Me llama la atención que Pedro Sánchez y su gobierno hayan planificado celebrar el 50º aniversario de la muerte de Francisco Franco Bahamonde con más de cien actos conmemorativos. Más lógico hubiera sido que esa celebración lo fuese teniendo en cuenta otras fechas como las primeras elecciones democráticas de 1977, la aprobación de la Constitución en 1978 o las primeras elecciones constitucionales en 1979.
Quizás han tomado esa decisión porque tenían prisa por festejar lo que fuese y la fecha que les venía más a mano era la de 1975 por ser más cercana. Aparte del dispendio público que supondrán esos actos, conmemorar el fallecimiento de Francisco Franco significará volver al pasado para ahondar en una guerra civil y una dictadura en la que España estaba dividida. El espíritu de la transición democrática española fue el de unir a los españoles y no separarlos en función de su ideología o del bando en el que hubieran estado ellos o sus familiares en la guerra civil.
Unos tuvimos a nuestra familia en un lado y otros en otro. Incluso dentro de una misma familia, podían estar unos en el bando republicano y otros en el nacional. Y algunos españoles no estaban ni en un lado ni en otro.
Con Zapatero y la memoria histórica comenzó esta estrategia guerra civilista para desenterrar una época de divisiones que había finalizado con el consenso democrático. Y se volvía con esa “memoria desmemoriada” a incentivar el enfrentamiento de los herederos de un bando contra otro, protegiendo solo a los del bando republicano pretendiendo que todas las víctimas venían del lado perdedor.
Lo cual no es así, pues durante la segunda república ya hubo muchas víctimas entre los que se oponían al comunismo, el anarquismo, el separatismo y a tantas atrocidades cometidas por las izquierdas. Y no digamos a partir del 18 de julio de 1936, cuando los que cayeron del lado republicano sufrieron los fusilamientos masivos, las checas, las sacas y otros crímenes si los jerifaltes los señalaban como simpatizantes de la derecha, la falange o los nacionales.
Por supuesto que en la guerra civil hubo igualmente crímenes y ajusticiamientos indeterminados en el lado nacional, pero los hubo en ambas partes.
Es cierto que tras finalizar la guerra, siguieron entrando en la cárcel los que se consideraban enemigos además de dictarse numerosas sentencias de muerte y encontrar toda clase de problemas los que habían colaborado con el bando republicano.
En mi opinión, el motivo principal de estas celebraciones del año 2025 es desviar la atención sobre los cuantiosos casos de corrupción que rodean por varios flancos al presidente Sánchez y a su gobierno el día de hoy. Además, se va a gastar mucho dinero en esos actos ¿Merece la pena?
Lo que es inconcebible es que estén más pendientes en el gobierno del pasado que del presente ¿No se podían haber hecho las cosas de otra forma? Porque a lo mejor la mayoría de la gente está asistiendo a un espectáculo que trata de desmantelar el espíritu de la transición, que está representado por los Pactos de la Moncloa.
¿Era necesario que tras los pasos de Zapatero viniesen una vez más a profundizar en las heridas de la guerra? No, no era preciso, era prescindible. Pero para ellos es importante remover el odio y enfrentar a unos con otros, ya que de ese modo se desvía la atención de lo que realmente ha ocurrido.
Será otro error más del gobierno actual, a quien no parece molestarle tener tantas imputaciones alrededor del gobierno y en la familia de Sánchez. Esta situación dantesca sólo puede resolverse con una actuación rápida de la justicia, a pesar de todos los desprecios que sufre ésta y los continuos comentarios del presidente poniendo en duda la independencia de los jueces.