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El pasado verano, Gonzalo Jaime Coladas cambió la ciudad de Sevilla por Hangzhou, otra urbe localizada en China, para desarrollar un proyecto de investigación académico. Fue uno de los pocos alumnos que logró entrar en la primera edición del Concurso GripS (Global Research Immersion Program for Young Scientists), celebrado en el país asiático. Estuvo allí ocho semanas.

Ahora acaba de empezar el tercer curso del Grado en Ingeniería de Tecnologías Industriales de la Universidad de Sevilla con un Premio al Mérito bajo el brazo.

El mencionado concurso parte de un programa impulsado por cuatro universidades chinas: Zhejiang University, University of Science and Technology of China, Fudan University y Nanjing University.

En él, el alumnado participante puede elegir entre una gran variedad de proyectos de investigación ofertados por cada uno de esos centros.

El proyecto elegido por Gonzalo consistió en el diseño de un sensor autoalimentado utilizando un nanogenerador triboeléctrico y un generador de electricidad por gotas de agua. Está basado en un fenómeno físico llamado "efecto triboeléctrico", y fue tutorizado por profesores de la Universidad de Zhejiang, en la mencionada ciudad de Hangzhou.

En conversación con EL ESPAÑOL, dice haberse acostumbrado rápido a su regreso a Sevilla, y agradece la vuelta a la normalidad. No tuvo la misma experiencia en su viaje de ida, pero ahora le pica la curiosidad y ya planea volver a viajar por el mundo para seguir estudiando.

¿Cómo decidió entrar en este concurso, hacer las maletas y viajar hasta China?

Me salió un día en Instagram, como un anuncio. Decía algo así: ¿Quieres estudiar en una de las mejores universidades de China? Pulsé ahí para leer algo más de información, y, la verdad, fue un poco arriesgado. Es el primer año que organizan el programa y no había apenas información más allá de esa página web.

¿Y cual fue su impresión de aquel país?

Iba sin expectativas, aunque con la misma sensación que tenemos aquí todos de que China es un país muy cerrado, con todo súper controlado. Y la verdad es que me ha sorprendido mucho, me ha encantado.

Gonzalo, en la gala de entrega de premios del concurso, en China

Es cierto que, por ejemplo, hay cámaras por todos sitios. Pero gracias a eso, hay una criminalidad casi inexistente. Y, por lo que he comprobado, mientras no hagas algo malo no te pasará nada.

Allí pasó las semanas con otros compañeros chinos. ¿Cómo lo vivían ellos?

Yo con quien más me relacionaba era con mi compañero de habitación, que era chino, y gracias a él mi experiencia fue bastante mejor de lo que hubiese sido. Íbamos a cualquier parte y hacía de traductor. Estaba estudiando en Estados Unidos y con él se podía hablar de cualquier tema.

Dentro de la Universidad se podía hablar en inglés, pero en las ciudades no saben ni lo básico. Cuando llegué al hotel, pregunté "¿restaurant?", y nadie me entendió. 

Entre mis compañeros había de Holanda, de Corea, Reino Unido y otro chaval catalán. El grupo que formamos era de occidentales y chinos que vivián fuera. Los chinos de dentro eran mucho más cerrados, aunque también hay alguno que ahora es amigo mío.

¿Y el ocio?

Era verano, así que en la universidad había poco movimiento, pero era mucho más calmado que aquí. Allí las discotecas no se llevan. Tienen locales y karaokes, pero el plan suele ser charlar.  

Moviéndonos ahora al plano académico, ¿por qué eligió este proyecto? ¿No había otros que le hubiera gustado desarrollar?

El concurso tiene su propia página web, y ahí estaban todos los proyectos. Los hay de todas las especialidades y ramas del conocimiento: de ingeniería, pero también de biología o sociales. 

Dentro de los de ingeniería intenté buscar aquellos a los que les podía meter mano. Estaba acabando segundo, tengo dos años de carrera, tampoco podía ser nada demasiado complicado. Por complejidad, sólo hubo uno cuyo profesor me sugirió que debía ser estudiante de máster, en un nivel más avanzado. 

Solicité una segunda opción aparte del proyecto en que acabé trabajando. Uno relacionado con óptica, pero me cogieron en este, que era mi primera opción.

¿Y en qué consiste el efecto triboeléctrico?

Es un efecto físico en el que se transfieren electrones de un material a otro por contacto. El dispositivo con el que trabajé no lo inventé yo; lo que hice fue variar los parámetros, ver cómo reaccionaba.

Ponía una lámina, hacía caer una gota de agua sobre esa lámina, y gracias a un mecanismo se genera un pulso eléctrico que puedo usar para lo que quiera. 

En mi caso, fue para hacer funcionar un sensor que mide la presión atmosférica o la humedad. El nombre del proyecto, como ves, es largo, pero tampoco sabía cómo traducirlo bien porque allí trabajamos todo en inglés.

Gonzalo junto a sus compañeros en una foto de promoción del concurso

Por eso es autoalimentado.

Sí, se alimenta de las gotas de lluvia, no hace falta enchufarlo.

¿Os daban los materiales necesarios para ejecutarlos? ¿Diría que tienen mejores condiciones que las universidades andaluzas?

Sí, me facilitaban desde el departamento todos los materiales necesarios sin ningún problema. En términos generales, si hablamos de industria, ellos en robótica están más avanzados que aquí, pero tampoco es una gran diferencia con lo que puede hacerse en la Universidad de Sevilla. No tenemos nada que envidiarles.

Sí es verdad que el laboratorio se veía muy moderno, y la financiación que dedican a las universidades es mayor que aquí. Eso sí que se notaba: tanto las máquinas como las infraestructuras eran muy modernas.

¿Qué especialidad le gustaría hacer? ¿Tiene ahora más claros sus planes a futuro?

No lo tengo del todo claro todavía. Con el nuevo plan de estudios no tenemos que elegir una especialidad hasta empezar el máster. Pero ahora, después de haber viajado hasta allí, sí que me planteo hacer un doctorado después del máster. 

El proyecto que he desarrollado en China me ha gustado, pero no será en lo que me centre en el futuro. Lo que sí me gustaría es intentar estar en el extranjero, conocer otros sitios. 

¿Cómo ha sido el cambio en la vuelta a Sevilla? ¿Se sintió extraño?

En principio te da mucha pena despedirte de la gente después de un verano como ese. Pero a las semanas... bueno, ni siquiera, a los pocos días ya uno está contento de volver. Pero mantendré el contacto con los compañeros, tenemos un grupo de Whatsapp y hablamos cada día. 

Y los padres, ¿qué tal?

Con miedo al principio, por eso de que no hubiese información, pero al final muy contentos. El acto fue gracioso porque había muchas universidades famosas: Cambridge, Imperial College... Y ver ahí representada a la Universidad de Sevilla entre todas ellas, la verdad es que me enorgullece.