En todas las épocas y sociedades han existido los llamados aspiracionistas sociales, personas que, sin pertenecer a una clase alta o distinguida, hacen todo lo posible por codearse con aquellos que sí lo son. Y es que, a pesar de sus esfuerzos por aparentar lo que no son, hay algo que siempre los delata.

Estas personas están obsesionadas con la idea de ascender socialmente, aunque sea a base de espejismos. Se les va la vida organizando cócteles, cenas de gala, entregas de premios o cualquier evento que se les ocurra para atraer a quienes consideran "gente importante". Para ellos, la etiqueta de "organizador" de un evento con invitados influyentes es su mayor logro. No importa si detrás de esos flashes y saludos de compromiso hay una realidad muy diferente: no son parte de ese mundo al que intentan, con desesperación, pertenecer.

Estos arribistas suelen caer en una trampa común: se rodean con frecuencia de la gente equivocada, creyendo que por estar en sus círculos sociales o compartir fotos con ellos, ganarán un pase directo a la cima. Sin embargo, lo que logran es algo muy distinto. Muchos creen que tener un medio de comunicación les dará un poder casi mágico para elevarse a los altares sociales. Sin embargo, aunque puedan publicar sus fotos y promocionarse, no es suficiente para ganarse el respeto de quienes realmente tienen una posición consolidada en la sociedad.

La gran paradoja del advenedizo social es que, aunque sueña con estar en lo más alto de la pirámide, nunca detecta cómo hacerlo. Quizá porque en el fondo sabe que no pertenece a ese mundo, o porque teme ser descubierto como un impostor. Es un personaje que vive en el limbo: demasiado preocupado por su estatus para aceptar su verdadera posición, pero sin el carisma o la elegancia natural que le permita integrarse de manera genuina.

Sus esfuerzos son inagotables, pero casi siempre infructuosos. Hacen lo que sea necesario para ser vistos en los círculos que aspiran a frecuentar: desde comprar en tiendas carísimas que apenas pueden costear, hasta rodearse de "amigos" que sólo están ahí por conveniencia. Todo con un solo objetivo: proyectar una imagen de éxito social que, en el fondo, está construida sobre apariencias y vacíos.

Los escaladores son maestros de la superficialidad. No les interesa tanto el contenido de las relaciones que establecen, sino la imagen que esas relaciones proyectan ante los demás. A menudo, su mayor triunfo es conseguir una foto en la prensa rosa o ser mencionados de pasada en un artículo de sociedad. Para ellos, eso ya es un pequeño paso hacia la legitimación.

Sin embargo, no importa cuántos eventos organicen o cuántas personas importantes logren atraer a sus fiestas, nunca podrán borrar la sensación de estar fuera de lugar. Porque la alta sociedad no se trata solo de fiestas, copas de champán y discursos vacíos. La verdadera élite no necesita recordarle al mundo quién es; simplemente lo es, sin esfuerzo.

El precio de vivir en ese constante anhelo de pertenecer a un grupo al que no se tiene acceso es elevado. El trepador dedica tanto tiempo y energía a su teatro de apariencias, que a menudo descuida aspectos importantes de su vida real. Se rodea de gente con la que no tiene nada en común, se esfuerza por impresionar a personas que apenas le prestan atención, y el costo de aspirar a lo inalcanzable es dejar en segundo plano sus verdaderos intereses y relaciones.

Al final, este tipo de personas vive en una especie de vacío emocional y social.

Aunque aparenten tener todo bajo control, en el fondo se sienten insatisfechos. Porque cuando el verdadero objetivo es simplemente parecer, nunca se alcanza una auténtica satisfacción.

Y esa es la gran diferencia entre aparentar y ser.

Y no aparentan, pero si son Remedios Malvárez y Arturo Andújar que presentan 'FANDANGO',cuya premier tendrá lugar en el 50º Festival de cine Iberoamericano de Huelva

Rocío Márquez, Argentina, Arcángel, Sandra Carrasco, Perlita de Huelva, Rafael Estévez, Cristian de Moret y Jeromo Segura, como artistas flamencos onubenses, conducen la narración desde su particular interpretación y visión del fandango.

En la siguiente nos vemos y os seguiré contando qué pasó por aquí.