Sevilla tiene un color especial. Lo dice la famosa canción del dúo sevillano Los del Río. Pero la realidad es que la cultura, tradición y esencia que recorren las calles de la hispalense avalan a la emblemática frase.
La capital andaluza no solo destaca por ser uno de los sitios de España donde más arte reside. Sino que también sobresale por las reliquias culinarias que salen de sus fogones. El recetario sevillano es igual de extenso que la historia que guarda la ciudad. Este está protagonizado por platos como el solomillo al whisky o su mítico serranito.
Pero hay otra receta que también está muy presente en la mayoría de casas sevillanas: el arroz, cocinado de todas las formas. Se estima que Sevilla producirá este 2024 alrededor de 200.000 toneladas de este grano. Este se cultiva principalmente en las marismas del Guadalquivir y su popularidad no solo reside en la cantidad producida, sino también en la calidad excepcional del producto.
Hay mil y una formas de preparar arroz. Con pollo, con marisco, caldoso, seco... la realidad es que todas sus variantes son una buena opción. Por esta razón, a nadie le coge por sorpresa que sea el cereal más consumido del planeta.
Sin embargo, a la hora de cocinar este manjar, hay que tener en cuenta una serie de pasos para que el plato salga jugoso y sabroso. Aunque muchos piensan que lo que le da el sabor al arroz es la carne o el pescado que se decida echar, la realidad es que hay otro secreto.
Los ingredientes clave
Se trata del sofrito. Para que dicha mezcla de verduras salga en su punto, hay varias cosas que se deben tener presentes. Para empezar, las verduras elegidas. Y es que, aunque haya quién le eche zanahoria, son la cebolla, el pimiento, el ajo y el tomate las verdaderas protagonistas.
Para que el sofrito quede como si hubiese sido elaborado por un chef de alta cocina hay que tener un poco de paciencia. Y es que todos los ingredientes -una vez que están picados en trozos muy pequeños- se deben de poner en una sartén a fuego lento para que se vayan pochando muy poco a poco.
Esta es la clave que garantiza que la base del sabor siempre sea el sofrito y que el arroz quede más sabroso.
Una vez que el sofrito está dorado y pochado llega el momento de agregar la carne, el pescado, las setas o el ingrediente que el cocinero prefiera. Cuando todo está bien integrado se añade el arroz y se deja cocinar hasta que este se ponga transparente. El penúltimo paso -el último es disfrutar- es añadir caldo de pollo y dejar que todo se haga a fuego lento.