Richard Nixon no dimitió porque hubiese cometido algún delito en aquel escándalo electoral de 1972 desvelado por dos valientes periodistas del Washington Post. Nixon dimitió porque gracias a esa brillante investigación periodística se demostró que había mentido a la nación estadounidense.
Nuestro presidente Pedro Sánchez está citado en La Moncloa el martes 30 de julio en calidad de testigo para responder a las preguntas del juez de instrucción, que en esta ocasión no será el Juez Peinado sino otro juez instructor que lo sustituye.
Ha intentado librarse de esa visita togada solicitando hacerlo por escrito pues creía que la ley le amparaba alegando que si había tenido conocimiento de los hechos investigados en virtud de su cargo de presidente del gobierno podría hacerlo de ese modo.
Sin embargo, el juez sustituto le ha aclarado que mantiene su visita a la sede presidencial pues su conocimiento de los hechos no lo es por funciones que desempeñara como primer ministro sino como marido de la investigada Begoña Gómez por delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios.
De manera, que Pedro Sánchez no tendrá más remedio que responder el próximo martes al juez investigador, a no ser que se acoja a lo dispuesto en el artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que permite al cónyuge abstenerse de declarar sobre hechos en los que esté involucrada su esposa.
Me temo que el presidente hará uso de su derecho y no responderá a las preguntas del instructor ni a las que le formulen el fiscal y los abogados de las acusaciones populares. Tampoco ha respondido a las preguntas concretas de la oposición en el parlamento o ha contestado echando balones fuera.
También podría darse el caso de que el presidente Sánchez se negara a recibir al juez en Moncloa o incluso se ofreciese a declarar en Plaza de Castilla renunciando a su privilegio. En el primer caso, podría incurrir en un delito de desobediencia a la autoridad. En el segundo supuesto, preveo que también se acogería a su derecho a no declarar.
Igualmente, la defensa de Begoña ha solicitado a la audiencia provincial de Madrid que adelante su resolución del recurso presentado por ellos para que el caso se sobresea y archive dando una serie de razones que atañen a los derechos fundamentales de la investigada.
Independientemente de los indicios criminales que pesan sobre la conducta de la esposa del presidente, es una vergüenza y un descrédito para España que la principal defensa de Sánchez y su esposa sea intentar desprestigiar al juez instructor, al igual que el PSOE y sus medios afines.
Boris Johnson abandonó su puesto de primer ministro de Reino Unido por varias causas, pero una de las que tuvo más peso fue mentir sobre las fiestas que celebró en Downing Street durante el confinamiento por la pandemia.
Cualquiera de las decisiones que adopte nuestro presidente serán nefastas para su imagen y la de España ante los españoles y el mundo, pues si decide no declarar dará una imagen de no querer colaborar con la justicia; y si declara y falta a la verdad, además de poder incurrir en falso testimonio habrá mentido a toda una nación y quedará desacreditado para gobernar.
El círculo se estrecha alrededor del gobierno y su máximo mandatario, pues a los problemas de su esposa se une la investigación penal a su hermano.
Si a eso unimos el informe reciente de la Unión Europea que condena la actitud del gobierno español de criticar por sistema a los jueces y la situación de un Fiscal General demasiado condescendiente con el gobierno y que más parece un comisario político, tenemos un estado de los hechos que hará caer en cualquier momento al presidente.
Por mucho que intente aguantar el presidente, todo tiene un límite. ¿Hará Pedro Sánchez como hizo Richard Nixon en 1974? ¿Dimitirá?