Por fin llegó el frío y con él la posibilidad de ver el 'mapping' de la fachada del Ayuntamiento de Sevilla en la Plaza de San Francisco. Sin bulla. Es lo bueno que tiene regresar del trabajo y pasar por allí a la hora de las últimas proyecciones. El de este año comienza y acaba mostrando cuadros de las colecciones municipales. Quitando algunas pinturas religiosas, la verdad es que hay pocas referencias a esta época del año, y sí muchas a estampas costumbristas de siglos pasados. Retratos de niños y no tan niños, reinas, monjas, fachadas de edificios… imágenes dotadas de movimiento, tan de moda con eso de lA. Al menos suena ‘Noche de paz’ durante casi toda la primera parte que cierra una imagen de la Inmaculada.
A continuación, sobre una rítmica banda sonora comienza el destello de las líneas del edificio, ya de por sí impresionante, y que llena por arte de magia (o de proyecciones), de árboles y luces la fachada que recorre una estrella. Los arbolitos van dando paso a guirnaldas y campanas. Colores de Navidad: fachada dorada, roja, columnas, flores de pascua, puertas y ventanas blancas mientras un gran lazo envuelve toda la fachada hasta dejarla colorada. “Aunque parezca mentira…” (Papá Levante). Texturas de hielo y nieve -que por aquí casi nunca vemos- que culminan con la silueta de un árbol de Navidad proyectada sobre la auténtica protagonista: la fachada ¡Qué frío!
Poco después regresa un segundo ciclo de proyecciones de cuadros. Bandoleros, campo, garrochas, mujeres con mantillas, juegos de jóvenes, escenas de música… “¿y esto qué tiene que ver con la Navidad?” Pensaba antes de la aparición del Niño Jesús de Bartolomé Esteban Murillo (cuyo original se encuentra en la iglesia de San Jorge del Hospital de la Santa Caridad) para desear Feliz Navidad y Próspero Año 2025. Niño Jesús obra de un genio sevillano -como el Venerable- cuya imagen pone fin a la proyección.
Sevilla, como el mapping, está escasa de auténticos Reyes Magos. Se nos van aquellos que responden a las cartas de nuestros hijos. Al menos nos queda la tranquilidad de que, desde allí arriba, Elías Hernández Barrera seguirá velando por esos arrozales que dan de comer, mes a mes, a tantos sevillanos.
Zambombas, guitarras y panderetas. Para anunciar la Navidad aquí somos más de villancicos, esos con los que doblan algunos de los vídeos del mapping subidos a través de las redes sociales. Con los espectáculos de la Plaza de San Francisco pasa como con los del Circo del Sol, que te impresiona mucho la primera vez pero, una vez visto, en las siguientes ocasiones te emocionan, aunque no del mismo modo. También se anuncian mappings sobre los muros de la Catedral, el Museo de Bellas Artes... Hay vida después de la Magna.
Anunciar no es caro. Un aire de magia y esperanza lo envuelve todo. Las calles se iluminan con miles de luces, los escaparates se llenan de decoraciones festivas, y en el aire se respira un sentimiento de unión y generosidad que nos transportan a nuestra infancia. Recuerdo, no hace tanto tiempo, aquella bonita estampa de la calle Francos iluminadas con velas por los comerciantes para anunciar la Navidad. Lo demás es cosa de equinoccios... ¡Ay madre!
Al final, bien. Desde hace años la Navidad se anuncia en los balcones. Una simple colgadura del Niño Jesús sobre un fondo rojo. Cada vez hay más edificios en los que se puede ver alguno. También las hay con los Reyes Magos o el Portal de Belén. El Niño de Murillo alumbra la fachada del Ayuntamiento al ponerse el sol. El invierno, y la Navidad, se acercan…