Sevilla
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Sevilla alberga decenas de planes para pasar los días de descanso. Aunque con la llegada de la Navidad brotan muchas ofertas orientadas a ella, la provincia ofrece otras posibilidades al aire libre para disfrutar de la naturaleza como es el caso de los senderos.

Cada ruta sevillana tiene su encanto en su peculiaridad. Están las que desembocan en castillos históricos o cuevas, otras que albergan paisajes kársticos o en las que el fiel acompañante es el sonido del río. Pero lo que está claro es que todas ellas son dignas de ver al menos una vez en la vida.

El Salto del Lobo o el Salto del Guadiamar es una de esas travesías merecedoras de las visitas. Se encuentra ubicada entre El Alisar y el Castillo de las Guardas, todo dentro del término municipal de este último.

Para comenzar el camino se puede partir o bien desde El Garrobo o desde El Alisar por la ribera del Guadiamar. Cualquier opción es buena. Es la travesía con el mayor desnivel hidrográfico de la provincia.  

En dicha ruta, los animales, el verde y en definitiva, la naturaleza, son los máximos protagonistas. A lo largo del recorrido, los senderistas estarán acompañados por ranas que van saltando a sus pasos y aves acuáticas como garzas.

Además, una de las características singulares de este sendero es que las manadas de caballos y grupos de vacas estarán muy presentes durante algunos puntos del camino. 

Llano y sin dificultad

El recorrido total supone 8,2 kilómetros y se puede realizar en unas dos horas. Al ser un camino llano y sin mucha dificultad, se convierte en una opción idónea para hacer con los más pequeños de la familia.

Cualquier época del año es buena para llegar hasta el Salto del Lobo. No obstante, atendiendo a las habituales temperaturas que se registran en Sevilla durante la temporada estival, la ruta puede ser algo pesada en estos meses. 

Si las nubes no acaparan todo el protagonismo y el sol está presente, la estampa que marca la travesía suele cautivar. El verde es el principal tono durante todo el recorrido. Además, el agua completamente transparente del río Guadiamar que inunda los pozos hace de espejo para el senderista. 

Finalmente, después de dos horas de sendero, este desemboca en varios saltos de agua enlazados en una garganta rocosa que deja a muchos sin palabras.