?

- No hay ninguno que sea perfecto. Existen tentaciones por parte de alguna revista para hacer negocio y por parte de algunos investigadores para encontrar un atajo. Hay revistas que no son tan exigentes a la hora de publicar artículos y cobran a los autores. Y hay autores que están dispuestos a pagar. Se publican artículos muy buenos, pero hay otros que no son tan exigentes. 

En general, los rankings son necesarios. Concretamente, el de Stanford no solamente valora la revista y las citas, sino de dónde vienen las citas. Si vienen de otras revistas que también están muy bien posicionadas, sube tu nivel de impacto. Y si vienen de otras revistas que no están tan bien posicionadas, se reduce. Con este tipo de criterios más complejos, se intentan solucionar los posibles defectos de estos rankings.

- ¿Cuáles son los criterios más complicados de cumplir para los que son más jóvenes?

- Hay dos dificultades. Primero, la acumulación de conocimiento. Si una línea de investigación es relativamente nueva, cualquier descubrimiento, no digo que no tenga méritos, quizás no esté basado en unos datos tan sólidos. A medida que el conocimiento se va acumulando es más dificil encontrar algo novedoso en ese campo. Por otro lado, cada vez somos más los investigadores a los que se nos exige publicar y las revistas tienen un número límitado de artículos.

- ¿Cómo cree que se podrían mejorar estos sistemas?

- Todo sistema tiene sus posibles defectos. Yo no tengo una solución. En otros países, por ejemplo, el Reino Unido, se hace una evaluación de las universidades, donde los centros presentan una selección de sus resultados que son valorados no solo cuantitativamente (revistas y volumen de citas) sino cualitativamente. Son leídos por expertos en la materia y se les da una puntuación. Esa combinación sería más eficiente.

- ¿Cómo se compatibiliza todo este trabajo con la docencia?

- Sobre todo los primeros años requiere mucho tiempo porque hay que familiarizarse con la asignatura, hay que elaborar apuntes, entre otras cosas. Con el tiempo, se va automatizando y se puede ahorrar algo de tiempo. Aún así, tenemos establecida una dedicación docente que puede estar entre 20 y 30 horas a la semana. Hasta las 37 horas y media hay un margen. Sí es cierto que las personas con más vocación por la investigación, normalmente no tenemos bastante con ese margen que deja la jornada. Tenemos que trabajar los fines de semana y por las noches.

- ¿Al final requiere estar volcado toda la semana?

Hay niveles. En mi caso, yo he estado muy volcado en el pasado. Ahora intento por lo menos tener los fines de semana libre. Y lo voy consiguiendo, con dificultad. Pero sí ha habido épocas en las que he dedicado entre 60 y 80 horas por semana.

- Su campo de estudio es el emprendimiento. ¿Cómo está la situación en la provincia de Sevilla?

- Sevilla ha tenido tasas de emprendimiento que han estado en la media o por encima de la media de Andalucía. Es una provincia que destaca por un nivel de emprendimiento relativamente alto.

- ¿Qué hace falta para que Sevilla sea un territorio más favorable para el emprendimiento?

- Hace falta más formación en emprendimiento, en el sistema educativo y fuera de él. También es necesario dar más visibilidad social a los emprendedores para que haya más personas que se planteen esa opción. Andalucía no necesita más apoyo público, sino facilitar que haya más apoyo privado, de inversores que estén dispuestos a respaldar proyectos emprendedores.

- A nivel educativo, ¿en qué niveles se podría concretar la formación?

- Sería importante estudiarlo desde la enseñanza primaria. No se trataría de modelos de negocio ni mucho menos, sino de desarrollar competencias como la autonomía, la independencia y la capacidad de resolver problemas complejos. En la Secundaria, dando más visibilidad a emprendedores y al emprendimiento como salida profesional y añadiendo alguna formación específica en la FP Superior. En la universidad se manifestaría creando programas para la creación de empresas y de apoyo para aquellas personas que estén interesadas en el emprendimiento.

- ¿Cómo es posible liberar a las personas del miedo al fracaso a la hora de emprender?

- En primer lugar, con conocimiento. Cuando uno sabe de un tema tiene menos miedo. En segundo lugar, en Andalucía y en España en general queda un cierto estigma negativo cuando la empresa no tiene éxito. Se asocia el fracaso del proyecto al fracaso de la persona. Y hay que separar las dos cosas, porque la persona siempre aprende. Es una experiencia que va a ser muy útil si vuelve a intentar un nuevo proyecto empresarial, pero también si intenta trabajar como asalariado. El enfrentarse a situaciones de incertidumbre y resolver problemas, le va a servir en cualquier situación.