Su campo académico es la medicina, y su especialidad, el tratamiento de las infecciones. De hecho, Jesús Rodríguez Baño es el jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas en el Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla. También es catedrático de la Universidad Hispalense.
Una de las líneas de trabajo que lidera este investigador sevillano consiste en recuperar antibióticos "abandonados" del pasado siglo XX para darles una nueva vida útil.
Junto a la bioquímica Cecilia Gotor ha sido incluido, gracias a este y otros estudios, en la clasificación 'Highly Cited Researchers' (Investigadores Más Citados) de la revista americana Clarivate. Se trata de la lista académica más prestigiosa del mundo actualmente.
"Hay pocos nuevos antibióticos", explica Baño a este periódico. "Además, a la industria farmacéutica no le interesa mucho investigarlos porque tienen una serie de intereses económicos", advierte.
Aún así, admite que "últimamente se han comercializado algunos nuevos", pero éstos "no lo son tanto", ya que se trata sólo de "variaciones de otros anteriores, y se hacen con mucha facilidad", aclara.
"Nosotros hemos visto que hay antibióticos antiguos, descubiertos en los años setenta del siglo pasado que. Al aparecer otros más modernos, no se llegaron a desarrollar nunca del todo", explica.
"Pero ahí están, abandonados". Así, él y su equipo de investigación están "rescatando unos antibióticos que se olvidaron, pero que en el laboratorio son efectivos frente a las llamadas bacterias resistentes.
Las bacterias resistentes
El problema de las bacterias resistentes, tal y como expuso el doctor José Miguel Cisneros a El Español de Sevilla, es un problema mundial debido, entre otros factores, a la globalización.
Además, este especialista señaló que se trata de un problema exponencial, ya que, a más consumo de antibióticos, más resistencia se genera.
Rodríguez Baño está de acuerdo con esta afirmación. De hecho, asume también que en los próximos años las muertes a causa de infecciones por bacterias resistentes aumentarán con respecto a las causadas por otras enfermedades como el cáncer: "Estos datos no nos los inventamos nosotros, son estimaciones que hacen instituciones muy prestigiosas", apunta.
"Evaluando el aumento en los últimos veinte años de la frecuencia de resistencias y la mortalidad asociada a las infecciones por bacterias resistentes, se establecen reglas de predicción". Así, estos datos indican, según Baño, "que si no se hiciera nada relevante, como un cambio en algunas cuestiones, esta frecuencia y su mortalidad asociada seguirían creciendo".
La mortalidad asociada
De modo que, para el año 2050, recuerda, "la predicción es esa". Aún así, añade, "aquí siempre está la duda de hasta qué punto la mortalidad asociada está directamente relacionada con enfermedades infecciosas".
Esto es porque hay personas que, "por su situación de salud, deteriorada por patologías previas, ven agravada su situación por la aparición de la bacteria". Pero ésta sólo "contribuye" a su muerte.
En el dato del incremento de muertes asociadas, dice Baño, "conectamos las dos cosas: las directa e indirectamente relacionadas". Pero, en cualquier caso, en ambos valores "influye" el problema de las bacterias resistentes, y supone "una amenaza para la medicina moderna y para las cirugías más complejas, con muchísimos riesgos de infección".
Limitar el consumo
El equipo de investigación de Rodríguez Baño ha venido desarrollando, "en los últimos diez años", dos líneas de trabajo. La primera tiene que ver con la mencionada revitalización de antibióticos del siglo pasado. La segunda también forma parte de esa "lucha" contra las bacterias resistentes, y su objetivo es "reducir la presión antibiótica".
Es decir, "que se usen menos antibióticos", sobre todo, "de aquellos que más resistencia producen en las bacterias", Son los llamados de amplio espectro, "que matan todo". Estos antibióticos, afirma Baño, "se usan mucho, porque cuando un médico no sabe qué es lo que tiene el paciente, se le recetan", pero "cuanto menos los usemos, mejor".
Así, Baño y su equipo están diseñando "estrategias" para reducir su uso, como "desescalar estos antibióticos a otros de menor espectro, o acortar la duración de los tratamientos".
Su equipo está "realizando ensayos clínicos" para "demostrar" que estas otras maneras de tratar las enfermedades infecciosas son "tan eficaces como usar los antibióticos de amplio espectro. Según indica "son auténticos cañonazos".
La clasificación de Clarivate
Este tipo de ensayos, reconoce Baño, "se citan mucho" en los artículos o trabajos de otros investigadores. "Han causado mucho impacto". En general, continúa explicando, "cuando los médicos tenemos que dar recomendaciones de cómo tratar una patología, utilizamos una guía clínica".
Estas guías están basadas en estudios "muy serios" de "una sociedad científica que evalúa las evidencias que hay y así proporcionar recomendaciones". Los estudios que están desarrollando para combatir a las bacterias resistentes y sus nuevas "maneras de tratarlas", apunta Baño, "están modificando las guías clínicas".
Es por ello que entrar en la clasificación de la revista Clarivate, aclara Baño, "no es realmente un reconocimiento, se trata más de un dato, porque sólo significa que nuestra línea de trabajo ha sido muy citada y está teniendo estos resultados".
Para este investigador y su equipo, aparecer en "este grupo", en la clasificación de Clarivate, es "un orgullo". No sólo para él, también para su grupo de trabajo, y añade que "no es un logro que se consiga con poquitos trabajos que se citan", sino que se trata de "muchos trabajos que se citan muchas veces".
Significa, en definitiva, "una línea de trabajo de muchos años" que, además, seguirá dando sus frutos en el futuro.