Sevilla
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Sevilla se ha convertido en un tempo gastronómico muy valorado en todo el mundo. Los turistas están encantados con la variedad de oferta. Se puede degustar comida de todo tipo y a precios relativamente asequibles.

Sin embargo, locales y visitantes echan en falta en ocasiones el producto tradicional. Las nuevas aperturas, sin perder la esencia, suelen apostar por la innovación y la fusión. El espacio de las recetas de siempre ha quedado más reducido.

No obstante, sigue habiendo muchos locales que siguen conservando las esencias culinarias de la ciudad. El Bar Santa Marta en la plaza del mismo nombre, el Blanco Cerrillo y la Flor de Mi Viña, ambos en José de Velilla, o el bar Los dardos de la Plaza del Pozo Santo son buenos ejemplos en las zonas más céntricos.

Las Bodeguitas Antonio Romero o el Matacandela en El Arenal, de reciente apertura, son grandes exponentes de lo tradicional, al igual que Casa Ricardo, el templo de las croquetas en pleno barrio de San Lorenzo

Sin embargo, hay un lugar donde lo clásico se conserva en mejor estado que nunca. Es la calle Gerona, una vía que une dos iglesias, la de Santa Catalina y San Juan de la Palma. El sitio no puede ser más estratégico.

Desde 1970

Al inicio de esta arteria está uno de los bares más antiguos de Sevilla, El Rinconcillo, que lleva abierto desde 1670. Pese a ser conocido en toda España y servir cada día a cientos de turistas, apenas ha cambiado su carta. 

Las colas son cada vez más largas para entrar en este establecimiento donde se estila comer en la barra, como los parroquianos de Sevilla lo han hecho durante toda la vida. En su oferta brillan con luz propia las espinacas con garbanzos, uno de los manjares que más se despachan.

Sus croquetas, la tortilla, las pavías de bacalao o el propio gazpacho son otras de las recetas más típicas de este bar, sin olvidar su amplia variedad de pescado frito y las chacinas. El Rinconcillo, además, conserva la decoración tradicional de siempre, un plus para vivir una experiencia típica sevillana.

La barra de El Rinconcillo, uno de los bares más antiguos de Sevilla. E. E. Sevilla

Para aquellos que quieran tomarse el aperitivo antes, justo enfrente está Casa Tarín, una tienda gourmet, abierta desde 2020, que apuesta también por las esencias de la ciudad. Es un sitio ideal para degustar quesos, embutidos, conservas, salazones y degustar algún vino generoso para acompañar.

A un paso, ya en la Plaza de Los Terceros está Los Claveles, otro de esos bares que mantienen la personalidad de Sevilla tanto en su carta como en la apariencia. Además, también a pocos metros, enfrente de la iglesia de Santa Catalina, está El Patio de San Eloy, la franquicia más sevillana de la ciudad.

Guisos de toda la vida

Justo al final de la calle Gerona, ya en el extremo más cercano a San Juan de la Palma está el Bar Dueñas, otro de esos establecimientos, abierto desde 1972, a los que merece la pena acercarse para reconfortarse con la comida.

Tiene el aspecto de las casas de comidas tradicionales y en su cocina sirven manjares como las albondigas en salsa, los riñones el jerez, la carrillada, el menudo o el pisto con huevo. Sus revueltos están considerados como uno de los mejores de toda la ciudad.

Para completar el cóctel que hay en torno a esta calle, en una de sus calles perpendiculares, Doña María Coronel, está el Tabanco La Duquesa, un espacio que abrió sus puertas en 2021, pero que también se caracteriza por su comida tradicional. Sus tortillitas de bacalao, su flamenquín o su solomillo al whisky son un buen ejemplo.

El repertorio es enorme en la calle Gerona. Es el lugar idóneo al que deben acudir todos los que deseen conocer el modo típico de comer de la ciudad y hacerlo sentándose, además, junto a una amplía mayoría de sevillanos.