En las redes no digitales de nuestras vidas, los cotillas y correveidiles son personajes recurrentes que, aunque a veces parecen inofensivos, pueden causar muchísimo daño en la armonía comunitaria y en las relaciones interpersonales.
Estos individuos, conocidos por su afición a esparcir rumores y chismes, alimentan una cultura de indiscreción que fomenta la discordia y desgasta la confianza.
Los cotillas son aquellos que sienten una curiosidad insaciable por la vida de los demás. Para ellos, no hay secreto demasiado privado ni detalle demasiado insignificante.
El mayor deleite de estas personas es descubrir información sobre familiares, amigos, colegas y hasta desconocidos porque su interés no se limita a la simple recopilación de datos; sienten una compulsión casi irrefrenable por compartir lo que saben. Esta necesidad de hablar y de ser el centro de atención socialmente, convierte a los cotillas en una fuente constante de información no verificada y, con mucha probabilidad distorsionada.
Los correveidiles llevan esta indiscreción un paso más allá. No solo son ávidos consumidores y distribuidores de chismes, sino que también disfrutan del drama que estos crean. Les gusta ser los primeros en contar las noticias, independientemente de su veracidad, y con frecuencia adornan las historias para hacerlas más impactantes. Esta conducta afecta profundamente a las personas sobre las que se habla, además de a la comunidad en general, fomentando un ambiente de sospecha y desconfianza.
El impacto de estos personajes es profundo sobre todo en el ámbito laboral, pudiendo desestabilizar equipos y socavar la moral, cuando crean un rumor sobre un posible despido o un ascenso inminente, los cuales pueden generar ansiedad y competencia malsana entre colegas.
En la vida personal, los efectos pueden ser aún más devastadores.
Las relaciones entre familiares y de amistad pueden ser destruidas por malentendido y sospechas infundadas, y la reputación de una persona puede ser dañada irreparablemente por chismes con mala intención.
Ni que decir tiene cuando entra en juego el tema digital. La proliferación de las redes sociales ha exacerbado este fenómeno. Lo que antes se compartía con susurros en una cafetería ahora se publica en Equis, Instagram o tik tok, tuiteándose a miles de seguidores. La velocidad y el alcance de la información, muchas veces incorrecta o sacada de contexto, pueden multiplicar el daño causado por uno de estos dos individuos. Además, el anonimato que ofrecen estas plataformas enmascaran a aquellos que, en la vida real, quizás no serian capaces de difundir estos rumores.
¿Cómo podemos protegernos del veneno de los cotillas y correveidiles? Primero, es crucial ser selectivo con la información personal que compartimos y con quien lo hacemos. En segundo lugar, es importante expresar de manera asertiva a estos personajes que no queremos la diseminación de chismes y esto puede ayudar a establecer límites saludables
Y muy saludable es tener la información de que un año más, el Real Club de Enganches de Andalucía ha vuelto a citar en el Salón de carteles de la Real Maestranza de Caballería a los ganadores de la 38º Exhibición de Enganches de la Feria de Sevilla para la entrega de Trofeos, una autentica exhibición de “Savoir faire” que dirían los franceses.
Y no es francés sino británico Jamie Cullum hizo que la atmósfera de la Plaza de España fuera vibrante y mágica que dejó a la audiencia sin aliento. Cullum al piano y con su carisma en el escenario desde el primer acorde hasta el último, sacudió la plaza de la histórica ciudad con su jazz y pop-soul. Era un concierto inolvidable para una multitud energética y entusiasta. Para mí, fue cómo ninguna otra experiencia en la vida. Jamie tocaba clásicos favoritos como “All at Sea” “These Are the Days al principio. A medida que se acercaba al final de su concierto, dejaba que sus admiradores se acercaran.
A lo largo de la noche, el cantante mantuvo una conexión especial con un público con el que no podía estar más cerca. La ejecución de “Gran Torino” fue un momento particularmente emotivo, ya que un auditorio silencioso estalló en un aplauso ruidoso al final de la canción.
No solo la música, sino también la asombrosa iluminación que decoraba la Plaza de España hizo que el evento fuera único al embellecer la arquitectura y generar una atmósfera idílica. Jamie Cullum, con una asombrosa interpretación de “What a difference day made” obteniendo una ovación cerrada, y dejando una fuerte impresión en los corazones de todos los que asistieron a esta increíble noche de música en Sevilla.
Y en Sevilla, en la delegación Territorial de Inclusión Social, juventud y familia e Infancia, ha tenido lugar la presentación del libro “Talento, creatividad y diversidad romaní en España. Gitanas” escrito por KAMIRA Federación Nacional de Mujeres Gitanas y Joaquín López Bustamante coordinador de la edición.
Y felicito con todo mi corazón a Carlos Ventas por sus medallas en natación: dos de bronce, dos de Plata y una de oro en la categoría de mayores de 60 años. Enhorabuena campeón.
En la siguiente nos vemos y os seguiré contando qué pasó por aquí.