Cuando éramos niños tenían mucho éxito los juegos de mesa. No hay abuela que no cuente interminables batallitas sobre aquellas largas noches de verano en las que las familias jugaban juntas. Entonces no había móviles. ¿Quién no recuerda los Juegos Reunidos Geyper? El mítico juego de mesa creado por la juguetera Geyper que divirtió a muchas generaciones. La clásica caja de cartón incluía un mundo de posibilidades: oca, parchís, damas, tres en raya, las ratas, backgammon, quita y pon, y hasta ruleta. Y luego están las cartas, con sus infinitas posibilidades.
Decía Pablo Neruda que “el niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta”. Durante un tiempo, con la llegada de los videojuegos, las cajas de juegos se acumularon en los trasteros. El tablero de la vida sevillana se resume en una semana. Nuestros hijos viven con pasión la Semana Santa y ésta los ha resucitado de nuevo. Ha vuelto a reunirnos alrededor de una mesa durante horas. “¿Quién ha dicho que la vida es un sueño? La vida es un juego” (Gabriele d' Annunzio).
En casa, como en la radio, tres pajes de la Madrugada jugaban a las preguntas: “¿Cuántos nazarenos tiene El Silencio?” Mientras, Pili Bores (madre y maestra) nos hacía subir y bajar el volumen de un tocadiscos en el que sonaban marchas y nos ofrecía un recital de sus poemas cofrades. Lo grabábamos con una casete. “Cuenta a tres y dale al botón rojo” (Play+REC): “Te llamaban la valiente / porque tú sola saliste / aquel Domingo de Ramos / que para muchos fue triste…”. Como decía Dominique Bretodeau en ‘Amelie’, "es curiosa la vida. Cuando eres niño el tiempo no acaba de pasar y luego, sin darte cuenta, tienes 50 años. Y de la infancia, lo único que te queda cabe en una cajita oxidada”. Ojalá existiesen esas cintas en alguna caja.
Generaciones. El Llamador, programa de gran audiencia entre la que se encuentran también muchos menores, sorprendía a sus seguidores en las redes al ofrecer su 'Proyección de nazarenos 2050', la previsión del número de capirotes que formarían parte del cortejo de las cofradías ese año y que resumía en una lista de diez hermandades que contarían con más de 2.300 hermanos camino de la Catedral.
Los apasionados de nuestras cofradías pueden que lo hagan posible. Fluye entre generaciones. Recuerdo las colecciones de postales, las de las estampitas que se ofrecen en los templos a cambio de un donativo, o los completos programas que se vendían en los kioscos. Aquellos tiempos en los que se agotaba el papel.
“Los juegos infantiles no son tales juegos, sino sus más serias actividades” (Michel de Montaigne). Los juegos de mesa han regresado a los hogares sevillanos, ahora en versión cofrade. Una amiga que ejercía de paje real me comentaba hace poco el viacrucis que tuvo que pasar para conseguir un ajedrez cofrade para su hijo: “tuve que llegar hasta una tienda de San Juan de Aznalfarache para poder conseguir uno, porque ya estaba agotado en todos los establecimientos de la ciudad”, recordaba angustiada. Versión sevillana de ‘Un padre en apuros’ (1996), aquella película en la que Arnold Schwarzenegger pasaba 90 minutos de angustia para intentar conseguir un muñeco Turboman para su hijo.
El mercado ofrece hoy muchas posibilidades de juegos en su versión cofrade. Llegaron las Holy Cards y sus encuentros, el clásico quién es quién, trivial, parchís o ajedrez. Jaques mate aparte, hay que reconocer que han vuelto a reunir muchas sillas alrededor de una mesa.
Quien fue a Sevilla perdió su silla. Lo de las sillas no es como lo de las casetas de Feria, pero casi. Durante el paso de las cofradías jugábamos al veo veo para intentar encontrar detalles de los pasos. Eran tardes familiares con olor a incienso, pipas, cacahuetes (tres por uno) y perritos calientes.
“El azar no existe; Dios no juega a los dados”, dijo Albert Einstein. La vida es un juego de sillas. Ramón seguro tiene ya su silla en el Cielo, como su padre y el mío. O Tía Pepi, que organizaba todos los años nuestras sillas en la Avenida. Hay muchos tipos de silla: hay quien utiliza sillas bastón, como las plegables que ofrece Jianli, el rey de los veinte duros de Tiktok, desde su tienda de Huelva. Los reyes se sientan en tronos. En Sevilla se grabó la serie ‘Juego de tronos’: los Reales Alcázares se convirtieron en los Jardines del Agua de Dorne; Las Atarazanas, en las mazmorras de la Fortaleza Roja; o Itálica, en Pozo Dragón en Desembarco del Rey.
Una publicidad que envuelve el tranvía que se dirige a la Plaza Nueva estos días nos pregunta “¿quién ocupará el trono del toreo de Sevilla?” Pero esa ya es otra historia que comenzará el Domingo de Resurrección en otra plaza distinta.