Ya estamos en el mes de septiembre que nos trae una de las tareas más temidas del año: el cambio de ropa de los armarios.

Aunque el lorenzo siga visitándonos con mucha intensidad y el termómetro se niegue a bajar, la rutina laboral y el calendario escolar no entienden de olas de calor. Así que, entre abanicos y sudores, llega el momento de deshacerse de los trajes de baño, los vestiditos fresquitos, los pantalones cortos y las camisetas ligeras, para darle la bienvenida a los chalecos y las mangas largas que, aunque parezca imposible, volveremos a necesitarlos. O eso es lo que deseamos, sobre todo aquí en el sur.

El gran problema de este ritual anual es que, mientras seguimos disfrutando de helados y en las piscinas se remojan los que pueden, los niños deben ir al colegio lo que lleva aparejado ineludiblemente el uniforme. Porque claro, en el universo escolar no existen estaciones intermedias: o es verano o es invierno, y como no podemos mandarlos con chanclas, toca enfundarlos en pantalones largos, chaquetas y polos, aunque tengamos en casa el aire acondicionado y las ventanas de par en par.

A todo esto, ahí estás tú, con todo el armario patas arriba sin saber por dónde empezar. Camisetas de tirantes, bañadores, toallas de playa y ropita ligera que parecen gritarte que no los guardes todavía. Pero la realidad es que ya hemos preparado toda la artillería para que el miedo no nos venga a quitar las ganas. Mejor hacerlo ya, aunque sudes la gota gorda, porque ¿quién tiene tiempo en pleno octubre de sacar los jerséis? Cuando las reuniones del trabajo se hacen presentes, las tutorías, las actividades extraescolares, los cumpleaños…. Y eso solo los niños, porque los que no los tienen se meten en las vorágines de querer arreglar la casa y por supuesto los fines de semana hay que descansar.

Así que los primeros en ser rescatados del fondo del armario son los chaquetones, plumas y abrigos. No se por qué la mente nos juega esas pasadas, que hablamos de invierno y se nos representan como un espectro los jerséis de cuello vuelto, los guantes y los calcetines…. Bueno como si viviéramos en el polo norte. La verdad es que luego te alegras de haberlos sacados los primeros, porque sino tendrías que ir a la caja más inaccesible del trastero.

Mientras los más pequeños se llevan la peor parte, los mayores tenemos la libertad de elegir entre un vestido fresquito o unos vaqueros (siempre que el adulto no tenga que llevar uniforme)

La tarea de cambiar la ropa puede parecer una batalla perdida, pero una vez completada, te sientes como un auténtico héroe o heroína del hogar. Esa satisfacción de ver las prendas bien dobladas, después de haberte dado el lote de lavar y planchar, cuando esa lavadora grita sin parar… déjame ya, déjame ya y, saber que, aunque ahora mismo sudes al pensarlo, en unos meses estarás deseando ponerte ese abrigo gordito.

Mientras el sol sigue insistiendo en prolongar el verano, tú te tienes que armar de paciencia y no ser muy estricto con la vestimenta, ya que el “vetoño” que es la conjunción de verano y otoño es la época de los disfraces, puedes llevar un pantalón super fresquito con unas botas militares y calcetines de lana. Porque entre los uniformes, los horarios de oficina y la promesa que la otra estación algún día llegará, lo mejor es tenerlo todo preparado. Y, quién sabe, quizás el frio nos sorprenda antes de lo que pensamos.

Termino felicitando a Victorio y Lucchino por el éxito de su ultima colección, a Ricardo Castillejo por su cumpleaños y convoco a todo el que pueda asistir a la gala de Tierra de Hombres, que este año por culpa de la dana se tuvo que retrasar y en esta ocasión se celebrara en El Fuerte de Isla Mágica el día 27 de septiembre a las 21,30.

En la siguiente nos vemos y os seguiré contando qué pasó por aquí.