Sevilla

Sevilla no se entiende sin sus tabernas. Establecimientos con solera donde los locales siguen conservando las esencias. Aunque no quedan demasiados, los que sobreviven, conservan su autenticidad.

Lugares como El Rinconcillo, Blanco Cerrillo o Casa Morales son patrimonio de la ciudad. Casi todos sus habitantes los conocen. Sin embargo, hay otros que pasan desapercibidos para algunos por su particular ubicación.

Es el caso de Manolo Cateca, que está en una de esas callejuelas que quedan detrás de la Plaza de la Campana, concretamente en la calle Santa María de Gracia. No se ve a simple vista en un paseo por las calles más concurridas del centro. Hay sevillanos que ni siquiera saben de su existencia, pero el que conoce este bar siempre repite.

Es una de las clásicas tabernas sevillanas en las que el vino es protagonista. En su interior hay múltiples barriles que ofrecen una pista de lo que allí se despacha. Tiene una de las mejores selecciones de caldos de toda Sevilla. En sus paredes no hay ningún hueco. Casi todo está cubierto por botellas.

Sobre todo destaca su amplísima selección de jereces. Tiene hasta 100 referencias entre amontillados, palo cortados y olorosos. Todos se sirven de copas, algo nada habitual en establecimientos con tanta variedad.

Las manzanillas, finos y vermús también son muy solicitados en Manolo Cateca, aunque también es posible quedarse con algunos de sus blancos y tintos, muchos andaluces. No es casualidad que en 2023 este establecimiento fuera elegido por Solera como la mejor taberna de vinos de la ciudad.

El local tienen su origen en el año 1920. Se llamaba La Goleta, pero en 2013 asumió el negocio Manuel Rodríguez Navarro, a quien se le conoce como Cateca. 

Guisos sevillanos

El vino es la seña de identidad de esta taberna, pero hay quien viene a probar sus tapas, en las que hay guisos muy peculiares, como el higadito al amontillado. También es uno de los pocos sitios de Sevilla donde se sigue preparando la sopa de tomate. Además, hay otros clásicos de la gastronomía hispalense como las espinacas, la carne con tomate o los huevos a la flamenca.

Su variedad de ahumados y chacinas es idónea para acompañar sus vinos. Mientras, sus montaditos tampoco defraudan, sobre todo el de pringá, el de chorizo picante y el de gambas ali oli.

Que a veces pase desapercibido a la vista del gran público, no quiere decir que no suela estar lleno. Son muchos los sevillanos y visitantes que ya se han dado cuenta de su calidad y suelen agolparse a las puertas de este local.

No obstante, con paciencia no es difícil encontrar un hueco en la barra para dejarse asesorar por sus profesionales. Si no, habrá que esperar para sentarse en una de sus mesas altas, cada vez más demandadas.