El reloj marca el fin de las vacaciones, y con ello, la inevitable vuelta a la rutina. Decimos adiós a los días de playa, a las siestas interminables, a las comidas sin prisa y a la sensación de libertad que, por un tiempo, nos hacía olvidar el estrés del día a día. Nos encontramos de nuevo en el punto de partida: los mismos problemas que dejamos atrás nos esperan, las mismas caras y la rutina diaria que, como un viejo amigo al que no extrañamos demasiado, nos da la bienvenida.

Volver al trabajo después de las vacaciones no es solo regresar al lugar físico, sino también a las obligaciones, las responsabilidades y, en muchos casos, a las preocupaciones que dejamos aparcadas con la ilusión de que, a nuestra vuelta, habrían desaparecido. Pero la realidad es otra: los correos pendientes siguen ahí, las tareas que quedaron a medio hacer nos esperan pacientemente, y los proyectos que evitamos siguen demandando nuestra atención.

La sensación de libertad que ofrecen las vacaciones es efímera, pero poderosa. Durante esos días, olvidamos el estrés del tráfico, las reuniones interminables y los plazos ajustados. Recuperamos el placer de hacer las cosas por gusto y no por obligación, de levantarnos sin la alarma que nos recuerda que el día comienza. Sin embargo, al volver, es fácil sentir que esa ligereza ha quedado atrás, y que, de un momento a otro, nos vemos de nuevo inmersos en la vorágine de la vida cotidiana.

Los compañeros de trabajo, que quizás también estaban de vacaciones, han regresado, y con ellos las mismas conversaciones de siempre, los mismos chistes repetidos y las mismas quejas por lo duro que es retomar la rutina. La famosa "depresión postvacacional" parece acechar a la vuelta de la esquina, una sensación de vacío que muchos experimentan al darse cuenta de que el descanso ha llegado a su fin y que el próximo oasis de vacaciones aún está muy lejos.

Además, el regreso no solo implica volver al trabajo o al colegio, sino también retomar hábitos y responsabilidades que quedaron en pausa. La dieta que se descuidó durante el verano, las rutinas de ejercicio abandonadas, las cuentas que siguen acumulándose en el correo y la vida doméstica que, en vacaciones, parecía desvanecerse. De repente, todo vuelve a cobrar su peso, y ese alivio temporal que sentimos al desconectar se disipa rápidamente.

Pero, a pesar de todo, la vuelta a la rutina también tiene su lado positivo. Volver a la normalidad nos proporciona estructura, y aunque suene contradictorio, esa misma estructura nos da estabilidad. Nos permite planificar, avanzar en nuestros objetivos y encontrar el equilibrio entre el descanso y la actividad. Aunque añoremos el verano, las rutinas nos ayudan a organizarnos y, en muchos casos, a encontrar el espacio para aprovechar mejor nuestro tiempo libre.

El truco está en llevar un poco de esa mentalidad de vacaciones a nuestra vida diaria. Reservar tiempo para nosotros mismos, aprender a desconectar del trabajo al final del día, disfrutar de pequeñas escapadas o actividades que nos recarguen, y, sobre todo, recordar que las vacaciones no son solo una época del año, sino una actitud que podemos llevar con nosotros.

Termino dando el pésame a Francisco Rubio Casquet por la marcha de su mujer Flor , que nos ha dejado con los corazones rotos.

MI enhorabuena a la pintora Cristina Ybarra y su marido Enrique Moreno de la Cova por la boda de su hijo Enrique. Además de mis felicitaciones a Francisco García Velo y Patricia Pereda Pérez por su 48 aniversario de bodas

En la siguiente nos vemos y os seguiré contando qué pasó por aquí