Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar: Este año, que hemos sido más o menos buenos, os pedimos para todos salud y mucho amor. El dinero ya llegará (o no), aunque si fuese posible nos podría tocar la lotería, o al menos un reintegro. Gracias una vez más porque el año volviese a comenzar en San Lorenzo, aunque en esta ocasión fuese para decir adiós ante la Soledad a Antonio Alvarez-Dardet Lama. Lo despedimos como siempre, rodeado de familia y amigos (a los que siempre acogen como si fueran familia), imaginándolo guitarra en mano, encima del landó, adentrándose por esos caminos hacia la Marisma en la que siempre se refleja el Cielo y en la que algún día todos nos volveremos a encontrar. Nunca vi la iglesia tan llena, salvo cuando la inundan los nazarenos del Martes o del Sábado Santo antes de salir del templo que da nombre al barrio. Y no me extraña. Antonio fue un héroe en la vida y en las redes. Solo en X (antes Twitter) su última publicación superó el millón de visualizaciones y obtuvo más de dos mil comentarios. Ninguno ofensivo. #Saberquesepuede. Es alucinante lo que ha conseguido este sevillano en las redes sociales tan solo compartiendo Fe y Esperanza. Esa que a tantos ha grabado para siempre en sus corazones con el #yomecuro. “Amar y sufrir es, a la larga, la única forma de vivir con plenitud y dignidad” (Gregorio Marañón).
Pido a Sus Majestades también coraje como el de Francisco Navas, padre del jugador del Sevilla FC, quien durante el homenaje del pasado lunes en el Sánchez Pizjuán ante miles de aficionados (en los tiempos que corren) dijo que “El Señor ha estado grande con él, y por eso estamos contentos, porque ha hecho con él una historia de salvación que lo ha llevado a lo más alto cuando nadie daba por él ni un duro”, añadió. “Estoy contentísimo y orgulloso de una cosa: de que su madre, de que la familia, que es lo más importante que puede tener un hombre, le ha podido llevar y transmitir una serie de valores que hoy no se tienen en cuenta, pero que son fundamental para que el hombre sea feliz y viva. Por eso, yo estoy no orgulloso, sino contento, de que no solamente él, sino que todos sus hermanos, hayan convivido y hayan vivido y les hayamos podido transmitir su madre y yo la fe en lo más importante que es Dios”.
Chaplin decía que todos somos aficionados, “la vida es tan corta que no da para más”. Estos últimos días he llevado a rajatabla las palabras de Horacio cuando decía aquello de que pensemos que cada día puede ser el último. He intentado no dejar atrás ninguna convocatoria familiar, de amigos o trabajo que permitiera celebrar que seguimos vivos. Con Antonio me encontré recientemente -además de en las redes- en las Bodas de Oro de sus padres; con Francisco, cuando el zapping me detuvo en el canal de televisión del Sevilla FC. El mundo necesita muchas personas como ellos. En esta noche de Reyes tan extraña en la que las carrozas salieron con 24 horas de antelación, llueva o no, volverán Sus Majestades de Oriente portando incienso, oro y mirra.
Juguetes no os pido. Los más pequeños del siglo XXI no los desean tanto como los del XX. Ahora piden más móviles, moldeadores dyson o maquillaje… ¡Ay madre! Al final, bien. Ojalá caigan muchos regalos en Valencia. Tempus fugit. No olviden dejar fuera los zapatos, las copas de vino o las manzanas para los camellos, pues este año el viaje será un día más largo. Sigamos caminando con ilusión, aunque estemos en enero y se acerquen cuestas. Hay quien subió la del Quema antes de junio. La primavera -cada vez más corta- se acerca…