A lo largo de la historia reciente del siglo XX, e incluso desde épocas anteriores, el cianuro de hidrógeno ha sido considerada como una de las sustancias más letales de las conocidas y usadas por el hombre.
Su toxicidad se debe a la inhibición que provoca a nivel de la respiración celular, al detener el correcto funcionamiento de las mitocondrias, las centrales energéticas de nuestras células.
Durante el Tercer Reich alemán liderado por Adolf Hitler, este fue el veneno elegido por algunos de los jerarcas nazis para poner fin a sus vidas. Lo hacían rompiendo con los dientes una ampolla que en su interior contenía una pequeña cantidad del compuesto mezclado con agua.
El cianuro de hidrógeno puede encontrarse en la naturaleza en algunas frutas de semilla grande, como el albaricoque, o en las almendras amargas. Además, algunos seres vivos lo utilizan como arma de defensa.
El nuevo hallazgo
Ahora, el Instituto de Bioquímica Vegetal y Fotosíntesis de Sevilla, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad Hispalense, ha publicado un nuevo hallazgo que podría remover la imagen que se tiene del cianuro.
Ha sido un equipo de investigadores encabezados por la profesora sevillana del CSIC Cecilia Gotar. La publicación, entre otras anterores, le ha valido para figurar por primera vez en la clasificación 'Highly Cited Researchers' (Investigadores Más Citados) de la revista americana Clarivate.
Su campo académico es la bioquímica vegetal, y su descubrimiento ha consistido en demostrar efectos reguladores del cianuro -junto con el sulfuro de hidrógeno- en el proceso de desarrollo de las plantas.
El cianuro, necesario para sobrevivir
Pero el avance va más allá. Mientras investigaban cómo la cisteína -un aminoácido que forma parte de las proteínas- se implica en el metabolismo de las plantas, descubrieron que los vegetales no sólo se benefician de los citados compuestos inorgánicos -el cianuro y el sulfuro de hidrógeno-, sino que además los generan para sobrevivir.
Cecilia, en conversación con este periódico, reconoce lo contradictorio del descubrimiento, ya que ambas sustancias se consideraban "aparentemente tóxicas". Ahora, gracias a su investigación se sabe que "ambas regulan procesos que son esenciales para que la planta se desarrolle y complete su ciclo vital", explica.
En el caso del sulfuro "ya se conocía" este hecho "en animales", pero no en plantas, y respecto al cianuro "hemos sido los primeros en publicarlo", afirma. Como todo en el ámbito científico, tiene una explicación lógica.
"Resistir" a agentes externos
"Las plantas no se pueden mover", continúa Cecilia, "y si reciben una amenaza, como las que provoca el cambio climático -una inundación, una sequía, o la infección de un hongo- no pueden escapar. Por eso desarrollan procesos para protegerse de ellas".
La utilidad de estos compuestos es la de "regular esos procesos". Así, "facilitan que la planta resista a ese estrés a la que lo someten los agentes externos". Gracias a este trabajo, ella y su equipo han recibido "un mayor porcentaje de citaciones" que otros investigadores.
El principal proceso que han estudiado y que estas sustancias ayudan a regular es la autofagia. Se trata, en palabras de Cecilia, de un proceso de "degradación de compuestos". Hablando en plata, la planta se come a sí misma para regenerarse. "La planta se come a sí misma algunas sustancias para mantenerse viva", explica.
"El sulfuro regula esa autofagia. Fuimos los primeros en demostrarlo tanto en animales como en plantas. Y eso ha tenido mucho impacto internacional", concluye.