Vivimos en una sociedad que ha romantizado la idea de tener muchos amigos y conexiones sociales. Cuantas más personas en nuestra vida, mejor, ¿verdad? Pues no.

 No todos lo ven así, y cada vez más, se hace evidente que, en realidad, menos personas pueden significar menos quebraderos de cabeza.

Cuando alguien nos lastima, decepciona o traiciona, la reacción natural no es buscar revancha, sino poner distancia. No se trata de devolver mal por mal, sino de reubicar a las personas en el espacio que les corresponde en nuestra vida. Aceptamos a las personas tal como son, pero aprendemos a colocarlas donde realmente pertenecen.

No es venganza, es simplemente la ley de Newton: para cada acción, hay una reacción.

Se llega a una edad que no se necesita mendigar amistad, se aprecia a los que están, se valora a los que se quedan y a los que se van se les desea suerte.

Elisabeth Foley dijo “el descubrimiento más hermoso que hacen los verdaderos amigos es que pueden crecer por separado sin distanciarse

Y esto lo pienso yo, “Algunas personas hablan de ti, porque han perdido el privilegio de hablar contigo” y no todos los amigos son para siempre ni los que están siempre son amigos.

La vida tiene la curiosa habilidad de poner a personas en nuestro camino por períodos de tiempo determinados, o bien para que tú crezcas o bien para enseñarte a fracasar y así bajarlas de la nube donde las tenías subidas.  No todos los amigos que hacemos a lo largo de nuestra existencia están destinados a permanecer para siempre. Algunos son compañeros de viaje temporales, que cumplen una función específica en nuestra evolución. Otros, aunque estén presentes durante mucho tiempo, no necesariamente son lo que podríamos considerar verdaderos amigos. Y eso está bien.

El problema surge cuando intentamos aferrarnos a la idea de que todas las amistades deben ser eternas, y eso crea conflictos y decepciones. Nos esforzamos por mantener relaciones que ya no nos aportan nada positivo, o peor, que se han vuelto tóxicas y ridículas (no por lo que son, sino por lo que quieren aparentar ser).

 Pero cuando entendemos que no todas las personas están destinadas a estar en nuestra vida para siempre, empieza el verdadero alivio.

Aceptar que algunas amistades son pasajeras, y que está bien dejarlas ir porque esto es un acto de madurez. No todos los que están siempre a nuestro lado son necesariamente amigos sinceros, y no todos los que se van lo hacen por traición.

 Las personas entran y salen de nuestras vidas, y cada una cumple un rol en su momento, pero no es obligatorio arrastrarlas por todo nuestro camino.

El día que entendamos que menos personas significa menos problemas, dejarán de importarnos las relaciones que no nos suman, y comenzaremos a valorar a quienes verdaderamente tienen un impacto positivo en nuestra vida.

Ese día, finalmente, habremos aprendido que lo más valioso es la calidad de las conexiones, no la cantidad. La reacción a las acciones de los demás no es venganza ni rencor, es simplemente ajustar la balanza y mantener la armonía en nuestra vida.

Tendríamos que perseguir metas, no personas.

Y como ya saben que al final de mi columna le hago un guiño a alguien, esta vez felicito a mi colega Ricardo Castillejo que ha decidido luchar por un sueño. Al final lo ha conseguido creando Jamilah, una línea de ropa con un concepto que no dejara a nadie indiferente.

No me quedaré sin felicitar también a Enrique Ybarra Valdenebro de (fundador de City Sightseeing Worldwide) por su merecido premio "Sevillano del año" concedido por el Rotary Club de Sevilla.

Desearle a Javier Compás una buena trayectoria para su libro “Retratos de mujer con pelo corto” basada en hechos reales, cuenta la historia de una amistad profunda entre dos personas. Y a Zaidac por su sorprendente novela “El ilustrador de hombres”, una obra singular que no termina cuando llegas a la última página, sino que te invita a regresar a él una y otra vez para descubrir todos sus secretos.

Sam N.man, así se presenta en Sevilla la marca con presencia en Tarifa, Málaga, Marbella, El Rompido o Madrid, reflejando a través de sus colecciones ese hombre de espíritu libre y singular, que nos viene de manos de Pablo Romero y María Gómez Jover

La tienda.

Quiero celebrar la reapertura de Galerías Madrid en la calle Cuna, por la renovación integral de su marca. Un espacio lleno de inspiración y creatividad para seguir contando historias de nuestra cultura.

Enrique Arias y Federico Argüelles