Es indudable que, en España, donde el acceso a la asistencia sanitaria es universal, la medicina desempeña un papel fundamental como factor de estabilidad social. En nuestro país la figura del médico tiene una alta consideración social, siendo la relación entre los médicos y los pacientes un elemento crucial del proceso sanitario.
En la etapa más crítica de la pandemia COVID-19 los médicos fuimos considerados como héroes. Las calles de España se inundaban de aplausos a las ocho de la tarde en un acto emocionante de gratitud y reconocimiento hacia los profesionales de la salud.
Sin embargo, actualmente no es infrecuente la existencia de agresiones a médicos por parte de pacientes, como se constata en los informes anuales del Observatorio contra las Agresiones del Real e Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Sevilla y de la Organización Médica Colegial de España. Es evidente que la relación médico-paciente ha experimentado cambios en los últimos tiempos. Factores culturales, económicos y sociales han contribuido a ello. Situaciones extraordinarias, como la pandemia por el COVID-19, también han podido participar en este proceso.
Uno de los elementos que ha favorecido esta evolución es el incremento en las exigencias de los pacientes hacia los profesionales sanitarios. En un mundo en el que el acceso a la información es cada vez más fácil gracias a la digitalización, aunque dicha información no esté siempre contrastada, se ha producido un fenómeno de empoderamiento de los pacientes que en algunas ocasiones genera un efecto negativo, con confusión y enfrentamiento.
Otro de los factores contribuyentes a ese deterioro relacional es la sobrecarga del sistema sanitario. En ciertos momentos la escasez de personal, y en otras ocasiones los recortes de recursos sanitarios, son favorecedores de una atmósfera de tensión.
Existe una preocupación creciente en España por ese aumento de las agresiones físicas o verbales a los médicos, tanto en atención primaria como en hospitales. Obviamente, este fenómeno puede afectar a la calidad de la atención que los médicos pueden brindar al dificultar la génesis de una atmósfera adecuada para el acto médico.
No debe olvidarse que los médicos somos seres humanos, con limitaciones y emociones. Durante la pandemia COVID-19 los médicos nos sobrepusimos a muchos de los factores convergentes, ya que, además de enfrentarnos a la crisis sanitaria, sufrimos, en ocasiones, aislamiento social, y no pudimos permanecer impasibles a la muerte de pacientes y colegas; todo ello con la agravante de tener que tomar decisiones extraordinariamente difíciles en un marco de enorme presión e incertidumbre.
No todo fue negativo para los médicos en aquellos días. Durante la pandemia las muestras de gratitud se multiplicaron, no solo por aquellos aplausos, sino también por múltiples gestos, en ocasiones simbólicos, que generaron un impacto en la moral de los médicos y reforzaron la vinculación entre los facultativos y los pacientes y sus familias. En muchos casos, la crisis sanitaria generada por la pandemia reforzó la vocación médica e hizo recordar la principal razón de ser de nuestra profesión: la ayuda a las personas enfermas.
Por todo ello, parece especialmente relevante que deba establecerse un plan para que la relación entre médicos y pacientes sea de nuevo equilibrada y positiva. La educación en salud es un aspecto crucial. Enseñar a las personas sobre cómo funciona el sistema de salud, cuáles son sus limitaciones y cómo pueden involucrarse activamente para su sostenibilidad, además de mantener una comunicación clara con el médico, es un aspecto esencial. Por otro lado, los médicos también se beneficiarían de una formación específica en comunicación, así como de un entrenamiento para manejar el estrés para enfrentar, de manera más efectiva, circunstancias y situaciones complicadas.
La relación médico-paciente, con sus cimas y sus simas, sigue siendo un factor esencial del desempeño del sistema sanitario en España. La crisis por la COVID-19 evidenció efectos positivos de esa relación y el paradigma fueron los aplausos cada tarde desde las ventanas. Actualmente, parece existir un cierto grado de desconexión en dicha relación. Por ello, es relevante rememorar aquellos aplausos, quizás olvidados, como símbolo de la alianza entre los médicos y los pacientes y como reconocimiento a los médicos no solo como profesionales comprometidos con la sociedad y la salud, sino también como personas que requieren apoyo y comprensión.