Por estas fechas el año pasado me entrevistaron en distintas televisiones y programas sobre el Caso Daniel Sancho-Dr. Edwin Arrieta. Desde principios de agosto hasta finales de septiembre, el teléfono no paró de sonar ni se interrumpieron los mensajes para citarme a los principales programas de TV e informativos para recabar noticias sobre el caso.
Fui llamado el día cinco de agosto, justo el día de la imputación de Daniel Sancho, debido a mi especialidad en derecho penal e internacional. Desde mi primera comparecencia en un plató por este caso fui consciente de que volvería más veces a los focos y las mesas de expertos y colaboradores, pasando antes por maquillaje, a la parte trasera del escenario, me colocaban el micrófono y probaba, charlando después con otros invitados al programa.
Ya en el plató, me preguntaban sobre toda clase de circunstancias en el asesinato del Dr. Arrieta ¿Qué? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Quién? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Para qué? Y tras esas cuestiones, se me interrogaba por las consecuencias jurídicas de esos hechos, la calificación jurídica, la autoría, las posibles eximentes, atenuantes o agravantes, la pena y la responsabilidad civil.
Por supuesto, todos querían saber los tiempos ¿Cuándo sería el juicio? ¿Cuándo dictarían la sentencia? ¿Cuándo estaría la autopsia?
Pero igualmente, desde el primer instante comenzaron a aparecer los detalles y minucias que hacen que un caso se agrande y crezca cada día ¿Por qué ha actuado así la policía? ¿Qué motivo tenía Sancho? ¿Por qué había una relación entre Edwin y Sancho? ¿Por qué ha confesado Sancho? ¿Hay un doble de Sancho en la isla? ¿Está en la cárcel siendo inocente?
Con mucho respeto, respondí a todas las preguntas y creo que me comporté educadamente con todos los periodistas, colaboradores, médicos, psicólogos, forenses, compañeros abogados, criminólogos, etc. Algunas veces me decían que debía ser “más duro” con los asesores de la familia de Sancho y con quienes respaldaban sus tesis, pero yo no estaba allí para eso. Mi función de abogado me imponía cumplir con mi código deontológico y ser veraz en lo que dijese argumentándolo según mi experiencia.
Yo no comparecía en los platós de televisión, fuese a primera hora de la mañana o a las dos de la madrugada, para repetir unas consignas, agitar el ambiente, entrar en polémicas y discusiones, sacar el detalle o error del policía Big Joke, la traductora, etc.
A los pocos días, me propuso el abogado de la familia Arrieta en Bogotá que fuese su portavoz en España. Acepté con mucho gusto. Sin embargo, debía aclarar cuando me presentaban como el abogado de la Familia Arrieta que yo era el portavoz del bufete de la Familia Arrieta, pues no es lo mismo.
Al poco tiempo, un conocido abogado penalista, al que respeto mucho, se unió al equipo de criminólogos que ya asesoraba a la Familia Sancho. En lo que yo no estaba de acuerdo, lo exponía y fundamentaba siendo respetuoso con mis compañeros. Por supuesto, entendía que ellos hacían todo lo posible por preservar la posición de Daniel Sancho, sus padres y toda su familia. La situación no podía ser más difícil e inquietante para ellos.
Desde luego, si un abogado penalista tailandés hubiese llevado la defensa sin ningún respaldo en España, la sentencia hubiera sido la misma. Es mi opinión. Pero es cierto que me encontraba mucha gente por la calle que creía que podría haber sido un homicidio imprudente (“involuntario”) y que Sancho podría volver a España en tres o cuatro años.
A mediados de septiembre, mi compañero en Colombia me comunicó que había decidido dejar de asesorar como abogado a la Familia Arrieta por motivos que no puedo revelar. Por lo tanto, al mismo tiempo yo debía retirarme.
Días después, un abogado español se hizo cargo de la portavocía de los Arrieta. En este caso digo lo mismo que respecto a la defensa ¿Hubiese hecho falta un abogado en España para la acusación, más allá de la comparecencia en los medios? ¿Hubiese sido necesario que dos abogados tailandeses compareciesen en nombre de la familia? Entiendo que no, pues ya ejercía la acusación el Fiscal, quien junto al trabajo brillante de la policía, ya había blindado la grave acusación contra Daniel Sancho.
¿Era preciso que unos y otros viajaran a Tailandia? Y no me estoy refiriendo a los familiares de Sancho.
Si accedemos a las hemerotecas y comprobamos las declaraciones que se han vertido en todos los programas de TV, radio, redes, prensa, etc., veríamos como sobraban tantos ríos de tinta, tantos bulos, tantas polémicas. Algún día sabremos qué intereses tenía cada uno, qué papel jugaban, si lo hacían para esclarecer la verdad, por ayudar, por algún interés oculto o por motivos inconfesables.