En este día de navidad contemplo un horizonte de palmeras erguidas ante un
cielo azul y una fina línea de mar en lontananza, surtidores de agua con su
relajante sonido al chocar contra el mármol, el rechinar de algunos pájaros a
última hora de la tarde y una inmensa alfombra verde ante mí. No parece que
estemos a finales de año aunque el calor que emana de la candela hace que la
estancia en estos jardines resulte más llevadera.
Junto a este acantilado portugués resuenan en mi mente frases de una canción
que habla de “El milagro de tus ojos”:
“Cada vez que pienso en ti
Nace un mundo dulce y nuevo
Porque brilla en tu mirar
Una nueva luz de ensueño
Que me hace comprender
La nostalgia tibia de tu amor,
Es fuego que al arder
Une a los dos
Bajo un cielo tan azul
Vuela hacia cualquier mañana
Pájaro multicolor
Bajo una mirada extraña (...)
Un milagro brilla en tu mirar
Trayendo luz a mi vivir
Siento entonces que van a estallar
El sol, el mundo entero en nuestro amor”
Antes de llegar a este lugar paradisíaco, como si en los jardines de los Reales
Alcázares me encontrase, he escuchado una y otra vez esta canción tan bonita
que con su letra y música ha hecho renacer en mi momentos tan bellos, algo se
ha removido en mi interior cuando he sentido la mirada de esos ojos tan
bonitos, tan ardientes, tan conmovedores.
Son esos ojos adolescentes de aquella compañera de clase que tímidamente
te miraba fugazmente hasta que descubría que tú le correspondías y no era capaz de mantener su mirada sin darse cuenta que tú tampoco. Y con esa
inquietud y espera para ver sus ojos otra vez mientras te fijabas en su esbelta
figura haciendo ella como que leía unos versos de Bécquer, otra vez
observabas cómo de reojo intentaba mirarte pues ella percibía que alguien la
miraba.
He imaginado el mundo dulce y nuevo de esa joven en tierras lejanas con su
amor, lo he visto en su mirada de ensueño y el milagro que brilla en su mirar.
He imaginado el amor de los dos y la felicidad que han encontrado bajo un
cielo tan azul.
Poco a poco se va haciendo de noche y sin llegar a una oscuridad absoluta el
olor del césped se hace sentir y la brisa del mar comienza a refrescar un día en
el que he soñado con tantas de aquellas tardes de navidad junto a mi familia en
un mundo nuevo que comenzaba para mi y significaba lo mejor de la vida.
Las palmeras se distinguen ahora delante del telón oscuro de la noche y su
verdor persiste en la penumbra con algún revoloteo de insectos y el sonido
tremendo del mar al lanzarse sobre la arena dorada las grandes olas que se
deshacen en espuma blanca como la luna.
Y cogen impulso de nuevo para volver a rugir más allá bajo el barranco
enviándonos su sonido envolvente y cadencial que nos hace recordar el paso
del tiempo a esta hora de la noche de finales de un año más en el que hemos
vivido intensos momentos en los que constatamos la luz que ella nos trajo a
nuestro vivir sintiendo que iba a estallar el sol y el mundo entero en nuestro
amor.
No quiero que termine nunca esta primaveral noche de diciembre en la que ya
me he olvidado de todo y solo pienso en esas sensaciones que he percibido al
recordar esa bonita canción en el frescor de una noche mágica que nos
envuelve y no deseamos que termine porque brilla en tu mirar una nueva luz de
ensueño.