Sevilla
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En Sevilla hay muchos lugares mágicos. Los majestuosos Reales Alcázares o la emblemática Plaza de España son dos de ellos. Pero en las últimas dos semanas, a estas dos obras de arte les ha salido un duro competidor. El Circo del Sol.

Desde el pasado 28 de septiembre, la Gran Carpa ha estado impresionando a todos los sevillanos y visitantes de fuera de la provincia deseosos de disfrutar de un espectáculo repleto de luz, color y, sobre todo, talento.

A tan solo tres días para que termine definitivamente la función -los artistas se irán de Sevilla el próximo 17 de noviembre-, payasos, acróbatas, actores y cantantes continúan generando un ambiente mágico.

En determinados eventos hay un claro protagonista. Sin embargo, en el Circo del Sol cada personaje tiene su papel y relevancia. Desde los payasos, encargados de hacer reír a más de uno y demostrar la importancia de la amistad, hasta los trapecistas, quienes no reparan en dejar con la boca abierta a todo el público.

El entorno en el que tienen lugar las actuaciones ya avisa de qué tipo de espectáculo va a ser. Una escenografía majestuosa con un gigantesco trono coronando el escenario y un bastón que se mantiene de pie solo dan la bienvenida a los asistentes.

Un temporal invernal

Después llega el turno de los payasos. Los llamativos colores de sus atuendos, sus divertidos peinados y voces ya anticipan que las risas van a ser las protagonistas de gran parte de la noche. 

El Circo del Sol ha demostrado una vez más ser una experiencia para todas las edades y completamente inmersiva. Tanto que el espectador incluso se ve envuelto en un auténtico temporal invernal. Con él se cierra el primer acto.

Entre saltos, bailes, piruetas y canciones las casi dos horas que dura la cita se pasan volando. Las acrobacias protagonizadas por verdaderos artistas ataviados con brillantes atuendos se convierten en un espectáculo verdaderamente hipnótico. Como si de un cielo en el que las estrellas bailan se tratase.

Si por algo es conocido este circo es por las increíbles y vertiginosas acrobacias que, desafiando la gravedad, los gimnastas hacen. Un merecido reconocimiento que avalan las cuatro décadas que los artistas llevan sobre el escenario.

Un total de 40 años en los que el Circo del Sol, uno de los más famosos del mundo, se ha reinventado dejando atrás el uso de animales y apostando por los efectos sonoros, visuales y las coreografías.

Rincón encantado 

El ruido de los aplausos se funde con las expresiones de asombro de los asistentes bajo la Gran Carpa. Y es que el mundo mágico y de fantasía en el que se ha convertido el Parque de la Vega de Triana -lugar dónde está instalado el circo- no deja indiferente a nadie que haya decidido visitarlo.

Durante todo el acto, el balanceo de los trapecistas embruja a todo el que lo ve; al igual que los malabares con antorchas encendidas y las incontables vueltas que los gimnastas dan sobre sí mismos. Todo esto acompañado de las espectaculares voces en directo de las dos cantantes del Sol.

En el afamado teatro ambulante hay hueco para aquellos que no pertenecen al elenco de artistas pero que igualmente pertenecen a la función: el público. Esta vez, los payasos fueron los encargados de sacar a un asistente que, encantado, se integró en el escenario como si de su casa se tratase

La visita al Circo del Sol deja constancia sobre todo de una cosa. Aún quedan lugares en los que la amistad, la magia, la música y el arte se unen para dar lugar a un rincón encantado dentro de la caótica ciudad.