Sevilla

La gastronomía es un pilar indiscutible dentro de las vacaciones. La búsqueda de los manjares típicos de cada destino es el aliciente que comparten viajeros de todo el mundo. En algunos casos están a la vista, sin embargo hay ocasiones en las que los tesoros están más ocultos.

En la provincia de Cádiz es difícil pararse en establecimientos que no ofrezcan joyas para el paladar. Entre el atún de almadraba, la carne de retinto y los productos de su huerta hay mucho que ofrecer. Sin embargo, para descubrir algunos placeres culinarios, hay que visitar zonas que no están a la simple vista del viajero.

Sucede en Vejer de la Frontera, una de las localidades más visitadas de todo Cádiz. La mayoría se acercan por la belleza de su casco histórico y por la extensión de sus playas, las de El Palmar. Sin embargo, dentro de su término municipal hay una pequeña aldea repleta de manjares gastronómicos.

Se trata de Santa Lucía, una pedanía donde viven apenas 200 habitantes. Está a cuatro kilometros del pueblo de Vejer y a solo 15 minutos de la playa en coche. A ella se llega a través de un cruce de la Carretera Nacional 340 (Cádiz – Algeciras). Está perfectamente señalizado en el arcén. No tiene pérdida, aunque conviene estar atento.

En este pequeño paraíso natural, repleto de frondosa vegetación y con una larga historia, se encuentra la Venta El Toro, un bar que lleva abierto desde los años 40 y donde se sirven los mejores huevos fritos de todo Cádiz. Son muy pocos los comensales que salen de allí sin coincidir en esta afirmación.

Este establecimiento representa la cocina casera elevada a la máxima expresión. Presentan todas sus preparaciones en los típicos platos de duralex. Es posible pedirlos al gusto de cada uno. Hay múltiples opciones, solo con patatas, con jamón, con chorizo, o butifarra, con carne o con un poco de todo.

Varias versiones de huevos fritos

Siempre van con cebolla y, por supuesto, las patatas son cortadas a mano. Pedir los huevos fritos de esta venta es obligatorio para todo comensal, pero hay mucho más. Es muy demandado su almuerzo campero, un guiso tradicional de la zona con carne en manteca y especias "a la antigua usanza", tal como lo explican en la carta.

Su gazpacho es revitalizante, algo que se agradece especialmente cuando se acumulan varios días de vacaciones y se echa en falta la cocina casera. En este establecimiento apenas se nota la diferencia respecto al hogar. También tienen ensaladas con los productos de la huerta cercana, atún encebollado y una buena variedad de embutidos y quesos. Sobre todo destaca el payoyo, que es el típico del entorno.

Además de sus platos, la Venta El Toro destaca por el lugar privilegiado en que se encuentra. El bar está dentro de una casa autóctona. En su interior hace honor a su nombre y tiene decoración taurina. En el exterior tiene dos terrazas, una de ellas está inserta en la vegetación. De hecho, por debajo de ella discurre un riachuelo.

La terraza exterior de la Venta El Toro. E. E.

La naturaleza es la seña de identidad inconfundible de esta aldea que siempre vivió de la agricultura. En ella se conserva un acueducto romano que distribuía todo el agua que llegaba a una zona con muchas cascadas. Todas ellas proceden del manantial de La Muela.

En Santa Lucía también se pueden ver los restos de cinco molinos del siglo XV. Eran propiedad de los Duques de Medina-Sidonia. También es posible hacer senderismo por la Cañada Real. Es la ruta que atraviesa este entorno natural que se mantiene verde durante todo el año.

Además, la Venta El Toro no es el único tesoro gastronómico de la aldea. Allí también se encuentra el Restaurante Asador La Castillería, donde se pueden degustar algunas de las mejores carnes de Cádiz.

Santa Lucía cuenta con todos los ingredientes necesarios para hacer una parada en medio de unas vacaciones junto al mar y disfrutar al máximo de la naturaleza y la cocina casera. La parada es imprescibdible.