Ah, las fiestas de diciembre, ese momento mágico del año en el que nuestros vasos se llenan de brindis interminables y los platos se suceden uno tras otro como un desfile gastronómico. Pero, en medio de tanto disfrute, un enemigo silencioso se manifiesta: el apremiante y a veces desesperado deseo de hacer pis.
Entre tanto beber cava, sidra, y quizás algo más fuerte, es cuestión de tiempo antes de que nuestra vejiga decida que es hora de deshacerse de los excesos. El problema no es solo la llamada de la naturaleza, sino dónde responder a esa llamada cuando estamos lejos de casa, vestidos con ropa ajustada y rodeados de familiares o desconocidos.
¿Quién no ha sentido ese sudor frío al darse cuenta de que el baño más cercano está ocupado o peor aún ¡ni siquiera hay baño cerca! Lo que sigue es un verdadero espectáculo: una combinación de contorsiones y excusas ingeniosas para salir corriendo sin parecer desesperado.
En estas fechas, hemos convertido los lugares más insospechados en baños improvisados. ¿El callejón detrás del restaurante? ¿El arbusto solitario en el parque? ¿Una parada de autobús desierta? ¿Abrir las puertas delantera y trasera del mismo lado de un coche? Todos han sido testigos silenciosos de nuestras urgencias.
Una amiga jura que su momento más embarazoso fue en una boda al aire libre. Las copas de vino se sucedían, y cuando finalmente decidió buscar el baño portátil, ¡había una fila que parecía la cola para un concierto! ¿La solución? Una carrera improvisada hasta el coche, donde encontró alivio en una botella vacía como aliada.
Lo que nunca esperamos es que no lleguemos a tiempo. Ese pequeño incidente que comienza con un "creo que puedo aguantar" y termina con una mirada de horror mientras buscamos algo para tapar el desastre. Entre risas nerviosas y excusas apresuradas, como "La meadita de Lola Flores" la anécdota que contaba Lolita sobre su madre en aquel hotel es ya un clásico. Según Lolita, su madre, siempre tan auténtica, se hizo pis sobre la alfombra y, lejos de sentirse apurada, soltó: "Pues mira, aquí os dejo una meadita de Lola Flores, para que tengáis un recuerdo mío". Imposible no reírse con esa capacidad de convertir un momento incómodo en algo digno de contar durante años.
También el humorista Gila, maestro de las carcajadas, contaba en uno de sus monólogos que se rio tanto de una ocurrencia improvisada que no pudo contenerse. "No sé si la gente se reía más de mi chiste o de verme intentando cruzar las piernas para evitar un desastre". Al final, hizo un guiño al público diciendo: "Así que hoy, además de risas, os lleváis mi contribución al riego del teatro".
Al menos al resto de los mortales nos queda la esperanza de que, en unos años, será una anécdota más para contar en reuniones familiares.
Aunque el tema da para muchas risas, siempre hay un 'Cuñao' dispuesto a darnos soluciones prácticas para evitar que el pánico del baño arruine tus fiestas:
Moderar el líquido, porque es tentador brindar en cada oportunidad, pero hay que recordar alternar con agua para evitar saturar la vejiga.
Siempre hay que hacer un mapa mental de baños: (sobre todo para los que tienen el grifo flojo) Siempre ubicar los servicios al llegar a cualquier lugar. Más vale prevenir que correr.
Por supuesto, hay que ponerse ropa estratégica: Olvídate de esos monos imposibles de quitar y de esas fajas que bajan, pero no suben y opta por algo que facilite la misión.
Buscar el baño secreto: Identifica "rutas de escape". Un restaurante cercano o una tienda son tus mejores aliados si el baño anfitrión está colapsado.
Esto es universal, más allá de la incomodidad y las anécdotas embarazosas, la necesidad de hacer pis es algo que nos iguala a todos. Desde celebridades en galas hasta tu tía en la cena familiar, nadie está a salvo. Así que, si esta temporada te encuentras corriendo en tacones hacia el baño más cercano o improvisando en medio del campo, recuerda: estás en buena compañía. Y al final, siempre es mejor reírse de estas situaciones, porque, como bien sabemos, el humor es el mejor alivio... incluso cuando se trata de apuros líquidos.
Y no hay que perderse el concierto de primero de año en el Cartuja Center, porque nos trasladara al mismisimo Viena, ya que los músicos son los componentes de la Orquesta Filarmónica de Viena.
En la siguiente nos vemos y os seguiré contando qué pasó por aquí